
La sensación de leer algo conocido, un argumento ya visto y trillado, es un tanto incómoda por cuanto hace dudar de la propia memoria y pone en solfa esas facultades que se supone que deberían ser eternas, ¿ya he leído este libro? ¿lo he vuelto a comprar otra vez? Muy desconcertante.
Según avanzaba en la lectura de SIMULACRON-3 (Conocida en algunas ediciones como MUNDO SIMULADO) la sensación se iba acrecentando hasta que tuve la plena seguridad de que ya me sabía la historia, incluso como iba a acabar. Sin embargo algo no terminaba de cuadrarme, la tecnología, el ambiente, la forma de narrar era muy distinta a mis recuerdos, hasta que caí en la cuenta que, para mi fortuna, era mi primer contacto con el libro y que si conocía la historia era porque la película NIVEL 13 (THE 13TH FLOOR, Josef Rusnak, 1999) estaba basada en él. La ficha de IMDb lo dice muy clarito.
No obstante, las diferencias entre libro y película son bastante considerables. Entre una y otra apenas quedan los protagonistas principales, más o menos ajustados a su rol, y los distintos niveles anidados de realidades virtuales. La historia de Galouye, centrada en una sórdida conspiración de índole político, reforzada por una inminente crisis de empleo supondrá que la puesta en marcha del mundo simulado, se queda reducida en la película al thriller de carácter policial, que no deja de ser un efecto secundario de la conspiración.
La cuestión es que Horace P. Siskin, un poderoso empresario, está desarrollando el SIMULACRON-3, un simulador de mundos virtuales con el que pretende aportar a la industria un efectivo instrumento de prospección de mercado mediante el que orientar la producción de nuevos productos y servicios. Hasta ese momento, la prospección se hace a pie de calle, mediante un enorme ejército de encuestadores que asaltan continuamente a la población haciéndoles preguntas de lo más peregrino, pero orientadas a conocer el pulso del hombre de la calle. El científico que lidera el proyecto es Hannon J. Fuller, al que durante toda la novela solo se nombrará porque ha muerto recientemente, dejando en manos de Douglas Hall, su ayudante, la dirección del desarrollo de SIMULACRON-3. Sin embargo, las relaciones de Hall con Siskin no son buenas, y éste hará todo lo posible por restar protagonismo a Hall, que se perfila como un obstáculo a lo que realmente pretende convertir Siskin a SIMULACRON-3, en un instrumento de manipulación pública que le permita escalar peldaños en su carrera política.
Pero deshacerse de Hall no será sencillo. Éste sospecha de las intenciones de Siskin, pero además está sufriendo experiencias desconcertantes. La muerte de Fuller ha sido todo un misterio. La gente no solo desaparece ante sus ojos, además no hay forma de encontrar pruebas de que esa persona haya existido. Ni hay registros ni nadie le recuerda. La documentación de los progresos de Fuller sufre extrañas modificaciones, cuando no desaparece también a su vez. Nuevos personajes se presentan a Hall como viejos conocidos, aunque él no los recuerde como tales. Cuando comunica esas experiencias a la policía, esta desconfía inmediatamente de él, llegando incluso a considerarle sospechoso de la muerte de Fuller. Poco a poco el mundo de Hall se va desquiciando hasta que intuye que él mismo y su mundo, puede que no sean más que simulaciones.
Lo verdaderamente interesante de esta novela es que está escrita en 1964. Para entonces la estadística estaba bien desarrollada y no resultaba difícil avanzar tendencias a partir de los datos conocidos. De hecho ya en los años 20 del siglo XX se empezaron a definir modelos matemáticos para la predicción metereológica. Con el advenimiento de las grandes computadoras electrónicas durante los años 40 y 50 la velocidad a la que se podían realizar esos cálculos se multiplico de forma prodigiosa, y de ahí a suponer que no sería imposible simular toda una sociedad en las tripas de aquellos inmensos artefactos había un camino muy corto.
Aparte del mayor o menor acierto de Galouye al predecir en una época tan temprana la realidad virtual, el interés de la novela está en la paranoia que Hall va desarrollando según avanza, el desconcierto ante la posibilidad de que él mismo pueda no ser real más que dentro de un entorno que no es real, la desconfianza ante cualquiera que se le cruce, que o bien puede ser un esbirro de Siskin, empeñado en destruirle, la policía, cada vez más convencida de que él asesinó a Fuller y probablemente a los misteriosos desaparecidos, e incluso un enviado del nivel superior
. Aunque no incide mucho en ello, también plantea el problema filosófico acerca del libre albedrío de las entidades que habitan en SIMULACRON-3, una vez que son autónomas y conscientes de si mismas ¿qué derecho tiene el operador a destruirlas o variarlas según necesidades superiores
?
Escrita en un estilo claro y directo, muy novela negra años 50, aún no influida en la forma por los excesos de la new wave, SIMULACRON-3 aventura una realidad más inquietante aún que la de los estados alterados tan queridos por esa corriente literaria, la de que la percepción de la realidad sea exacta y precisa, pero que esa misma realidad sea un simple artificio al servicio de supraentidades caprichosas. Una realidad falsa hecha a imagen y semejanza ¿de qué?
El contenido de este texto puede ser total o parcialmente reproducido sin autorización explícita y previa del autor y bajo cualquier medio de comunicación siempre que se den las siguientes condiciones:
- Debe incluirse la totalidad de este pie de página.
- No puede modificarse, con la excepción de correcciones ortográficas, tipográficas o de traducción a otro idioma, y nunca excepcionando las correcciones de estilo, contextuales o gramaticales, de las cuales se hace responsable el propio autor en el texto original.
- El autor no renuncia a sus derechos de propiedad intelectual legalmente constituidos y se reserva la posible reclamación oportuna siempre que el medio en que se reproduzca reporte beneficios económicos de cualquier tipo.
Publicado originalmente el 10 de marzo de 2013 en www.ciencia-ficcion.com