Nota preliminar: Esta nota fue publicada originalmente en El Correo del Golfo, periódico con base en los Emiratos Árabes Unidos, en donde el autor firma con su nombre de pila (Dixon Moya).
Es un fenómeno de carácter universal, el misterio de las prendas que se pierden en las lavadoras y que luego vuelven a aparecer, especialmente los calcetines o medias, como les llamamos en Colombia a los vestidos de los pies.
A todos nos ha pasado, que metemos diversas prendas de vestir en el aparato de lavado y luego algunas no aparecen, muchas veces no nos percatamos, cuando son individuales, pero sí lo percibimos en el caso de los calcetines, porque al venir en pareja, de pronto no aparece una de las dos piezas. En ocasiones y pasados varios días, semanas o meses, de pronto, vuelve a aparecer la media extraviada en la lavadora. No deja de ser un misterio, que algunos atribuyen a fenómenos paranormales como un fantasma o duende pícaro y divertido, que goza haciendo sufrir a los humanos habitantes de la casa que comparten.
Mi teoría racional y lógica, como escritor aficionado al género de ciencia-ficción es que hemos descubierto la verdadera máquina del tiempo y no la hemos patentado como tal. Un mecanismo que debe girar a una gran velocidad durante minutos interminables, en un medio acuoso, seguramente en algún momento coincidirá con las coordenadas y condiciones justas, abriendo un portal temporal a otra época pasada o futura.
El escritor y guionista español Javier Olivares ya comprobó que los elementos domésticos, como las puertas, pueden ser utilizados para viajar por el tiempo, en su maravillosa serie El Ministerio del Tiempo, emitida por RTVE, la televisión pública española que ha sido un éxito mundial, tanto que hasta fue vulgarmente plagiada, sin el crédito correspondiente por la misma BBC británica al adaptar la novela de la escritora Kaliane Bradley, quien claramente se basó en el argumento original de Olivares, aunque ella lo niegue, lo cual, efectivamente sí sería un fenómeno paranormal y no un robo intelectual como lo es a todas luces.
Pero regresando a las lavadoras, una advertencia para los amables lectores, que sean máquinas del tiempo, disfrazadas de inofensivos electrodomésticos, es apenas una teoría, no recomiendo que ningún lector, interesado en el progreso de la ciencia, intente meterse en una lavadora para ver si aparece en otra época pasada o futura, creo que como algunos prototipos de máquinas teletransportadoras, sólo funciona con objetos pequeños, como los calcetines. Por favor, tampoco vayan a meter a sus mascotas (mucho menos a sus hijos), pueden salir como en algún episodio de la serie animada de la Pantera Rosa, quienes tengan una edad lo recordarán, los más jóvenes lo pueden buscar en internet.
Para que funcione con humanos, habría que hacer una gigantesca inversión multimillonaria, como los gigantes mecanismos de aceleradores de partículas o el sofisticado dispositivo creado en el Condensador de Fluzo, fabuloso programa de divulgación histórica (también de RTVE) que ha sido conducido por los escritores Juan Gómez-Jurado, Raquel Martos (con quien ya había comentado este misterio universal, en el barrio universal que sigo llamando Twitter, en resistencia interna al dueño) y actualmente presentado por la polifacética Maya Pixelskaya.
Ahora bien, ya que lo mencionamos indirectamente, quizás un individuo tan llamativo como Elon Musk (para los que pensaban que los villanos de James Bond eran personajes demasiado exagerados, ridículos y estrafalarios) si llega a leer este artículo, traducido al inglés por algún ente de inteligencia artificial (si lo traduce, es porque efectivamente resulta inteligente), puede pensar que es algo serio e intentar la inversión, allá él y su dinero, puede que desaparezca en los giros misteriosos de la enigmática y doméstica lavadora.

