
Es una cosa que he hecho desde siempre (o al menos esa impresión tengo) pero parece que me dedico más en los últimos tiempos a la arqueología bibliófila, al rescate de piezas de hace 20, 30 ó 40 años de las garras del reciclaje o la podredumbre de un vertedero. Libros añosos y, en la mayoría de los casos, amarillentos que se acabarían desmenuzando bajo el sol de injusticia al que se ven expuestos en las plazas domingueras de un rastro o, contrariamente, totalmente olvidados en la oscuridad del fondo de la estantería polvorienta de una librería que nos ofrece literaturas de segunda mano, aunque preocupándose muy poco por airear el material. Se van extinguiendo en estos lugares, hasta que un compañero de secta, tras un largo rebuscar, o quién sabe si en un latigazo de fortuna que le ha hecho acudir al lugar adecuado en el minuto acertado, los rescata y los saca a la luz; descubre la pieza, la cobra y la incorpora al fondo trabajosamente construido de la biblioteca personal. Los libros tienen que rodar y rodar, y ser disfrutados por diferentes personas, ése es su destino. Nosotros nos iremos y ellos seguirán rodando; ¿quién sabe las manos por las que ha pasado este HORROR EN EL ESPACIO que acabo de leer y me dispongo a comentar? El alma de los objetos (y sobre todo de los libros) es un tema más propio de disquisiciones filosóficas, y no tengo ni suficiente entidad ni ganas para meterme ahora en semejante berenjenal.
Aunque materializa el número 19 de una vieja colección de terror de la editorial Molino, este HORROR EN EL ESPACIO de terror, horror o similares, tiene bien poco. Puede catalogarse sin más de otra de las innumerables recopilaciones de relatos de ciencia-ficción que, bastante troceadas y desperdigadas, pueblan la Historia de nuestras ediciones del género. Y está compuesta por:
- EL PLANETA ATEMORIZADO, de Sydney Austen
- NOSOTROS, LOS INVISIBLES, de Frank Belknap Long
- EL POLVO SOMNÍFERO DE MARTE, de Manly Wade Wellman
- LA FIERA Y LA BELLA, de Poul Anderson
- EL SECRETO DEL RAYO, de H. H. Harmon
- EL DÍA DEL DRAGÓN, de Guy Endore
En el relato de Austen, un hombre de cro-magnon huye de la persecución de su misma tribu, cuando tropieza de narices con una espacionave llegada de Mahlo. La abducción, en este caso, es más que consentida por la primitiva víctima, que viaja hacia lo desconocido. El relato utiliza el tema aún atractivo del enfrentamiento entre lo prehistórico y lo tecnológico; la confrontación entre el instinto humano puro y el adormecimiento que conlleva el extremo desarrollo futuro. Pero se trata de un argumento apenas esbozado en un cuento escaso en palabras, y no deja más que una sensación de estar escrito a vuelapluma.
Con Belknap Long sí topamos con lo más parecido al horror en esta antología o, mejor dicho, macabro o grotesco, muy del estilo de este autor y de los típicos pulps en los que desarrolló su obra. Se trata de un relato que aúna el cientifismo algo inocente con ciertas insinuaciones a una dimensión que existe más allá de nuestro entendimiento y algunos detalles siniestramente lovecraftianos. Es un texto deshilvanado y errabundo, que salta de una escena a otra abruptamente, y no tiene un punto final muy claro. No es un gran relato, vaya.
Un anticuado cohete de línea, una princesa, un joven piloto amargado y un marciano totalmente camp (como de cromo vistoso de MARS ATTACKS!) son los elementos puestos en danza en el gracioso EL POLVO SOMNÍFERO DE MARTE, que es la mayor prueba de la inutilidad de la palabra horror en la portada. Más bien se trata de una aventuresca historia espacial, una narración cósmico - cómica con extraterrestre muy malo, pero también muy torpe, incluido. Mejora un poco el nivel de los dos relatos anteriores.
Es con LA FIERA Y LA BELLA, sin embargo, con el que la recopilación mejora sustancialmente lo que nos ofrecía hasta el momento. Solo con la primera media página de lectura ya nos damos cuenta de estar ante un verdadero excelente relato de ciencia-ficción, un estudio de ideas que explora el tema de la sociedad perfecta, del aburrimiento y de las indefensiones a las que esa sociedad perfecta conduce. Dos historias se cruzan en un cuento que deja, ciertamente, un regusto pesimista; un trabajo de notable alto.
EL SECRETO DEL RAYO, en comparación, desmerece bastante lo anterior. Es un brevísimo relato en el que el misterio no dura más que seis o siete páginas (casi todas las que lo forman), una historia de extraterrestres, simplemente, por no extenderme más. Tópica, del montón, sin nada que destacar especialmente.
Para hacernos terminar la lectura del libro con un buen sabor de boca, EL DÍA DEL DRAGÓN es un buen relato que sí merece la pena. A partir del descubrimiento de un sapo que, se dice, puede tener un billón de años, un oscuro científico se involucra en una investigación personal, mitad venganza, mitad sueño ocultista, que conduce a la evolución de unos caimanes en... eso. El argumento no es más que una fantasía científica descabellada, pero magníficamente planteada y narrada, con oficio de auténtico escritor de posibilidades. Un postre delicioso para rematar la lectura.
Bueno, resumiendo, estamos ante una antología discretita, fácil de olvidar, sólo salvable por ese notable alto de LA FIERA Y LA BELLA, y el buen cuento que es EL DÍA DEL DRAGÓN. El resto no pasa del suficiente, y se trata de relatos mediocres o, si se quiere, de relleno, aunque es una expresión que no me gusta mucho, por lo despectiva que resulta. La traducción tampoco es de las mejores que recuerdo, pero está en la línea de lo que se hacía por aquellos años. Y eso es todo, amigos...
P.D: Seguiré buscando, estoy seguro de que existen muchos libros amarilleando al sol, perdidos, pasando por innumerables manos que los soban sólo un momento y los dejan caer de nuevo en el pozo de la soledad. Algunos merecerán ser rescatados y alojados durante un tiempo en agradable compañía de otros... hasta que su asilo se acabe y empiecen de nuevo a rodar, y rodar...