
El ciberpunk tuvo su época de esplendor, una fulgurante carrera y ahora medra entre el olvido y la nostalgia, y no voy a decir el oprobio, pero si la negación, cuales Judas, de sus mas característicos cultivadores. Finalmente ha dejado poco más que una estética y un puñado de novelas y relatos de dudoso interés, como literatura y como ciencia-ficción.
El problema del ciberpunk fue que al intentar extrapolar las cuestiones sociales y tecnológicas de su tiempo a un futuro indeterminado, pero muy negro para los protagonistas de sus historias, solo conseguía hacer un retrato de lo más sórdido que había en el momento adornado con un poco de tecnología, mas fantasiosa que funcional y conceptos tan poco acertados como ridículos. ¿Quién no tiene presente la típica escena en la que el mega-hacker de estudiada pose vital ¡¡compra!! los programas que le servirán por introducirse en las más enredadas redes? Independientemente de que la tecnología propuesta sea, como poco, novelera, de lo que si peca el ciberpunk es de un candor asombroso teniendo en cuenta lo terrible de las situaciones vitales que relata. El ciberpunk no dejaba de ser pretendida novela social escrita por autores comprometidos que no habían pisado, ni de lejos, los escenarios que retrataban y que finalmente acabaron copiándose los unos a los otros hasta el aburrimiento.
En este volumen, en el que Manuel Diez despliega una prosa pulida aunque, el cjberpunk manda, grandilocuente, se puede decir que hay mas de lo mismo, aunque con interesantes particularidades
CUANDO LOS DIOSES MUERAN es el relato de las consecuencias dé la enésima revolución industrial y el desalentador retrato de un supuesto artista, tan pagado de si mismo, que es incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos y acaba por optar por el camino fácil esconder la cabeza y huir. Por no hablar de lo inverosímil de la propuesta; digamos que alguien inventa un chisme que genera música (no es exactamente eso, pero permítaseme llamarlo así) y van los músicos y se quedan sin trabajo casi de un día para otro. Como relato nostálgico de una época perdida está bien, pero como reflejo de una realidad, no.
CORAZONES DE OBSIDIANA es un rutinario relato sobre corporaciones insensibles y las guerras comerciales que mantienen entre ellas. Como virtud del relato esta su ambientación luminosa y la originalidad del escenario propuesto; un México militarmente triunfante sobre unos venidos a menos Estados Unidos
RIO DE ACERO ARDIENTE cuenta la vida y milagros de uní banda de pequeños delincuentes, entre fenómenos de fería y muestrario de cirujano plástico, que sobreviven a base de pequeños golpes entre la brutalidad, la droga. Más corporaciones malosas que pasan por encima de todo sin importarles nada y la lucha perdida del débil contra el fuente.
VECTORES DE INTEGRIDAD es el típico relato ciberpunk críptico y casi incomprensible. Otra de corporaciones malosas y obreros especializados que pasen su tiempo de ocio entre el sexo, la droga y coqueteando con cosas que no deben. Así pasa luego lo que pasa, que te reeducan por travieso.
Para terminar el volumen LAGUNAS DE KIRKWOOD. Este relato ya dio que hablar en su tiempos por el original castalán, o catallano, como se prefiera, que Manuel se inventa para una Barcelona degradada hasta lo inimaginable y dominada por, adivínenlo, ¡¡mas corporaciones malosas!! a las que molesta un canal pirata de televisión con el que, por supuesto, quieren acabar. O no.
Este será un volumen muy del gusto de los amantes del ciberpunk, a mi me ha dejado bastante frío, pero es lógico, no tengo ninguna simpatía por esta tendencia.
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Publicado originalmente el 7 de noviembre de 2004 en www.ciencia-ficcion.com