Michio Kaku es físico, ocupa la cátedra Henry Semat de Física Teórica de la universidad de Nueva York y es uno de los creadores de la teoría de campos de cuerdas. Es aficionado a la ciencia-ficción, lo que no deja de contar en su favor y la obra, abundan las referencias al género, más aún, este libro podría considerarse como una guía para escritores de ciencia-ficción que, a parte de encontrar alguna sugerente idea, quieran dar verosimilitud y base científica a cualquier cachivache imposible. Están todos los clásicos: viajes más rápidos que la luz, en el tiempo, a otros universos, campos de fuerza, espadas láser, energías perpetuas, teletransporte.

Clasifica estas tecnologías en tres clases de imposibilidades:

Clase I. Aquellas que hoy no están a nuestro alcance pero que no violan las leyes de la física conocida y podrían conseguirse de aquí a un siglo: Incluye el teletransporte, los motores de antimateria, la telepatía, los campos de fuerza o la invisibilidad.

Clase II. Las que están en el límite de nuestra comprensión actual y, si son posibles, pueden llegar dentro de miles o millones de años. Aquí estarían los viajes por el hiperespacio, a través de agujeros de gusano o las máquinas del tiempo.

Clase III. Las que violarían las leyes de la física conocidas como la precognición o las máquinas de movimiento perpetuo.

Y cuando uno va leyendo, se lo cree, porque Michio Kaku es también un gran divulgador que con amenidad y claridad al alcance de cualquier lego nos ofrece una magnífica panorámica del estado actual de la física y de su posible evolución futura. No nos dará para impartir conferencias sobre física cuántica pero si para hacernos una idea de por donde va y que es el modelo estándar, la teoría M de las once dimensiones o por que se habla ahora de materia oscura, energía oscura y materia negativa.

En el epílogo dedica un breve comentario al futuro de esta ciencia y a una controversia vieja y aún en auge: ¿Es posible encontrar una teoría del todo? O en otras palabras: ¿será el hombre capaz de comprender las leyes que rigen el universo? Pregunta fascinante que a poco que uno le de vueltas enlazan con todas las preguntas esenciales que el hombre se ha hecho a lo largo de la historia. La posición de Kaku, usando uno adjetivo habitual en su mundillo, puede calificarse de optimismo fuerte: es verdad que hoy ni siquiera estamos seguros de si el universo es finito o infinito, si terminará alguna vez y si lo hará congelado por la expansión imparable o encogido de nuevo en el punto de donde se supone que surgió. El viejo aforismo tiene razón, cuanto más aprendo menos se, cada nuevo descubrimiento muestra más allá vastos espacios desconocidos. El hombre limitado siempre será superado por lo infinito, pero tal vez las ecuaciones que lo rigen si estén a nuestro alcance.

Es una forma de verlo, otros como Stephen Hawking, se han pasado al bando contrario y partiendo del famoso y polémico teorema de la incompletitud de Gödel, afirman que tal conocimiento es imposible puesto que había que estar fuera del universo para comprenderle en su totalidad.

¿Quien sabe? Yo casi me alineo con Hawking aunque tendría que estudiar bastante más para que fundamentar mejor una postura que sólo parte de una intuición, como lo es la es también la sensación de que la física, tras algunos años de retirada, está de vuelta y con ganas de generar nuevas ilusiones en el imaginario colectivo sobre las maravillas que nos esperan el siglo XXI. Habría que hacer algún que otro estudio sociológico para demostrar esta tesis y nunca se puede descartar la vertiente conspiranoica donde todas estas promesas, sólo pretenden una opinión pública favorable a aumentar, o al menos no cercenar, las dotaciones económicas de grandes y costosos proyectos de investigación, previstos para el primer tercio de este siglo, como los gigantescos aceleradores de partículas o los satélites que orbitarán el Sol a la búsqueda de ondas gravitacionales, hasta ahora sólo existentes en construcciones matemáticas, que nos muestren que sucedió en el primer instante después del Big Bang y corroboren o falseen alguna de las cinco teorías de cuerdas o la antes reseñada M que las engloba a todas.

Sea lo que sea, la vuelta de la física al interés de la opinión pública siempre será una buena noticia para la valerosa ciencia-ficción que osaba adentrase más allá de los próximos veinte años, de la genética, los desastres climáticos y el ciberespacio, para llevarnos al lugar donde ruge el fuego de las estrellas.

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