
Es interesante comprobar como el área de interés de un escritor le puede convertir en un apestado literario a poco que esa no se corresponda con ciertos parámetros de calidad
apriorísticamente establecidos. Para que nadie se de por aludido baste decir que yo, particularmente, nunca hubiera leído nada de Dan Abnett si se hubiera limitado a escribir novelas para la franquicia Warhammer Fantasy. Afortunadamente (para mi) nuestro hombre también ha escrito un buen montón de novelas sobre el universo Warhammer 40.000 y oigan, con eso de que es ciencia-ficción, por muy cutre-salchichera que parezca (que de hecho lo es), pues no es cuestión de resistirse, total, bajo tierra siempre hay piedras preciosas, todo es cuestión de dar con ellas.
Dan Abnett es una de esas joyas. Sobresale muy por encima de la media de los autores de la franquicia y consigue aportar a sus novelas una intensidad y credibilidad (todo lo creíble que puede ser el universo W40K) más que notables. Domina admirablemente el ritmo y la construcción de personajes, y mi interés, desde hacía ya algún tiempo, era ver como se desenvolvía de forma independiente, fuera del encorsetado universo Warhammer o las producciones de Marvel o 2000AD. Y aquí tenemos este PLANETA 86 para comprobar si Abnett es capaz de dar volteretas sin red.
La figura es retórica, porque lo consigue de largo, tiene mucho oficio a sus espaldas como para no ser capaz de hacer todas las piruetas que le de la gana. No obstante, la novela se resiente de no pertenecer a un universo consolidado, con reglas establecidas y seguidores eruditos. Abnett no parece acostumbrado a plantear desde cero un escenario y desarrollar la historia a su alrededor. En las serie de Los Fantasmas de Gaunt (si te gusta la ciencia-ficción militar no te la pierdas) cuenta con todo el entramado de W40K y las novelas previas para situar sus historias. No tiene que perder el tiempo diciendo donde se sitúa la historia, lo da por supuesto, y se lanza directo a la acción sin más ceremonias, con lo que las obras ganan en agilidad. Naturalmente, leer cualquiera de esas novelas se hace cuesta arriba si no se tienen todas esas noticias previas, incluso saltarse alguna de la serie provoca un cierto desconcierto (en una guerra todos los personajes son prescindibles) pero tras un periodo más o menos largo de inmersión se coge el hilo gracias al consabido efecto culebrón.
En PLANETA 86 todo es nuevo. Un nuevo universo, nuevos personajes, nuevas reglas. No obstante resulta demasiado reconocible como para no suponer un esfuerzo excesivo situarse en el escenario de 86.
La historia es simple. Lex Falk, un experimentado reportero de guerra, cínico y amargado, llega al planeta colonia 86 para cubrir un conflicto que no parece ir más allá del típico choque de intereses entre las distintas potencias colonizadoras. Pero el fino olfato de Falk le dice pronto que hay algo más de lo que los militares enseñan, precisamente es la forma de enseñarlo, o más bien lo que no enseñan, lo que pone en alerta a nuestro hombre. Poco a poco descubre las implicaciones del asunto y su prioridad consiste en infiltrarse en la zona que los militares no enseñan. Una técnica novedosa que permite el intercambio de mentes
permite a Falk transformarse
en un combatiente de primera línea gracias a un oscuro acuerdo llegado con el soldado de primera clase Nestor Bloom.
Ya convertido
se une a su pelotón que es enviado a inspeccionar un asentamiento en apariencia tranquilo pero que lleva un tiempo sin dar señales de vida. Cuando lo están inspeccionando son atacados con saña por un grupo de paramilitares demasiado bien adiestrados y a partir de entonces se desarrolla la parte que mejor maneja Abnett: el combate a la desesperada en condiciones precarias contra fuerzas superiores. La diferencia entre la primera parte de la novela, en la que se nos presenta a Falk y escenario y la segunda, donde Falk-Bloom y los restos del pelotón huyen acosados por sus enemigos es notable, no tienen nada que ver, agilidad e interés.
Como era de esperar en alguien con sus tablas Abnett sale airoso del trance y acaba construyendo una novela satisfactoria a la que, sin embargo, se le echa en falta algo más de intensidad. Quizá el problema no sea tanto de la novela como de expectativas. La particularidad del universo Warhammer es que es oscuro y maniqueo, el bien es el bien y el mal es el mal. Y punto. Los buenos son humanos y tienen sus defectillos, vaya, se drogan, roban, son cobardes y mezquinos, pero los malos son malos con maldad pura, no es que se aparten ocasionalmente del buen camino, es que su camino es el malo, de principio a fin. En fin, en esas condiciones es fácil dejarse arrastrar por las emociones, pero en el caso de PLANETA 86 las potencias enfrentadas (trasuntos de los bloques occidental y oriental de la guerra fría) están al mismo nivel en cuanto egoísmo y arrogancia. Que los combates se desarrollen desde el punto de vista del bloque occidental
no implica que sean los buenos
, sobre todo cuando queda claro que ambas partes buscan una ventaja estratégica en forma de... eeeh... No destripemos del todo el libro. Así es difícil identificarse con un protagonista que, además, es un cínico y un descreído bastante considerable.
Aunque la novela tiene un final definido, se dejan abiertas varias interrogantes (en realidad una sola, pero muy gorda), pero no hay que desesperar, esta es la primera de dos novelas que Abnett tiene apalabradas con Angry Robot, el editor original, ambientadas en este universo. Así que habrá que esperar a la segunda para ver desvelados todos los misterios.
Como curiosidad, el título original es EMBEDDED, si ¡EMPOTRADOS! quizá para no confundir al público español con el título de Ian Watson la editorial se decantó por el ciertamente más épico PLANETA 86 (aunque también más chusco, recordemos la reciente PLANET 51), sin caer en la cuenta que hay otros sinónimos: incrustados, superpuestos, anidados... en fin, uno de esos cambios de título, en este caso con una cierta justificación.
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Publicado originalmente el 3 de marzo de 2013 en www.ciencia-ficcion.com
