Siempre recordaré COSMO como una de las novelas que mas me ha costado terminar. Casi tanto como 334 de Dish... y aquello si que fue una cuestión de voluntad mas que otra cosa. Realmente, para una persona que suele despacharse un libro en cinco o seis horas, tardar mas de un mes en concluir con una obra es casi saltar a escalas de tiempo geológicas. Y no puedo decir que no estaba avisado: cuando en la contra portada de un libro veas que esta avalada por Marvin Minsky, del MIT y Freeman Dyson, puedes estar razonablemente seguro de que no vas a leer una space opera de ritmo trepidante. En realidad, esta fue una de las primeras cosas que me llamaron la atención: la ausencia de la critica literaria de turno en el exterior. Hasta que al cabo de un par de semanas descubrí que en la portada, en letra mas pequeña que la de algunos contratos, había también una reseña algo menos científica de la obra... que daba la impresión de no saber demasiado bien como había llegado hasta allí.
Podría pensarse, con esta introducción, que COSMO no me ha gustado nada. Y tampoco es eso. Se ha dicho que COSMO es el CRONOPAISAJE de los 90... y es cierto. La descripción que hace Benford de los entresijos de la investigación moderna, y de como los seres humanos de carne y hueso son capaces de llevar adelante esa entelequia pomposamente conocida como ciencia es casi magistral. En realidad, creo que las cinco sextas partes del libro son bastante buenas, con un ritmo muy intenso en algunos puntos y una adecuada dosificación de la sensación de maravilla que solo se enturbia un poco con el final un tanto deslavazado de la obra. Eso si, también creo poder afirmar sin temor a equivocarme, que cualquiera que no se sienta llamado por los caminos de la ciencia-ficción hard mas hard, debería plantearse seriamente la lectura de COSMO frente al peligro que corre su salud mental o monetaria (2.700 pesetas de vellón según la etiqueta que lleva pegado detrás). De hecho hacia mucho tiempo que no leía un libro lleno de ilustraciones de la guisa de gráficas exponenciales y demás, como las que ostenta COSMO; -) Pero bueno, a estas alturas todos sabemos de que pie cojea Benford y realmente, en ese sentido, el libro da poco lugar a las sorpresas.
¿Cuales son, por tanto, los principales defectos de esta obra? El primero, sin duda, toda la primera parte. Ya he hecho alusión mas arriba al trasfondo hard de lo que se trata en COSMO. Pero, realmente, es un hard bastante asequible... y los maravillosos secretos del cosmo equilibran perfectamente la balanza y hacen la lectura muy amena. Hasta aquí, todo perfecto... salvo que la frase anterior no es aplicable a esa primera parte infernal (Fallo, tenia que llamarse, precisamente, Fallo). COSMO no empieza como un libro de ciencia-ficción, sino como un manual de física de partículas. Y, además, un manual pesado. El resultado es que uno tiene la sensación de haber dado un salto al pasado y vuelve a estar estudiando un libro engorroso, abstruso e incomprensible. El lenguaje empleado, en ocasiones, roza casi lo grotesco. Y las explicaciones, aunque no absolutamente incomprensibles, pueden llegar a resultar infinitamente aburridas para el que no este interesado en el funcionamiento interno de un colisionador iones pesados relativistas y su fascinante manual de instrucciones (que, en algún momento, temí ver aparecer insertado entre las paginas). Por ejemplo, si alguien ve aparecer ante sus atónitos ojos capítulos y capítulos llenos de frases de esta guisa: El sincroton de gradiente alternante estaba pasando sus caballos de partículas a los imanes de control y a LAS campos magnéticos pulsantes
(si, si, LAS. Con errata incluida), al cabo de no demasiado tiempo uno puede estar preguntándose si verdaderamente merece la pena el esfuerzo de leer semejante tocho. Y si a esto añadimos que el cosmo, motor y alma del libro, no aparece salvo al final de esta parte, es comprensible que casi toda la gente con la que he hablado de este tema haya calificado esta primera sección como simplemente PESADA.
El segundo problema esta en cierta medida relacionado con el anterior. Personalmente creo que el corrector de esta obra sufrió de una disfunción cerebral grave intentando asimilar la avalancha de datos de esa infausta primera parte, y que ya no se recupero hasta el final de la lectura. En efecto, en COSMO hay ERRATAS. No demasiadas, sin duda (nómbrese un libro que este exento de erratas y se nombrara a dios) pero pagar 16, 23 euros por un libro que no ha sido adecuadamente corregido puede resultar molesto. En otras ocasiones, tampoco puede hablarse de erratas propiamente dichas... sino mas bien de alguna que otra frase con una construcción exótica. Lo de la berma de las narices me tuvo casi quince minutos reflexionando a que demonios podía estar refiriéndose... hasta que caí en la cuenta, casi por contexto (porque la verdad es que la definición 1. f. Fort. Espacio al pie de la muralla y declive exterior del terraplén, que servía para que la tierra y las piedras que se desprendían de ella al batirla el enemigo, se detuviesen y no cayeran dentro del foso
. no ayudaba demasiado tampoco a la comprensión). O una curiosa oración de relativo en la que el que se ha perdido. Y cosas así
Por ultimo, si bien la parte de la descripción de como funciona un científico en seis lecciones está estupendamente resuelta, la parte de la descripción mas humana de los personajes tiene el típico sello Benford. Yo, personalmente no llegue a creerme ninguno, aunque reconozco que a estas alturas ya he leído demasiado de este señor como para no identificar sus tics típicos en este campo. También me resultaron molestas en la lectura las periódicas inclusiones de laaaargas reseñas periodísticas dentro de algunos capítulos, supuestamente para ofrecer una visión de la posición del resto de la sociedad frente al objeto que constituye el eje del relato, pero que en realidad quedan casi como un pegote que entorpece la lectura. Especialmente, al final, cuando una de estas reseñas hace de puente entre el hilo principal de la narración y un postfacio de Mr Benford con agradecimientos y comentarios variados que resulta de lo mas desconcertante.
En fin, a pesar de todo, Cosmo es un libro interesante que merece la pena ser leído... siempre que se sobreviva al shock inicial del sincroton de gradiente alternante...