Esta novela es tan compleja y abigarrada como la India en la que está ambientada. No se si porque Ian McDonald le sale escribir así, o porque es un elemento narrativo más para que dicha ambientación sea todavía más inmersiva
, el caso es que también resulta un pequeño escollo porque se puede decir que, a grandes rasgos, la novela no tiene un argumento bien definido. Es como si McDonald hubiera escrito varias novelas ambientadas en la India para luego fusionarlas. No es que el resultado final sea malo, la narrativa de McDonald es agradable y en cierto modo adictiva, al final todo tiene su encaje, no podría se menos, y la buena pluma del autor ayuda al lector a llegar de una pieza hasta el final, pero se me ocurren mejores formas de contar UNA historia, y no la decena que se desgrana en esta novela.
McDonald sitúa la acción a mediados del siglo XXI en la India, ya disgregada en decenas de estados, todos ellos similares pero al cabo, también con sus particularidades, Como hilo conductor usa el Ganges, y un conflicto entre dos de estos estados cuando uno, aguas arriba, a causa de una prolongada sequía decide construir una presa que al otro, aguas abajo, le resulta no solo económicamente desastroso sino religiosamente ofensivo.
A todo esto nos encontramos que, entre la miseria que sirve de estereotipo para la península Índica, se mueven avanzadísimas inteligencias artificiales, policías encargados, cual blade runners, de eliminarlas, artefactos alienígenas, nuevas formas de energía, aderezadas por conflictos internacionales, costumbrismo doméstico, y no sexualidades.
Una mezcla realmente abigarrada con múltiples conexiones, desde luego que no se trata de una novela para pasar el rato bajo una sombrilla, y lo cierto es que cuesta enterarse que se nos quiere contar, aunque como ya he comentado, al estar bien narrada, el pasar páginas no se convierte en un problema. Incluso hay detalles costumbristas que se hacen hasta graciosos, como la soapi (contracción de soap-opera, es decir, una telenovela o culebrón) protagonizada por actores virtuales, al estilo de Max Headroom, no tan irreverentes pero igual de carismáticas, a la que todo el mundo está enganchado, y que en cierto modo también sirve de nexo de unión entre los personajes incluso antes de que estos empiecen a encontrarse.
Con detalles como este, Ian McDonald intenta mantener un equilibrio entre lo que es una novela de personajes y una novela hard. Pasa mucho tiempo desarrollándolos, cuales son sus motivaciones, sus deseos y sus miedos. No son meros figurantes
al servicio del narrador, McDonald ha intentado darles vida propia, enriqueciendo de este modo la narración. Pero por otro lado la tecnología tiene un papel relevante, poniendo a la India a la cabeza de ciertas cuestiones, lo que implica que sea considerada por otros países como una amenaza para sus intereses.
Tampoco resulta sorprendente que el autor impregne de una profunda religiosidad la novela. Es casi otro tópico sobre la India, que ya sean hinduistas o musulmanes, los personajes tienen a los dioses siempre presentes.
El resultado final es bueno, aunque enrevesado. EL RÍO DE LOS DIOSES es una novela compleja y un poco difusa, lo enigmático de la trama, y lo entrañable de los personajes hacen de ella, como les gusta decir a los críticos, una novela poliédrica, vamos, que tiene muchas facetas a explorar.
