La premisa de la que parte la novela es que en un momento determinado las mujeres desarrollan como por arte de magia una especie de rayo de la muerte que les permite, literalmente, hacerse con el poder a nivel mundial. Como cualquiera que les responda va a ser fulminado por ese rayo, los hombres no rechistan y ceden gustosamente
sus privilegios
al género femenino.
La novela se hila a través de tres mujeres y un hombre: Roxy, una adolescente británica hija de un gángster, Allie, que tras años de abusos acaba como líder religiosa, y Margot, líder político que, en apariencia, quiere dar un poco de cordura a la revolución que se está forjando, además de Tunde, un joven nigeriano, aprendiz de periodista, que sigue la expansión del fenómeno.
Aunque supongo que la intención original de la autora es mostrar un reflejo especular de su idea de la sociedad actual, quizá se deja llevar por el entusiasmo y más que fabular con la preponderancia de las mujeres sobre los hombres, lo que hace es fantasear sobre la represalia, es decir, no imagina como sería una sociedad donde las mujeres ejercieran el poder, esto es, un matriarcado, sino que se recrea en la venganza y el revanchismo.
De hecho, es señalable que la forma por las que las mujeres desplazan a los hombres sea la fuerza bruta. Nada de elaboradas conspiraciones, ni de conquistar la hegemonía cultural, si no contamos como tal la pseudo religión fundada por Allie, en resumen, nada de convencer para vencer. ¿Qué cambia entonces respecto al teórico
statu quo actual? En un momento determinado me vino a la mente otra novela donde una de las protagonistas es una mujer de una fortaleza enorme, que lucha contra las circunstancias que la rodean, y si bien acaba por abandonar la lucha no es para sumirse en la depresión, sino para empezar de nuevo en ambientes más favorables y rodeada de gente que realmente la respeta por lo que hace, no por lo que es.
La novela de la que hablo es LA REBELIÓN DE ATLAS, y su protagonista Dagny Taggart, una inteligente y tenaz mujer de negocios. Si bien la ideología radical de Ayn Rand no es la cosa que más me ilusione del mundo, el retrato que hace de Dagny es mucho más enérgico, inspirador y positivo que las superwoman
de Naomi Alderman.
Dagny debe luchar en un mundo empresarial de hombres donde, por su condición de mujer es considerada inferior
. Pero no se trata de una historia sobre la lucha de sexos, que Dagny sea saboteada en su propia empresa solo por ser mujer no significa que Ayn Rand generalice. Hank Rearden y Francisco D´Anconia son amigos personales de Dagny y empresarios exitosos que, al igual que ella, sin victimismos ni quejas más allá de la impotencia ante la ineptitud y la mala fe de sus antagonistas, intentan llevar sus industrias adelante sin importar las dificultades que ello suponga.
Entonces ¿por qué Dagny Taggart no es una heroína del feminismo internacional? Porque es una peligrosa liberal que no ve a los hombres como enemigos, sino como competidores (y amantes). Ella no se lamenta por su situación, reniega de la miopía del consejo de administración, pero lucha contra la adversidad y lleva adelante todas las iniciativas que puede. Dangy es inteligente, independiente, de fuerte personalidad, y no necesita que nadie le diga que debe o como lo debe hacer. Algo que pese a que se reivindica, no gusta en según que sectores más dados al dictado y el dirigismo.
Por su parte, Naomi Alderman opta en EL PODER por la solución fácil de invertir los papeles a base de pura fuerza bruta De lo que no hay duda es que es una narradora competente (con la ventaja de contar con el asesoramiento de la mismísima Margaret Atwood) y las páginas van cayendo una tras otra con rapidez, o es así en su mayor parte, porque hay pasajes donde Alderman se recrea en sus obsesiones y no hace avanzar la novela. La narrativa acaba por hacerse un poco deslavazada, la autora apunta el concepto pero también se pierde dando vueltas a cuestiones que podría haber resuelto de una forma más elegante. Las dinámicas de poder también resultan simplistas, para mi gusto, además de que se recrea deliberadamente en ciertas situaciones escabrosas para que el impacto sea mayor.
Como fantasía revanchista queda muy bien, pero realmente no aporta nada, porque solo invierte el papel de opresores
y oprimidos
(nótense las comillas). Como represalia sustanciosa tiene un público más que ganado, pero si el modelo es dar la vuelta a la tortilla a base de palo en vez de un emponderamiento
real, no parece un camino a seguir.
