Esta novela no me ha gustado. Nada. Aún estando bien escrita (entiéndaseme, aquello del buen uso del lenguaje) me ha resultado tan soporífera como su propio título indica.

El argumento gira alrededor de un planteamiento bastante peregrino; los neanderthales sueñan, y en sus sueños se deslizan de un lugar a otro, de una época a otra, reinventándolas según las sueñan y poblándolas en el proceso. Sueñan porque huyen de los cromañones, dispuestos a exterminarlos y, de esta forma tan peculiar, explica el autor la repentina desaparición del hombre de neanderthal de la historia de la humanidad. Sencillamente se ha venido a vivir con nosotros, alterando de paso la realidad para que no se note mucho.

Quizá sea que soy bastante refractario a todo lo que tenga que ver con sueños y anchas vías de escape para argumentos poco sólidos, y esta novela es todo un muestrario de esto que digo; onirismo prácticamente página por página, tanto que hasta produce somnolencia, una, dos, tres situaciones apuradas se solventan cuando alguno de los protagonistas se queda hábilmente dormido y sueña que aquello no ha ocurrido. O si, pero ya no. Ya me entienden, un mal sueño.

Por ahí no puedo pasar; malamente puede estar concebida una novela si, cuando las cosas se ponen mal, a los protagonistas les basta con la huida a través del sueño para resolver el asunto. Por no hablar de las desconcertantes visitas a la centroamérica pre-azteca y al Egipto de Ramses II. Estudiadas ilustraciones históricas que, sin embargo, encuentran un forzado acomodo en la novela.

Por supuesto, esta novela no es de ciencia-ficción, fantástica a los sumo, pero de esas fantásticas a las que tengo tan poca simpatía. Es curioso, pero hace poco (a mediados de mayo) en la sección Firmas del Sitio de Ciencia-Ficción publiqué un breve artículo expresando mis dudas acerca de los artificios de los que se vale la fantasía para resolver los problemas que se le plantean al narrador. Esta novela es una clara muestra de todo aquello de lo que renegaba en el opúsculo; como ya he dicho, exceso de situaciones salvadas gracias al arte del birlibirloque, falsos onirismos, aunque en este caso más que falsos pesados y repetitivos y prosa poética o poemas prosados, que no se que me agrada menos.

Sin embargo, es en esto último en lo que Juan Antonio Fernández Madrigal (gran profusión de Juan Antonio Fernández en el panorama narrativo actual) se desenvuelve con más soltura y no termina de caer en la trampa del fárrago. Es bien palpable su dominio de la lengua escrita, y aunque peca en demasiadas ocasiones de ofrecer diálogos huecos y sin sentido, es un buen escritor, que no es lo mismo que decir un buen fabulador o un buen contador de historias, aunque como es este mi primer acercamiento a su obra no es una cuestión que vaya a entrar a valorar.

CICLO DE SUEÑOS es una de esas novelas que pueden engañar por la calidad de su redacción, pero que atendiendo a su argumento y desarrollo del mismo se queda en simplemente mediocre.

Comentar este artículo

---