Creo que merece la pena reivindicar una historia como 2010: ODISEA DOS. He escogido deliberadamente la palabra historia
porque me referiré tanto a la película como al libro. (Advierto que hay pequeños spoilers
en el texto).
Gran parte del motivo de que 2010 esté un tanto olvidada supongo que es el cargar con el peso de ser la hija de quien es: nada menos que la sucesora de 2001, UNA ODISEA ESPACIAL, una de las grandes películas de la historia, un momento cumbre en el cine de ciencia-ficción y un muy respetable libro que fue al fin y al cabo el germen de todo lo que Kubrick hizo después. 2001 es excepcional, sin duda, aunque no resuelve ni uno solo de los muchos misterios que plantea. No quiero decir que esto sea malo, en absoluto, creo que es una forma de hacer pensar al espectador y animarle a buscar las respuestas, o incluso a aceptar lo que ha visto como una imitación de la vida, en la que no siempre tenemos las soluciones a todo lo que nos gustaría. Sin embargo, es justo mencionar que una obra que no tiene que resolver ningún interrogante es una actividad más relajada que una obra en la que mil y un detalles tienen que acabar encajando con precisión de orfebrería. 2010 no es la solución de todos los enigmas pero sí un paso claro en esa dirección.
En 2010 tenemos al mejor Clarke, al que es capaz de contar una historia con personajes interesantes combinados con la precisión científica que siempre ha caracterizado a este autor. Respecto a los personajes, tengo que decir que me encantan las historias de tripulaciones en el espacio, su interacción, sus personalidades, y que Clarke, con la sagas de 2001 y la de RAMA, ha sabido hacer esto excepcionalmente bien (en RAMA con la muy buena colaboración de Gentry Lee). La parte científica es admirable, por supuesto. Considero todo un acierto el cambiar Saturno por Júpiter para seguir por donde tiró la película de 2001. Europa, el satélite joviano, se convierte en una pieza clave y con razón, pues está considerado uno de los mundos del Sistema Solar más prometedores para albergar alguna forma de vida.
Me gusta mucho cómo se explica el aparente mal funcionamiento de HAL 9000 y las apariciones de nuestro querido Dave Bowman, quien se acaba fusionando con HAL, los dos enemigos de entonces ahora reconciliados en una unión que por cierto invierte los papeles habituales: no es el hombre quien descarga su conciencia a la máquina, motivo relativamente frecuente en la ciencia-ficción, aquí es Bowman, convertido en una entidad muy superior a HAL, quien accede a elevar a la máquina fusionándola consigo mismo. Rompedor esquema y eso que la novela tiene más de treinta años.
2001 era (entre otras muchas cosas) una exploración de los diferentes estadios de la evolución de la humanidad y cómo la tecnología ha guiado nuestro desarrollo: nuestra condición de homínidos primitivos que descubren en un hueso la primera herramienta, los seres humanos actuales y sus complejos ordenadores y un hipotético estadio futuro, espiritual, un salto adelante hacia otra especie en la que los límites de la anterior se difuminan por completo. 2010, por su parte, muestra a una humanidad en un nivel parecido al actual, junto a un Bowman en un estadio superior, representante de un colectivo de entidades como él (¿o incluso superiores a él?) que lo que buscan es cuidar y estimular la vida, de manera análoga a como hicieron con la humanidad con los monolitos. Clarke se alinea pues con esa corriente de pensamiento que opina que una civilización avanzada tiene que ser una civilización con elevados estándares éticos (opinión que quien esto escribe también apoya, aunque entiende las posibles reticencias).
En resumen, que recomiendo efusivamente 2010, como continuación de una historia apasionante, como ciencia-ficción hard y especulativa de la buena, como una posibilidad de disfrutar de un elenco de personajes realmente bien construidos y como parte de esa ciencia-ficción de tipo teológico
, en palabras del genial físico británico Freeman Dyson.
El mayor problema de 2010: ODISEA DOS es que se trata de la continuación de una obra maestra sin paliativos como es 2001, UNA ODISEA ESPACIAL. Cuando un libro o una película alcanzan la categoría de mito, siempre hay quien pretende filmar o escribir una secuela. A veces sale bien, como por ejemplo en la saga del doctor Quatermass o en Star Wars. Pero cuando la obra madre es realmente insuperable, cuando sus valores están más allá del mero éxito de público y crítica, cuando se convierte en una verdadera obra de arte, las continuaciones sólo sirven para recalcar más aún la genialidad del original. Esto es lo que ocurre con esta novela. Intenta ser una digna continuación de 2001 pero no logra en ningún momento zafarse de la sombra de su ilustre predecesora.
2010 es una novela correcta, casi me atrevería a afirmar que buena, pero sólo eso: una novela más surgida al calor de uno de los grandes clásicos de la literatura de ciencia-ficción. Lo mejor de 2010 es que su autor es el mismo de la obra original, y eso ya es de por sí una garantía de calidad literaria, no en vano la prosa de Clarke es de las más brillantes del género.
La novela narra la extraordinaria aventura de la nave soviética Leonov, a bordo de la cual viaja una tripulación mixta, rusa y norteamericana. Su misión no es otra que viajar hasta el sistema joviano y contactar con la nave americana Descubrimiento, abordarla y averiguar qué fue lo que ocurrió para que se perdiera todo contacto con ella, y, si es posible, reactivar sus sistemas de propulsión y enviarla de vuelta a la madre Tierra. La tripulación de la Leonov también debe intentar localizar el extraño artefacto alienígena (el archifamoso monolito negro) e investigarlo en la máxima extensión posible empleando sensores remotos. Mientras la Leonov inicia su peligrosa travesía, en la vieja madre Tierra se agudizan las tensiones internacionales y se presiente en el horizonte la amenaza de la guerra.
El argumento, como puede verse, es bastante interesante, y hasta hay un pequeño guiño al lector. Eso de que los Yankis, siempre tan pagados de sí mismos, se vean obligados a realizar una misión conjunta con los rusos (¡en una astronave soviética!) parece casi una broma, y representa una auténtica cura de humildad para los hijos del Tío Sam. Porque, aunque están ensamblando en órbita su propia nave, la Descubrimiento II, los norteamericanos son conscientes de que no podrán terminarla antes de que los soviets se les adelanten, llegando a Júpiter con su Leonov, por lo que nos les queda más remedio que tragarse su orgullo por una vez y colaborar con sus viejos rivales. Respecto a la cosmonave, Clarke la bautizó con este nombre en honor al general Alexei Leonov, uno de los más grandes cosmonautas de la historia. Precisamente el libro está dedicado a Leonov y al Premio Nobel Andrei Sajarov, dos de las personalidades más admirables que dio al mundo la extinta URSS. Clarke nos describe la nave, a través de los ojos de Heywood Floyd, como un artefacto bastante feo, muy alejado de la estética de los maravillosos vehículos espaciales que vimos en la inmortal película de Kubrick. Su tamaño es muy reducido, apenas cincuenta metros de eslora, y no dispone de sección de rotación, por lo que los tripulantes se encuentran en todo momento en gravedad cero. La Leonov de la versión cinematográfica, dirigida por Peter Hyams en 1984, era mucho más aparente, con su gran sección rotatoria y su espectacular diseño, muy similar al de las naves de la Alianza Terrestre vistas en Babylon 5.
2010: ODISEA DOS es una novela discreta, pero su argumento es lo bastante absorbente y misterioso para atraer la atención del lector, aunque resulte algo lenta en algunos pasajes. Lo mejor de las novelas de Clarke es su credibilidad. Pocos autores poseen su bagaje científico, y eso se nota en cada página, casi en cada frase que escribe. Una novela de Clarke es una ficción futurista, pero los adelantos tecnológicos que describe son perfectamente realizables en un futuro más o menos próximo. La corrección científica de que hace gala en sus obras es digna de admiración y muy instructiva. La descripción del viaje espacial, el retrato de la vida a bordo de la Leonov y la información que nos proporciona sobre el sistema joviano tienen un aire inequívocamente didáctico y contribuyen a hacer la lectura mucho más interesante. Pero a pesar de todo esto, 2010: ODISEA DOS no puede distanciarse en ningún momento de su condición de secuela forzada, de obra de encargo realizada con fines estrictamente comerciales.
¿Necesitaba 2001 una continuación? Probablemente no. Pero permítaseme terminar con una reflexión personal sobre el tema de las secuelas. Siempre he sido partidario de las continuaciones, aunque reconozco que en algunos casos muy específicos están de más. Y este es uno de ellos. Con 2001, UNA ODISEA DEL ESPACIO ocurre como con LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ: es una obra tan perfecta, tan mítica, que no necesita para nada una continuación, por mucho que todo parezca quedar en el aire al final. No obstante, esta obrita de Clarke, sin ser nada del otro mundo, puede agradar a quien sienta interés por saber qué pasó tras la sin par 2001. Pero que nadie se llame a engaño. 2010 parece ofrecer mucho, pero al final se queda en un poco más que nada. Como continuación de su gloriosa predecesora resulta francamente decepcionante.
Película mejor que libro
Tanto el libro como la película vienen a contar más o menos lo mismo, pero en la película le saben dar mucha mas emoción/interés.
Es mucho mas emocionante ver a Max achicharrarse cuando se acerca al monolito (que a mi juicio según lo que se cuenta no debería pasar), que ver a los Chinos morir en Europa.
Y para que engañarse, queda mejor el mensaje acabado en compartan todos estos mundos en paz
en plan final feliz, que menganito y menganita se han liado y se van a casar
.
2001, UNA ODISEA ESPACIAL
2010: ODISEA DOS
2061, ODISEA 3
3001: ODISEA FINAL
ALCANZA EL MAÑANA
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