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El mundo del río, 4
EL LABERINTO MÁGICO
EL LABERINTO MÁGICO Philip José Farmer
Título original: The Magic Labyrinth
Año de publicación: 1980
Editorial: Ultramar
Colección: Ciencia Ficción nº 5
Traducción: Domingo Santos
Edición: 1983
Páginas: 436
ISBN: 978-84-7386-338-4 
Precio: Descatalogado
Comentarios de: Antonio Santos

Tiempo estimado de lectura: 2 min 50 seg

¡Conseguido! Sir Richard Francis Burton, Alice Hardgreaves y Peter Jarius Frigate, cabezas destacables del aguerrido grupo de supervivientes que emprendió, una vida antes, la costosa peregrinación a la Torre de las Nieblas, el hogar Hi/Tech de los Éticos, ha penetrado dentro y obtenido respuesta a las incógnitas que el autor de la extensa saga, Philip José Farmer, fue sembrando en sus líneas.

Llegar allí, saberlo todo, recompensa todas sus fatigas y afanes, la abrasiva dureza que ha brindado un planeta diseñado para ser un paraíso (que el Hombre de nuevo emporcó con vilezas, miserias, guerras y villanías-a-la-carta) y que ha acabado transformado en un singular, y acaso, hedonista Círculo del Infierno de Dante.

Farmer emplea su dinámica y larga narración para hacer un determinado análisis sobre la Humanidad. El resultado, sin llegar a ser del todo/completamente negativo, desprende amargura. Es acre. Ocre, si me apuran. Merced a la fantástica premisa de contar la existencia de un mundo poblado por los resucitados comprendidos entre la Era de las Cavernas y 1984, y cómo tan diversa mezcla de razas, creencias e individuos (ingrediente básico de todo) reaccionan e interactúan con sujetos de culturas diametralmente opuestas, Farmer hace ver que, aun gozando de cierto confort (buena comida gratis, clima benigno, extinción de taras y enfermedades), y un mensaje evangélico que insta a los revividos a alcanzar un Paraíso Aún Mejor gracias al esfuerzo de redimirse y tender a la paz y la bondad universal, el Hombre preferirá ser una bestia carnicera que depredará a su vecino debido a atavismos muy incrustados en nosotros, y quizás inextirpables, y que tampoco queremos perder.

Farmer también empotra la idea de que los alienígenas (todo-bondad y con conocimiento superior, a años-luz de nuestras habituales mierdas diseñadas para el puteo general y ¡a discreción las disparen!) pueden contemplarnos como un interesante elemento de estudio antes que criaturas sintientes y con potencial para ser alguna vez sus iguales.

Sólo les interesa de nosotros: ¿cómo reaccionarían grupos de vikingos sanguinarios y cowboys de finales del siglo XIX puestos a vivir juntos? Y dándoles tiempo (mucho) para amistarse, enemistarse, aliarse, enfrentarse bajo determinadas férulas morales y condicionamiento buenista, ¿evolucionarían en nuestra dirección (que se supone es la buena-y-correcta) o seguirían exterminando y masacrándose in saecula saeculorum?

¿Así nos ven los aliens (aparte de algunos otros ejemplos filmados por Hollywood)? ¿Cobayas? Estos ETs, que han reformado, empleando una ciencia casi inimaginable, un planeta para acondicionarlo en el quasiidílico Mundo del Río, los Éticos, ocupan sus sillones para caderas cómodas y pesquisan, cuan voyeurs estelares, el día-a-día de la heterogénea masa y anotan los resultados. Sin posterior compasión por los observados. Descartables, como ratas de laboratorio con las que experimentar.

Loga, el Ético rebelde, convence al individualista y combativo Burton de que proceden así. Los Éticos, afirma, son una patulea de hipócritas meapilas que fingen querer un vasto Bien para la Humanidad (la última y perfecta integración con Dios), pero cuanto les interesa es su estudio antropológico-sociológico efectuado en el Mundo del Río. Lo de la Segunda Oportunidad es farfolla para encandilar ingenuos. (Mas Loga bien oculta sus propios y egoístas fines para derribar el supuesto nefando plan de sus camaradas.).

Ese Apocalipsis de malvadas razones activa el gen de indocilidad innato de Burton, per se curioso e inquieto, para sublevarse al Plan. Aquí, Farmer detiene lo justo el relato y plantea, un tanto socarrón: ¿también crees que la Tierra podría ser un área de pruebas tutelado por frías y vastas inteligencias, etc., y que apenas lamentan nuestro sufrimiento, que aun podrían alentar mediante agentes armados de ciertos mensajes? Ya sabes, tipos como Buda, Jesús o Mahoma. Gente con un maletín que contiene mandamientos de grave calado y repercusión. Modificando arraigados tribalismos.

¿Es posible? Y ¿desde cuándo pasa? ¿Es la idolatría nuestra auténtica religión, y un Panteón politeísta a lo que nuestro instinto nos impulsa a adorar, porque actuábamos así en el inmaculado y Remoto Pasado? Piensa: creemos que Elvis vive, pero dudamos que exista Dios. Interesante evidencia de fetichismo, ¿eh?

Farmer era así de listo; impregnó una sólida narración de aventura (que era lo suyo, por otra parte; pertenecía a la —denostada— Generación Lester Dent-Maxwell Grant) con un sutil mensaje de gran potencia que germina en tu mente con fuerza y firmeza para hacer remarcable la saga.

Oh, sí; los combates, duelos y su tensión dramática están muy bien. Inspiran. Motivan. Ejemplifican. Los situó ahí para que el Muy Importante Mensaje (¿nos estudian seres sin compasión y que incrementan nuestras aflicciones con determinadas influencias externas además para medir nuestra reacción?) no agobiase al lector. Jugó a un juego arriesgado, pues la mayoría de seguidores de la ciencia-ficción, atracados de soberbios escrúpulos intelectuales, hubiera preferido que nos amargara todo el largo Mundo del Río especulando especulando con cada vez más alambicadas, tediosas y arrogantes suposiciones sobre la trascendencia del Muy Importante Mensaje antes que entretenernos con una frívola fábula aventurera.

A esos lectores les dan sudores y agujetas los relatos como EL LABERINTO MÁGICO, al leer las activas acrobacias de sus concursantes. E imponen, como enemigos de las camisetas mojadas, que la ciencia-ficción sea un elegante/elitista páramo de grandilocuencias literarias y fárrago de adjetivos sin mayor finalidad que infundir considerable hastío.

No sé quién dio tal poder a esos lectores, asesinos con blogs pretenciosos que deben ser leídos-consultados y su opinión venerada so pena de exilio. Pero tienen una considerable influencia y fuerza y aun marcan (editorialmente) el camino. Relegan a los autores como Farmer a la excomunión y el olvido, incapaces de respetar una variedad de propuestas. Con su reaccionaria doctrina, van convirtiéndolos en exóticas piezas de culto y colección; incluso niegan qué trascendencia tuvo su obra, pues odian que sea un pilar (sólido basamento) para su querida, desnutrida y desnaturalizada sci-fi hard.

Luego echas un vistazo a la cartelera, a ciertas listas de ventas y autores, y ves que son las más circenses y las que tienen regusto a serial las que triunfan. Y, de rebote, su éxito mantiene vivas estas escuálidas propuestas sólo para pijos.

© Antonio Santos,
(1.023 palabras) Créditos
Publicado originalmente en Una historia de la frontera el 26 de agosto de 2013
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