
Aunque el género toca una buena cantidad de temas, a veces se hace inevitable leer novelas que tienen como tema central cuestiones muy similares. Afortunadamente ya es más raro que el tratamiento que se da al mismo sea similar, y como es el caso, esté en extremos opuestos. Tras ROBOPOCALIPSIS, una aventura trepidante acerca de la rebelión de los robots, en la que el factor humano apenas intervenía más que para dar réplica a una malvada inteligencia artificial, LA MUTACIÓN SENTIMENTAL se deja de violencias gratuitas y hace cuentas de como será una sociedad en la que los robots (en realidad inteligencias artificiales en contenedores antropomorfos) son algo más que un auxiliar mecánico de sus propietarios, convirtiéndose en algo más parecido a consejeros, ángeles de la guarda y pepitos grillos ambulantes.
Al respecto, el texto de contraportada es engañoso, da la impresión de que la novela girará alrededor de Celia, una niña de trece años que fue criogenizada con la esperanza de que en un futuro cercano se encontrara una cura para su enfermedad, y que una vez vuelta a la vida, en todos los sentidos, choca de frente con una cultura que no entiende ni la entiende.
En realidad, la novela trata de esa misma sociedad, como se ha ido acomodando e infantilizando ante la presencia siempre atenta, siempre vigilante, de un ejército de robots que cuidan primorosamente de que ningún ciudadano sufra daño o se equivoque en sus decisiones. Eso ha llevado a que apenas exista sentido de la responsabilidad, que cualquier conflicto se resuelva evitándolo en lo posible, que a la vez que la presencia de terceros se ha convertido en un hecho incómodo, el exhibicionismo y el descuido por la intimidad sea moneda común.
Este estado de cosas no gusta a todo el mundo, y una serie de descontentos antitecnológicos se agrupan alrededor de La ComU, e intentan en la medida de lo posible contrarrestar la influencia de los robots, centrándose en cultivar las relaciones humanas, no se trata de un grupo de activistas que pudieran llamarse de acción directa, sino más bien de un grupo de psicólogos y masajistas emocionales
que procuran reconducir a sus pacientes hacia una menor dependencia tecnológica.
Alrededor de Celia giran una serie de personajes con motivaciones muy distintas, Lu, su madre adoptiva, más bienintencionada que realmente involucrada en la adopción, trata a Celia como una animalito adorable... al que es incapaz de dar afecto porque ella misma está muy lejos de comprender que significa eso. Silvana, masajista emocional, especialista en la cultura antigua, a la que acude Lu cuando la interacción con Celia puede con ella, está fascinada por la personalidad de la niña y su forma de entender el mundo, incluso con sus trece años resulta ser, en muchos aspectos, más madura que ellos mismos, y aunque con dificultades, se adapta a la situación pese al trauma del despertar. En el otro extremo, Leo, un brillante ingeniero que trabaja en régimen de casi esclavitud para la todopoderosa corporación CraftER, ve a Celia como una fuente inagotable de información y datos para sus proyectos.
Además, los omnipresentes robots. Siempre atentos, siempre amables, son una presencia invisible pero imprescindible. Nadie, excepto los antitecnológicos, se atreve a separarse de su robot. Pacientemente, asisten a la humanidad, adaptándose a sus propietarios. Paradójicamente, con quien mejor se siente Celia es ROBbie, el robot que le ha sido asignado. No la cuestiona, no la atosiga, ni tiene reacciones del todo incomprensibles para ella, es perfectamente previsible y un aliado fiel.
La novela está escrita con sencillez, con un lenguaje directo adornado con los neologismos justos para identificar nuevos objetos, tecnologías y conceptos. Resulta obvio que el oficio de la autora no es la literatura, en algunos momentos la novela se hace un tanto farragosa, cuando el aluvión de emociones resulta demasiado intenso o se trata de describir cuestiones que tienen que ver con conceptos tecnológicos. Al respecto, aunque Carme Torras es especialista en el ramo (doctora en informática y profesora de robótica), no se deja llevar por el lado tecnológico, le interesa bastante más como afectará toda la tecnología que se está desarrollando a la evolución de la sociedad humana y hasta que punto es buena tanta dependencia.
En resumen, una novela más que interesante y que en su versión catalana ya ganó los Premios Manuel de Pedrolo en 2007 y el Ictineu en 2009.
El contenido de este texto puede ser total o parcialmente reproducido sin autorización explícita y previa del autor y bajo cualquier medio de comunicación siempre que se den las siguientes condiciones:
- Debe incluirse la totalidad de este pie de página.
- No puede modificarse, con la excepción de correcciones ortográficas, tipográficas o de traducción a otro idioma, y nunca excepcionando las correcciones de estilo, contextuales o gramaticales, de las cuales se hace responsable el propio autor en el texto original.
- El autor no renuncia a sus derechos de propiedad intelectual legalmente constituidos y se reserva la posible reclamación oportuna siempre que el medio en que se reproduzca reporte beneficios económicos de cualquier tipo.
Publicado originalmente el 10 de junio de 2012 en www.ciencia-ficcion.com
