Del Hogar-Mundo a la Colmena Dédalo
En que la velocidad del tiempo político excede las expectativas que trazo, lo que pensaba subir el lunes ya está envejeciendo así que con un leve adelanto al sábado subo este post: No cabe duda que atravesamos uno de esas series de acontecimientos que marcan la historia nacional y regional, no sólo por la cantidad de cadáveres que se amontonan a los pies de la presidenta sino por lo que se escucha proferido por la gente en las marchas, el texto rescatado de Enrique más allá de su complejidad combinatoria de filosofía, arquitectura, relaciones familiares y ciencia-ficción apuesta por lo diafanidad plástica de lo relatado que articula todos los temas; pareciera que por allí va una respuesta: ligar los múltiples componentes del alma peruana para remontar este momento difícil, lo cual lleva a extirpar el congreso, la renuncia de Dina Boluarte, convocar a elecciones y lanzar al basurero esa constitución entreguista y patronal que impusiera el sátrapa, reemplazándola por una acorde a los tiempos de cambio que vivimos, por eso la reseña de la deliciosa novela de Prochazka aparecía como la alternativa correspondiente.
La primera impresión, vívida, fue de desconcierto y a medida que profundizaba en la lectura aparecían múltiples guiños culturosos hacia la ciencia-ficción: Hal como el ordenador de 2001, Aleister el hijo como Crowley, Clarke el mayordomo como Arthur, y proliferaban las comparaciones, con CASA INTELIGENTE de Catherine Willheim, con el relato de Ballard LOS MIL SUEÑOS DE STELLAVISTA, con la mansión de troncos Sara Risa de la novela UN SACO DE HUESOS de Stephen King o esa frase que parece de Brecht Lo mismo asesina una casa que un hacha
que me parece recordar de EL HUEVO DE LA SERPIENTE de Ingmar Bergman en un típico momento Mandela, porque no aparece ahí.
Conceptualmente el diseño resbalaba hacia el Bauhaus, los suprematistas y la arquitectura funcional de Aalto y Tange pero mezclados con la desmesura de la Torre de Babel (y si, había un regusto a Ted Chiang), y la combinación estilística de la Brasilia como urbe y del JUEGO DE LA GENTE como novela de John Brunner, en fin que era como un cebiche mixto tan nutrido de especies que uno se quedaba largo rato anonadado no por la amnesia del protagonista sino por la versatilidad deliciosa de los sabores evocados.
Rememoré cuando atacaba los suntuosos párrafos iniciales del ULISES de Joyce y la parvedad de mi mente que me obligaba a degustar por oleadas, quiero decir cuando el aluvión de ideas amenazaba sofocarme me detenía y me dedicaba a imaginar por puro gusto durante un rato. Allí comprendí algunos comentarios sobre la densidad de Enrique, no por que fuere pesado leerlo, sino por que alude a la combinación surtida de capas que cubren cada línea como un hojaldre... ... O como un Esponja de Menger, que se dispersan cual hormiguero enloquecido bajo la piel de las frases cuando uno las penetra, lo cual une al regocijo explorador con la sensualidad del descubrir, por ejemplo, que el personaje da un salto hacia el futuro de 15 años a través de un bucle o lazo temporal, cuya explicación será uno de los motores de la novela (aquí ipso facto derivamos al debate sobre ciclo, flecha o espiral del tiempo según Jeremy Rifkin, vinculado además a la figura de Hal como analista simbólico
, quizás por eso lo primero que pide apenas nace
es un psiquiatra o analista de la psiquis).
Lo que nos asombrarán serán los motivos para que sufra tal aceleración, perceptible en el rimero de chispas en forma de recuerdos que lo deslumbran, reminiscencias de acontecimientos, quizás no sucedidos, pero sin embargo acumulados en el olvido y el deterioro del cuerpo.
Quisiera referirme a que recurrir en el mismo capítulo y en el marco de una terapia psicoanalítica, a la geometría obscena y enloquecedora de las ruinas de los templos lovecraftianos y al holograma de Pribram (págs. 40-42) demuestra la intención de fusionar filosofía con ciencia, literatura con psicología, de crear un campo común de encuentro para repensar el mundo, está señalado en apotegmas como: reconstruir el concepto (de arquitectura) a partir del ladrillo
, o sea (como diría un estudiante universitario) en romance hologramático se puede ingresar por cualquier ángulo y por cualquier sitio con imagen integral, enfoque holístico, metodología sistémica y actitud prospectiva y recrear el universo literario y ese retorno al origen será otro de los leit motiv del texto. Hay que leerlo al resplandor de la frase Entonces la Casa lo atacó
.
El plano de la comunicación intercepta con los demás, y de que manera. Recuerda a alguien que ha sido privado parcialmente de los procesos que culminan en la conciencia de ser y que trata de recuperarla y reorganizar su patrón organizativo, en un juego que se desintegra frecuentemente con las formas y sombras incluidas en los planos, molduras, esquinas y paredes de la Casa. Y que tienden a reemplazar a cualquier otra experiencia en un borrado permanente para que emerja una única lectura: la de la Casa, que se va convirtiendo en una omnipresencia, en un encierro, en una prematura erosión de la vida, en una cuasi muerte.
Dediquemos un párrafo a la disquisición filosófica: Hal parece debatirse entre el estrecho haz constituido por los efectos de la entropía y el paisaje tumultuoso del magma envolvente y omnipresente del tiempo como creador, para evadirse de la comprensión de la una y escamotear la presencia del otro llega en su ayuda la amnesia. Previamente elude tomar contacto de manera inmediata con el fluir temporal en una actitud que lo aproxima a la negación del campo de presencia
de Merleau-Ponty.
Además carece de intencionalidad, se deja arrastrar por la espuma cuántica de los hechos, ha borrado su conciencia pero continúa como sujeto cognescente, a pesar de la ausencia de las proyecciones de retención y protección. No obstante, se distiende y se extiende desde las relaciones iniciales con su hijo, por lo cual quizás Husserl habría querido revisar las categorías que sostienen a Hal... ¿o lo protuberan? No quepa duda: el sedimento filosófico ricamente condimentado es otra de las directrices de Enrique, su humus es el tiempo, la identidad del ser, la realidad del mundo y el amor que asoma, aunque atado a exigencias no sólo emocionales sino cardinales.
Tampoco puedo dudar del sentido del humor que empapa casi cada párrafo, por ejemplo, aceptar la arquitectura como koan, en su versión de adivinanza para descifrarla y leerla o como manual de instrucciones para discípulos que les permita guiarse hacia la solución del fantasmal laberinto lovecraftiano en que por momentos parece transformarse la mansión (quizás por ahí, aparezca un vínculo con la Casa Encantada en LA COLINA de Shirley Jackson)... o como un ejercicio de sinestesia donde los ecos permiten atravesar la opacidad de lo visionado para arribar a la transparencia, o quizás que los ejercicios gimnásticos conviertan al cuerpo en una puerta sobre las dimensiones extraviadas, pero actuantes en esa peculiar morada.
La críptica interferencia entre protagonista y mansión por otro lado tiende a menoscabar o diluir la distancia entre realidad y creación artística, ya que de cierta manera elusiva, tras la amnesia, Hal es su propia reconstrucción, eso si, azarosa y con líneas desactivadas, que tendrá que descubrir por que no existen planos ni gráficos de referencia; y la perplejidad se entroniza como argumento que justifica el límite que brota, a medida que la gestión efectuada semeja dilucidar el enigma de por que la obra arquitectónica posee un único lector... aunque sea en monólogos lanzados en el río de las épocas diversas del futuro.
En síntesis, lo que Enrique ofrece en un palimpsesto complejo y fractal (casi un teseract) en el cual se inscriben los distintos procesos de interacción entre paisaje, volumen, diseño, transcurrir del acontecer y personas que los moran y recorren para recibir significados (como androides cuya argumento utilitario consiste en dejarse imprimir sentido por la Casa) y un demiurgo (Hal) que lo interpreta jugando con cierto dramatismo a una reinterpretación permanente, mediante un lenguaje especial expresado en un poema (cuya descripción lo acerca al pastiche desopilante), y que conduce indefectiblemente al laberinto como cárcel y al núcleo blanco de la nada, simbolizado por el itinerario de iniciación en territorio inexplorado (al norte del Círculo Polar Ártico), el encuentro con el chamán que maneja las técnicas arquitectónicas y el hallazgo del motivo que después se ocupará en reproducir.
Hay temas que no revelo para evitar predisponer al lector, pero advierto que el final resultará una sorpresa, una evasión de la órbita aparentemente prefijada, ya que no se consumará el sacrificio pero si estallará blandamente el amor paternal.
La lectura deliciosa y con tendencia a la explicación erudita teñida de burla, nos mantiene lúcidos, lástima que sea tan corta, pero así dice lo que quería su autor exponer. Agrego que la edición pulcra y límpida, lo suficientemente fuerte como para que uno no dude de leerla en el autobús y con la calidad suficiente para que se desee compartirla, es un elemento más para gozar de su lectura. Incitante, extraña y altamente recomendable.

Un libro que mereció elogios de escritores y críticos de la talla de Francisco Ángeles, Ivan Thays y Javier Agreda, al punto de ser considerado La Novela del año 2004. Si bien se trata de excelentes comentarios que revelan aspectos significativos de CASA, a los comentaristas ya citados se les escapan algunos aspectos, precisamente aquellos que permiten una lectura más enriquecedora de CASA. Y es que, a estas alturas del siglo XXI, simplemente ya no se puede ignorar a la ciencia-ficción (como pretende mas de un consagrado), aunque la obra parezca no pertenecer al género... aparentemente.
A grandes trazos, la trama puede resumirse así: Hal Durbeyfield, famoso arquitecto y creador de la corriente denominada albismo, despierta un día sin recordar lo ocurrido durante los últimos quince años de su vida. Así pues, de golpe, debe asumir que sus hijos son ya adolescentes y que ha enviudado. Además, debe acostumbrarse a vivir en la casa del título, construida bajos los principios del albismo y que esconde más de un secreto. Un gran apoyo es el eficiente servicio de su mayordomo, Clarke ...
Ahí está una de las claves. Hal y Clarke. Hal nos remite, obviamente, a HAL 9000, la computadora que asesina a los astronautas de la nave Discovery en 2001, ODISEA DEL ESPACIO, novela escrita por Arthur C. Clarke y adaptada para el cine por Stanley Kubrick.
Con estas pistas, podemos ahora leer la novela desde una nueva perspectiva. La casa ofrece grandes superficies pintadas de un blanco deslumbrante y acaso aséptico, como los interiores de la nave Discovery mostrados en el film de Kubrick. Más aún, el despertar de Hal (ojo con este detalle, al que volveremos después) remite al extraño espacio-tiempo al que accede el astronauta Bowman luego de cruzar el Monolito en 2001.

Así, podría decirse que CASA empieza con el despertar de Hal, Hal Durbeyfield, que bien podría ser un aspecto de HAL 9000. Recordemos que en 2001 la computadora es desconectada temporalmente. Dicha desconexión, ¿qué efectos puede tener en una inteligencia artificial? ¿Es como la muerte? ¿O es que HAL sufre también la influencia del monolito en el espacio, y se le hace vivir algún tipo de experiencia? ¿Y no podría consistir esta experiencia en despertar como un reputado arquitecto, sin memoria de los acontecimientos recientes... pero siempre bajo la batuta de Clarke? Después de todo, HAL 9000 es un producto de la imaginación de Arthur C. Clarke, por lo que bien podría decirse que habita la casa de sus pensamientos.
Volviendo al Hal protagonista de CASA, resulta que además de tener que volver a relacionarse con unos hijos que recuerda como niños, descubre que la morada que el mismo ha diseñado tiene además una serie de trampas (los inquietantes espantapájaros) y cuartos secretos... Es decir, su entorno familiar, edificado por el mismo, se convierte en un espacio prácticamente alienígena, al cual debe volver a adaptarse para recuperar la clave de su existencia, siempre y cuando la casa se lo permita. Como los astronautas de la nave Discovery, ahora resulta que Hal (Durbeyfield) puede convertirse en la víctima de su propia creación.
Por cierto, no quiero decir que CASA se lee como una continuación de la novela de Arthur C. Clarke, sino que la relación entre los personajes Hal y Clarke es más relevante de lo que parece. Clasificarla es un reto que no creo poder asumir, sin embargo, estas referencias a una de las obras capitales de la ciencia-ficción escrita y cinematográfica son ya una muestra de lo que un talento libre (recordemos el, al final, improductivo debate entre andinos y criollos) puede ofrecer a nuestro panorama literario. Ivan Thays se refirió a esta novela como un tanque de oxígeno para la literatura peruana. Yo diría que es toda una nueva atmósfera, una bienvenida ruptura con lo ya conocido hasta el hartazgo. Será por eso que no lo incluyeron en el debate (curiosamente, tampoco a José B. Adolph o Juan Rivera Saavedra).
Eso si, cabe precisar que el lector flojo (el lector hembra, que diría Cortázar) difícilmente podrá disfrutar de Casa en su totalidad. La cultura filosófica que se trasmite en cada página está fuera del alcance de quien busca malditismo efectista o chauvinismo trasnochado.
Quizá me aventuro más allá de lo que es el texto y de lo que se supone debe ser una reseña. Solo quiero expresar, de manera harto incompleta, el efecto que esta novela me ha causado. Todos los elogios son más que merecidos, Enrique Prochazka ha escrito una magnífica novela. Y por suerte, está escribiendo más.