
Nueva entrega de la colección Espiral, Ciencia-Ficción. Esta vez con un relato mucho más sólido e infinitamente menos recargado que REFLEJO EN EL AGUA (ECF nº 10); Rodolfo Martínez prima la eficacia narrativa sobre el efectismo literario y los resultados son bastante más digeribles que la avalancha de adjetivos de Juan Antonio Fernández.
Además, se nota que Rodolfo Martínez tiene un buen dominio de su procesador de textos, la diversidad tipográfica tiene un papel muy interesante separando, remarcando pasajes, diferenciando partes del texto y, en suma, enriqueciendo el concepto de la lectura haciéndola más gráfica.
En cuanto al relato en si mismo no es que sea especialmente original, de entes planetarios se ha escrito una y otra vez. Desde Lem a Asimov, pasando por Herbert, el concepto de inteligencia planetaria ha sido un tema recurrente y socorrido. El uso y disfrute de las drogas tampoco es precisamente un descubrimiento de hace un par de años, la paranoias de Dick (entre las que el inefable SIVAINVI tiene un puesto de ¿honor?) y las no menos salvajes incursiones de Burroughs en el género son las muestras más típicas de lo que pueden hacer las drogas en un ¿relato? de ¿ciencia-ficción?
Por no hablar de la melange. Droga dura donde las haya.
Pese a todo, Rodolfo Martínez junta drogas con inteligencias planetarias y la verdad es que el efecto resultante es entretenido. Como lector me desagrada el uso de drogas psicodélicas (o cualquier otra) como excusa narrativa para dar alas al protagonista, y dejarle vía libre para que haga el gamberro dentro de su propia mente. Antes de seguir avanzando en la lectura ya parece que el relato está pasado de moda, y uno espera a cada palabra ver aparecer un montón de jipis desorientados, cubiertos de flores por todos los lados y proclamando la paz universal.
EL ALFABETO DEL CARPINTERO no se libra de esa sensación, y otra igualmente desagradable es la de percibir que el autor se aprovecha de las alucinaciones de los personajes para meter relleno, en apariencia poéticamente onírico, pero sin un sentido muy claro.
Pero lo dicho, por lo demás muy bien. Como por supuesto no voy a despanzurrar el argumento más de lo que ya lo he hecho, lo recomendable es conseguir un ejemplar de EL ALFABETO DEL CARPINTERO y comprobar los sorprendentes efectos de Lusy sobre la percepción.
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Publicado originalmente el 29 de marzo de 1998 en www.ciencia-ficcion.com
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