Aunque suele ser habitual manejar el factor mental
dentro de los argumentos de ciencia-ficción, no siempre suelen estar bien enfocados, o al menos, tomados con la seriedad que merecen. Lo normal es que nos encontremos ante telépatas o personajes poseedores de poderes mentales de algún tipo, o bien ante individuos alucinados que apenas distinguen la realidad de la fantasía. Pocas novelas, como FLORES PARA ALGERNON, tratan de una forma más o menos seria la problemática del enfermo mental (aunque siendo estrictos, Charlie no tiene realmente una patología). Así que e más habitual el recurso de los superpoderes o directamente de la locura.
Greg Bear imagina en esta novela un futuro en el que el tratamiento de las enfermedades mentales ha llegado a un alto nivel. Quienes se somenten a tratamiento desarrollan unas personalidades racionales y equilibradas, y en cierto modo en algo parecido a una élite de individuos sensatos. Por supuesto que no todo el mundo necesita estos tratamientos, pero los talentos naturales
quedan cada vez más apartados en una especie de cordón sanitario.
Esto lleva a que la sociedad sea a su vez más apacible y pacífica, casi no hay criminalidad, y la poca que hay, está delimitada y controlada. Por eso, el que Emmanuel Goldsmith se convierta en un asesino en serie supone un trauma bastante importante. Goldsmith desaparece, lo que por un lado lleva a la inspectora Mary Choi a buscarle por medio mundo, y por otro al psiquiatra Martin Burke a intentar desentrañar las causas que le han llevado a descontrolarse de tal manera.
Por si esto fuera poco, tenemos a la nave Axis explorando el sistema de Alpha Centauri B buscando vida inteligente. Al mando está una IA que también tiene sus problemas mentales
puesto que desde la Tierra se sospecha que ha alcanzado una cierta autoconsciencia.
Todas estas maravillas, a las que hay que sumar que Choi es una transformista, modificada genéticamente, están basadas en el uso intensivo de la nanotecnología.
Creo que la novela se puede leer a varios niveles. Por un lado la deshumanización progresiva que ya estamos viviendo y que con el tiempo nos llevará a cuestionar cual es la verdadera naturaleza del ser humano. Tanto los tratamientos mentales, como las modificaciones a las que se somete Choi van más allá de la mera curación, y sirven para modificar profundamente a los humanos, convirtiéndolos en otra cosa. Igualmente la IA de Axis sirve para cuestionar la propia definición de humano como ser pensante. Si realmente resulta que tiene consciencia ¿no será también una inteligencia a la que habrá que definir derechos y deberes? ¿Será posible que se pliegue a seguir sojuzgada
por sus creadores?
La novela es ambiciosa, tocar tantos temas y de una forma más bien compleja también tiene sus problemas. Quizá Bear se dispersa demasiado con tantas tramas y no acaba de culminar adecuadamente todas ellas, no por que no las cierre, o la forma de narrarlas carezca de interés, sino porque a lo mejor las expectativas se van acrecentando y finalmente no se terminan de cumplir. Aunque eso no significa que la novela esté mal, para nada, aunque quizá menos focos de atención la hubieran beneficiado.
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