
Este libro es, como diría Papuchi, ruaro, ruaro, ruaro. De tan ruaro que es no se entiende la mitad, y de la mitad que se entiende, queda un regusto extraño, a tosquedad, a querer innovar pero acabar estropeando relatos que podrían haber sido notables a base de trazo grueso y barajar las hojas según salían de la impresora.
De siempre se ha dicho que los experimentos en casa y con gaseosa. Cada cual es muy libre de experimentar como le de la gana, pero a ser posible en lugares donde un experimento desbocado no dañe a nadie y usando elementos que impidan precisamente que el experimento se desboque. Con la literatura, sin embargo, pasa algo curioso, si que quiere aparecer audaz y renovador basta con retorcer la narrativa hasta hacer irreconocible argumento y hasta idioma, y dejar que el lector, dudando de si se encuentra ante una obra maestra o un truño de magnitudes cósmicas, calle prudentemente o se decida por unas palabras ambiguamente elogiosas para no parecer un palurdo, que ya llegará algún sabio a poner al experimentador por las nubes.
En DIONISIA POP! ocurre que Francisco Javier Pérez se pasa de frenada con los malabares y acaba como los toros en las cacharrerías, rodeado de cascajo y sin salida. El caso es que en los fragmentos que conservan una cierta coherencia apunta muy buenas maneras. El relato VIOLENCIA podría haber sido un magnífico cuento de no ser por su empeño, incomprensible desde mi punto de vista, de saltar de aquí para allá en la línea narrativa mostrando fragmentos del final a media narración. El hecho de empezar un relato por el final no es nuevo: CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA empieza por el final, o mejor dicho, por la culminación de una historia de amor y odio, García Marquez posee una prosa lo bastante poderosa como para cortar el aliento del lector pese a saber cual va a ser el desenlace. Quentin Tarantino consiguió en PULP FICTION alterar el orden de la narración, aunque sin por ello romper el interés del espectador. El problema de VIOLENCIA es que cuenta el final a medio relato, adelanta los acontecimientos y en vez de aumentar la tensión sólo malogra un cuento que ya de por si, sin tanta vuelta de tuerca inútil, es notable.
Con el resto del libro pasa algo parecido, cuando no es el argumento del relato de turno, que se escapa entre los dedos sin concretarse en nada particular es la estructura que lo retuerce y malogra. Una lástima porque Francisco Javier Pérez, cuando consiga sacudirse la obsesión por la sobreescritura y el trazo grueso llegará a ser un autor muy a considerar. Imaginación y recursos no le faltan, como se puede comprobar en relatos menos inestables, como VIEJOS SUPERHÉROES EN DESCARTE, donde consigue retratar en profundidad y con unos pocos trazos a unos actores demasiado identificados con la personalidad de los personajes que interpretan desde hace años.
DIONISIA POP! no me parece una apuesta arriesgada, sólo un libro lleno de rarezas no demasiado logradas o que se malogran precisamente por querer hacerlas raras sin ninguna necesidad. Por poner un ejemplo reciente de lo que si es una apuesta arriesgada está MADRID, de Daniel Mares, innova, experimenta, va más allá de la simple narración lineal, pero sin romper la unidad del relato.
Barajar, ofuscar, y sobreescribir, sólo es apostar por la confusión y el desconcierto.
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Publicado originalmente el 20 de abril de 2008 en www.ciencia-ficcion.com