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ESTRELLA FLAGELADA
ESTRELLA FLAGELADA Frank Herbert
Título original: Whipping Star
Año de publicación: 1970
Editorial: Destino
Colección: Cronos nº 1
Traducción: Domingo Santos
Edición: 1988
Páginas: 272
ISBN: 978-84-233-1580-2 
Precio:

Tiempo estimado de lectura: 2 min 01 seg

Francisco José Súñer Iglesias

Gracias a la inacabable saga de Dune a Frank Herbert se le ha visto como un autor enrevesado, al que las tramas lineales y sencillas no le bastaban y necesitaba embarcar a sus personajes en una inacabable espiral de traiciones, maquinaciones, conjuras y enredos. Sin embargo, con ESTRELLA FLAGELADA, y sin renunciar del todo a la complejidad a la que acostumbrada, Herbert consigue escribir una novela de corte policiaco, sencilla en planteamientos, intensa y agradablemente breve para lo que acosumbraba a ser su producción.

Como novela policiaca de ciencia-ficción (género dentro de género dentro de género) resulta, además, francamente original. Ya no se trata del típico policía o detective, que lo hay, intentando resolver un caso, que lo hace, dentro de un marco más o menos futurista y cargado de tecnología, que lo es, ESTRELLA FLAGELADA es, ante todo, la historia de un intento de comunicación con entes auténticamente extraterrestres, que perciben el universo de una forma casi inimaginable, y las dificultades que supone poner en el mismo plano de referencia conceptos y percepciones para llegar a un entendimiento común.

Eso el lo que debe hacer Jorj X. McKie, Saboteador Extraordinario, con Fanny Mae, una calibana que ni siquiera puede mostrarse de forma corpórea puesto que su presencia no deja de ser un palpo, una delgada línea de comunicación, de un ente de difícil comprensión. Fanny Mae ha sido contratada por Mliss Abnethe para dejarse azotar. Mliss es una mujer obscenamente rica que, debido a ciertos espeluznantes episodios, ha sido obligada judicialmente a seguir un tratamiento psicológico para sentir horror ante el sufrimiento ajeno, sin embargo, al no querer renunciar a sus vicios favoritos, llega a un acuerdo con la calibana para que ésta sea objeto de sus extrañas perversiones, cosa que no le provoca molestia alguna. Sin embargo hay algo que ninguna de las partes parece tener en cuenta, las sucesivas flagelaciones hacen que la calibana se acerque poco a poco a su muerte, la discontinuidad definitiva, y con ella, la del 99 por ciento de los individuos de las razas sintientes.

Obviamente la misión de McKie consiste en averiguar porque ocurrirá eso y, entre tanto, evitar que Fanny Mae sufra más castigos, retrasando en lo posible el fatal desenlace. Las conversaciones entre McKie y Fanny Mae son de antología, muchos autores han intentado ofrecer diálogos entre humanos y extraterrestres, cada uno con su particular forma de ver la vida y seguir sus procesos lógicos, pero siempre dentro del mismo plano de referencias, Herbert lleva eso más allá, para la calibana el resto de los sintientes (humanos, wreaves, pan spechi, gowachin, ...) son crestas de funciones de onda, armónicos, a lo sumo, y como se dice en alguna parte de la novela, sus esfuerzos se pueden comparar a los de un humano con la cabeza metida en el agua intentando hablar a los microorganismos del fondo. Por eso muchos de los pasajes de la novela son sencillamente ininteligibles, y la desesperación de McKie genuina.

Pero no sólo el concepto de los calibanes es revolucionario, pese a su inescrutabilidad y facultades casi divinas, en ningún momento se describe a los calibanes endiosados respecto al resto de razas, sino en un plano muy de igualdad racional, también los demás alienígenas que acompañan a McKie son una muestra de que Herbert era muy capaz de poblar su universo de extraños seres, empezando por los pan spechi, sometidos de forma voluntaria a una inquietante androformación, y en absoluto poseedores de su ego, que debe ser compartido de forma rotatoria con sus compañeros del grupo natal, los inquietantes wreaves, letales, tanto por sus mandíbulas de combate como por su intrincado sistema social que convierte prácticamente cualquier ofensa a un individuo en una ofensa a la raza entera o los inescrutables trapisiotas, a medio camino en su percepción del universo entre el resto de los sintientes y los calibanes, y que prestan un servicio fundamental; las comunicaciones instantáneas, sea cual sea la distancia, y hasta se da a entender que el tiempo, que separe a ambos interlocutores.

En general, da la impresión de que Herbert se debió sentir molesto por algún comentario respecto a la intriga enrevesada y la falta de seres extraterrestres en DUNE, y decidió demostrar que también era muy capaz de escribir novelas relativamente sencillas e imaginar extraterrestres tan asombrosos como plausibles. No hay duda de que lo consiguió.

© Francisco José Súñer Iglesias, (727 palabras) Créditos

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© 2004 Francisco José Súñer Iglesias
Publicado originalmente el 18 de abril de 2004 en www.ciencia-ficcion.com

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