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EL PAÍS DE LAS ÚLTIMAS COSAS
EL PAÍS DE LAS ÚLTIMAS COSAS Paul Auster
Título original: In the Country of Last Things
Año de publicación: 1987
Editorial: Editorial Anagrama
Colección: Compactos Anagrama
Traducción: María Eugenia Ciocchini
Edición: 2002
Páginas: 205
ISBN: 978-84-339-2098-0 
Precio: 7,5 EUR
Comentarios de: Magda Revetllat

Tiempo estimado de lectura: 3 min

El viento de la ciudad es brutal, siempre irrumpiendo en ráfagas desde el río y zumbando en tus oídos, empujándote hacia adelante y hacia atrás, arremolinando papeles y basura a tu paso. No es extraño ver a la gente más delgada caminando en grupos de dos o tres, a veces familias enteras, atados entre sí con sogas o cadenas, aferrados los unos a los otros, sirviéndose de lastre contra la ventolera. Otros abandonan por completo la idea de salir; abrazados a los portales o a las glorietas, incluso el cielo más límpido llega a parecerles una amenaza. Piensan que es mejor esperar tranquilamente en un rincón que ser arrojados contra las piedras.

La ciudad distópica

Lo que realmente me asombra no es que todo se esté derrumbando, sino la gran cantidad de cosas que todavía siguen en pie. Se necesita un tiempo muy largo para que un mundo desaparezca, mucho más de lo que puedas llegar a imaginar.

Un relato desolador escrito en forma de carta que una mujer, Anna, redacta para ir narrando las peripecias del viaje en busca de su hermano William, periodista que ha desaparecido. Todo se describe desde el punto de vista de ella, no hay diálogos, es su observación y reflexión lo que vuelca en una carta en la que traza lo que es una ciudad sin esperanza con unos habitantes abandonados a su suerte.

La gente muerte, pero los niños se niegan a nacer.

Por muchos que mueran llegan diariamente a la ciudad nuevos relevos procedentes del campo empujando carros que, con el tiempo, se sumarán a los cadáveres tendidos por las calles y cargados en los camiones que cada mañana los recogen. Los cadáveres están desnudos porque la ropa, y más los zapatos, son objetos muy escasos.

—Ya no se permite la entrada de barcos, y si no entra ninguno, ninguno puede salir.

— ¿Y un avión?

— ¿Qué es un avión?

El retroceso es constante, las cosas desaparecen y con ellas el recuerdo de lo que fueron. No hay comida y si la hay no está en buen estado, los que tienen suerte viven en algún lugar pero de vez en cuando son desalojados a la fuerza por bandas criminales que exigen un pago. No habiendo lugar seguro y con escasez de comida pues los mercados están desabastecidos, la muerte es deseada en muchas ocasiones y por eso las clínicas de eutanasia son lugares para quien pueda pagar. Desde la tarifa más económica que ofrece una cama limpia y una inyección hacia un sueño del que no se despertará a otros precios hasta el más alto, como el Modelo Crucero, con el cual se disfrutará de dos semanas de bienestar y lujo hasta el sueño final. También el Club de los Asesinatos es una opción, quien contrata el servicio sabe que morirá pero no cuando o cómo y el propio asesino puede morir a manos de su víctima y esta pasar a engrosar las filas de asesinos con la ventaja de la alta remuneración.

Supongo que debe ser bueno endurecerse hasta tal punto que nada pueda afectarte nunca más; pero entonces te quedarías solo, tan absolutamente al margen de los demás que la vida se volvería imposible.

Por este infierno camina Anna en la búsqueda de su hermano, describiendo el horror a su alrededor mientras intenta conservar la cordura y el sentido de la condición humana.

Las recurrentes temáticas del autor

Paul Auster publicó este libro en 1987 tras la Trilogía de Nueva York y es en grado extremo la descripción de la desolación física y humana. Otros libros del autor contienen este tipo de sentimientos reflejo, en ocasiones, de acontecimientos ocurridos en su ámbito familiar, este sin embargo se adentra en lo que se ha dado en llamar distopía, subgénero del todo en boga en la actualidad y no tan recurrido en la década de 1980.

Pese a las advertencias que recibió afirmando que nunca iba a encontrar a su hermano la protagonista parte en su busca y el hecho de escribir la salva de la locura. Es una carta que tal vez no llegará a destino pero que cumple el cometido catártico tan necesario para retomar un nuevo día de búsqueda.

No pretendo jactarme de lo que hice, pero por primera vez en mi vida alguien dependía de mí, y yo no los abandoné.

Es el relato de la desesperanza absoluta y en algún momento puede entenderse como simbólico aunque los hechos son los que la Historia ya ha visto y sigue viendo para desgracia de quien los sufre y de la humanidad toda incapaz de evitarlos. Anna pasará por diversas etapas en su recorrido, de las comodidades y lujos de los que disfrutó en la vida que dejó atrás pasa a la pobreza extrema, ello la cambiará pues hará lo que nunca habría pensado llegar a hacer.

En la ciudad hay una ley que dice que nunca debes llamar a una puerta si no sabes lo que hay detrás.

En algún momento las escenas parecen kafkianas, un poco por lo absurdo o incomprensible y por los cambios del entorno y las situaciones, y es que es una novela corta pero aun así llena de matices pues las vivencias de cada personaje conforman un mosaico de experiencias humanas con sus grandezas y flaquezas. El trayecto que Anna emprende es una odisea en la que avanzará con nuevos compañeros de viaje con los que compartirá una historia y pasando en parte a secundaria la búsqueda de su hermano, aunque nunca se abandona tal objetivo. El final del libro una etapa más del viaje que continua con el deseo de escapar de ese país del que nunca se sabrá el nombre y sumido en el caos, pues es el país de las últimas cosas del que todo desaparece y con los objetos desaparece la memoria de lo que fueron y del modo de vida anterior a la destrucción.

En 2011 se estrenó la adaptación de la novela bajo la dirección de Alejandro Chomski y rodada en República Dominicana [1].

El autor

Paul Auster (EE. UU, 1947), ha escrito ficción, no ficción, teatro y poesía y en sus textos experimenta con diversas voces y maneras de plasmarlas. Sus temas recurrentes son a menudo históricos, la preocupación por el lenguaje y la comunicación, la pérdida, la necesidad de escribir y sus influencias vienen de Edgar Allan Poe, Samuel Beckett y Nathaniel Hawthorne, unos versos de este último encabezan el libro aquí comentado. Además de escritor ha trabajado también como traductor.


Notas

[1] Tráiler de la película: https://www.youtube.com/watch? v=JsGTOAEKmls.

© Magda Revetllat,
(1.084 palabras) Créditos
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