Es muy probable que hubiese leído alguna reseña sobre el ganador del premio Arthur C. Clarke 2016, pero no me acordaba ni de su nombre ni de la obra premiada cuando cayó en mis manos esta novela, una rápida consulta en la Red solventó la cuestión: Adrian Tchaikovsky (Czajkowski en realidad) es un autor británico conocido por su larga serie fantástica Shadows of the Apt, inéditas en castellano hasta donde yo y Wikipedia sabemos. Mejor. Aunque me gusta la fantasía heroica, al menos algunos tipos de fantasía heroica, tengo muy abandonada la ciencia-ficción porque hace tiempo que no encuentro novelas que me entusiasmen. Nada es como la primera vez y uno se abandona y deja de seguir las novedades, y a los nuevos autores y tendencias. Cosas de la edad supongo y quizá también del mercado editorial, da igual, el caso es que alguien en Alamut se decidió a publicar este galardonado título y yo que lo vi, lo pillé, lo leí y no, nada es como la primera vez, sin que esta discutible afirmación quiera decir que no lo haya disfrutado.

Es una historia de corte clásico y ritmo razonable, que no retuerce en exceso el lenguaje para describir sociedades extrañas situadas a unos miles de años en el futuro y su evolución a lo largo de otros miles de años. Civilizaciones humanas y civilizaciones que no lo son aunque algo tengan que ver con ellos. El autor recoge unas cuantas ideas habituales del género: la Tierra destruida por la locura del hombre, naves generacionales que huyen en busca de un nuevo hogar con la mayoría de la carga es estado de hibernación-suspensión, planetas terraformados aplicando la ingeniería genética a gran escala, mentes copiadas en máquinas, imperios galácticos desaparecidos cuya tecnología es fagocitada en parte por descendientes menos avanzados y las ensambla en un universo no space-opera en dos tramas paralelas, la que transcurre en un planeta terraformado y la que cuenta las tribulaciones de los últimos descendientes de la humanidad, cuya única esperanza es asentarse en dicho planeta, un paraíso que por determinadas circunstancias, no ha evolucionado como estaba previsto.

La parte que transcurre en la nave es tradicional, personajes en los papeles habituales, aventura, conflictos, soluciones y algo de romance, la que lo hace en el planeta no tanto, ahí hay bichos y una evolución imaginada con el suficiente ingenio como para construir una cultura extraña y creíble, con alguna incongruencia pero nada que no se pueda justificar por el bien del relato y que por otro lado constituye su aspecto más original y meritorio.

Como podéis imaginar las dos partes están abocadas al encontrarse y enfrentarse, con la intervención de un tercer protagonista que, salvando las distancias, recuerda al Centinela de 2001; y lo hacen y hay una peculiar batalla espacial y todo termina para bi... Va en gustos, no puedo decir que sea un final incoherente o malo, pero el truco que usa a mi no a terminado de convencerme del todo.

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