
Segundo volumen de la serie LOS FANTASMAS DE GAUNT, cuyo primer título (LOS PRIMEROS TANITH) reseñado en esta misma sección, es buen exponente del tono y el estilo de los posteriores. Inmersos en el universo de Warhammer 40.000 (una franquicia literaria surgida de los juegos de rol de la empresa Games Workshop Limited), quizás uno de los principales inconvenientes de esta colección es la falta de referencia aclaratorias para quienes (como yo) no son buenos conocedores del juego que constituye el trasfondo de la trama. Explicado brevemente, los protagonistas participan en la Cruzada que enfrenta en el año 40.000 de nuestra era a las tropas del imperio terrestre con las maléficas fuerzas del Caos, una especie de demonios siderales ávidos de corromper y destruir la vida y la civilización del cosmos. Los ejércitos humanos deben su lealtad a un emperador con atributos divinos (semejante en esto a los de Roma) que permanece dentro de una unidad de soporte vital llamada El Trono Dorado, tras resultar gravemente herido en su lucha contra los herejes y traidores cegados por los maléficos dioses del Caos. Estos dioses convocan a su soldadesca, monstruosa y terrible, desde el reino inmaterial llamado espacio disforme, algo así como una dimensión paralela y tenebrosa, cuyo vórtice principal, el Ojo del Terror, la conecta con nuestra realidad.
La Guardia Imperial reúne sus soldados entre los diferentes mundos del imperio, mediante unos coroneles-comisarios (figura que aúna facultades militares y competencias políticas, como el mantenimiento de la moral y la pureza ideológica en la lucha contra el Caos), encargados del reclutamiento y adiestramiento de las nuevas incorporaciones a filas. Durante una de estas ceremonias, los monstruos del caos atacan y destruyen el planeta Tanith, del que sólo sobreviven los miembros de un regimiento comandado por el coronel-comisario Ibram Gaunt. En estos revueltos tiempos, y ante la incapacidad del emperador, la Cruzada es dirigida por una suerte de aristocracia militar encabezada inicialmente por el Señor de la Guerra Salido (amigo y valedor de Gaunt) que tras su muerte es sustituido por Macaroth, no tan cercano al protagonista de la serie.
EL HACEDOR DE FANTASMAS enlaza perfectamente con la línea argumental del primer libro, puesto que en él se nos relatan las peripecias del regimiento Los Primeros de Tanith (también conocidos como Los Fantasmas de Gaunt, por ser los fantasmas supervivientes de un mundo que ya no existe) durante su lucha en Montax, donde las legiones del Caos van tras un oscuro secreto que encierra este selvático y aparentemente inocuo planeta. La contienda, de hecho ocupa tan solo los dos últimos capítulos puesto que todos los demás capítulos del libro se dedican a que Gaunt rememore las hazañas particulares de los más destacados miembros de su regimiento. Así vemos sucederse las aventuras de Corbec, Bragg, Larkin, Rawne, etc, lo que sirve al autor para profundizar algo más que en el primer volumen en la idiosincrasia de los personajes.
Dan Abnett demuestra nuevamente su buen hacer construyendo una trama sólida y narrada con notable amenidad. Las descripciones de los enfrentamientos bélicos están muy bien logradas, la atmósfera individual y colectiva de las diversas situaciones se traza con bastante acierto mediante unas pocas y eficaces descripciones que consiguen ubicar emocionalmente al lector sin aburrirle, y el ritmo general de la historia es más que aceptable en una obra de estas características. Tal vez se echa de menos algunos apuntes más sobre la raza alienígena oculta en Montax y su relación con el secreto allí escondido, información que quizás poseen los jugadores del juego de rol, aunque no necesariamente ha de ser accesible para un lector cualquiera.
Otro de los detalles que afloran a lo largo no de este libro, sino de toda la serie es la monótona identidad del enemigo y la carencia de perfiles con que se le introduce. Los guerreros del Caos se presentan como una variante espacial de los orcos de Tolkien, y poco más se añade sobre ellos cuando es bien sabido que la brillantez de un héroe se acrecienta tanto más cuanto mayor es el carácter seductor y la capacidad de fascinación del villano. Muy probablemente este es otro punto en que afloran los sobreentendidos que dominarían los expertos jugadores de rol, pero que se escapan al lector común.
Un buen libro, en fin, entretenido y de lectura muy recomendable para los amantes de la space opera en su versión de aventura pura y simple, pese a que la mayoría de ellos podamos no ser jugadores del Warhammer 40.000.