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ARTRÓPODOS
ARTRÓPODOS Luis Montero
Título original: ---
Año de publicación: 2009
Editorial: Grupo AJEC
Colección: Albemuth, nº 26
Traducción: ---
Edición: 2009
Páginas: 154
ISBN: 978-84-96013-65-0 
Precio: Descatalogado

Tiempo estimado de lectura: 1 min 59 seg

Francisco José Súñer Iglesias

Tuve la oportunidad de echarle un ojo al borrador de ARTRÓPODOS hace algunos años, a la vez que negociaba con Luis Montero la publicación de un serial un tanto lisérgico sobre un particular personaje nacido en un submarino nuclear soviético. Al final no pudo ser, pero se me quedó la memoria de Juan Onésimo como bicho, nunca mejor dicho, raro y atado a un destino que no era el suyo pero no tenía otro remedio que asumir como propio.

Lo mejor de todo el libro es la prosa clara y directa de Luis Montero. Hacía tiempo que no encontraba un ejemplo tan alentador de que es posible hacer buena literatura sin necesidad de perderse en los meandros del lenguaje ni espesar la prosa hasta convertirla en una expresión sólida, inasequible a la radial y al cortafríos. Incluso la edición del libro escapa a la habitual combinación de chapuza y mala suerte que acompaña a los libros del Grupo AJEC. Cuidada, sin grandes erratas, con una portada que es portada y no suma de manchurrones, solo se le puede poner señalar una cierta torpeza a la hora de componer algunas tablas, esquemas y símbolos gráficos, enviados a imprimir con una resolución deficiente.

Pero lo importante es el contenido en si mismo. En un estilo entre despreocupado y alucinado Luis Montero desgrana las cuitas de Juan Onésimo, un entomólogo metido a exterminador de insectos. Tipo gris, encantado con su trabajo aunque no así con su jefe, Mr. Yee, un oriental que en su tiempo llegó al país no con la intención de servir rollitos primavera y arroz tres delicias, o vender masivamente y a precios ridículos artículos de ínfima calidad. No, Mr. Yee llegó con la intención de convertirse en un industrial de éxito en el ramo de la desinsección. Entre el amor de Juan hacia los insectos y la rígida filosofía de trabajo de Mr. Yee, convierten a ProFinal en la referencia nacional en el exterminio de bichos.

No obstante Juan tiene otras miras. Ni las masacres masivas de cucarachas, ni el visionario museo entomológico que Mr. Yee está montando con su colección privada, le atraen en lo más mínimo. Quiere algo más, y ese algo más está en el Museo de Historia Natural, una pieza única e imposible de valorar, un fósil de trilobites abandonado un tanto descuidadamente en una vitrina sin apenas seguridad. Naturalmente a nadie más que a Juan Onésimo se le ocurriría robar un espécimen tan clarificador de la historia de la vida en la Tierra, pero a la vez tan ajado y aburrido.

El problema es que parece que hay alguien más que si tiene interés en el fósil. Y lo roba antes de que Juan Onésimo, con su habitual halo de mala suerte rodeándole, sea capaz de acercarse siquiera al museo. Lo inquietante del asunto es que parece haber sido el propio Juan quien ha robado el espécimen, y no solo eso, es el propio Juan quien seduce a las mujeres de sus sueños, es el propio Juan quien entusiasma a Mr. Yee con proyectos formidables, es el propio Juan quien vive su vida por adelantado y llega siempre tarde a todos los sitios. Luis Montero no tarda en explicar el misterio, pero se guarda para si durante toda la novela los porqués, llevando a Juan Onésimo de acá para allá, enfrentándolo a sus miedos y sus anhelos, confundiéndolo poco a poco hasta que resuelve por si mismo el incógnita.

Por si todo esto fuera poco, continuamente se desgranan pequeños textos sobre la vida y naturaleza de los artrópodos, sus orígenes lejanos en aquellos trilobites ya fósiles, y su pujante actualidad. Ilustrativa es, sobre todo, la constatación de que la vida animal sobre la tierra es fundamentalmente artrópoda, es decir, insectos, arañas, y crustáceos forman parte de la misma gran familia de seres con exoesqueleto que conforman más de las tres cuartas partes de todo bicho, y ahora mejor dicho todavía que antes, viviente.

Si hay que ponerle algún pero al libro es un final un tanto desvahído y la inclusión poco justificada de algún personaje de relleno, porque incluso en cuestiones de técnica narrativa Luis Montero se muestra innovador, insertando un breve cómic de siete páginas para relatar uno de los episodios más dramáticos de la historia.

Una buena lectura, sin duda alguna.

© Francisco José Súñer Iglesias, (719 palabras) Créditos

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© 2009 Francisco José Súñer Iglesias
Publicado originalmente el 29 de noviembre de 2009 en www.ciencia-ficcion.com

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