Si hay que comenzar por alguna parte a la hora de hablar de esta novela, al lector quizá lo que más le interesará es que HIJOS DE HOMBRES es ciencia-ficción ligera, realmente ligera (esto es, light en inglés). La trama transcurre en un futuro ya demasiado cercano y un poco caducado en el que la capacidad reproductiva de la humanidad ha desaparecido súbitamente. Hasta ahí, la ciencia-ficción. El resto es una ficción a caballo de una trama algo matizada de género negro, difícil de definir. Y es difícil de definir por un motivo: durante las primeras cien páginas el contenido es casi estrictamente descriptivo. Theo Faron es uno de los habitantes de la Inglaterra post-Omega (el momento en el que cesaron los nacimientos). Casi toda la primera parte es una crónica de la vida de este personaje, presente y pasada, un cuadro de la precaria sociedad, mantenida por el dictador y Guardián de Inglaterra, el primo de Theo, y apenas unos esbozos de la que ha de ser la acción principal de la segunda parte. Un grupo de cinco jóvenes está dispuesto a desafiar el gobierno del Guardián de Inglaterra, a pesar de que presuntamente la humanidad solo cuenta con unas pocas décadas más de existencia. Sin embargo, tienen un motivo, e involucrarán en él a Theo.
Hay un aspecto que apreciar particularmente en esta novela, y es lo cuidado de la narración, salvando la traducción, redactada sin fisuras ni experimentos infructuosos. Es una coherencia estilística encomiable, probablemente buena parte del motivo para que una novela como ésta reciba tratamiento de mejores-ventas, o, cuando menos, de bastantes-ventas. Sin embargo, a pesar de la veteranía de la autora, hay algún aspecto descuidado para lo que un mejores-ventas exige. En particular, todos los protagonistas salvo el propio Theo Faron y algunos secundarios son personajes desarraigados, que no se nutren del elaborado trasfondo de la novela. El Guardian de Inglaterra, por ejemplo, es mostrado en su faceta previa a la sociedad Omega; los cinco subversivos que centran la segunda parte no han nacido del substrato de la catástrofe: ninguno es apreciablemente distinto de lo que en sí ya debía ser antes de Omega. Hay que retroceder hasta un personaje terciario, Jasper, antiguo profesor de historia de Theo (que también es historiador), para encontrar una excepción a esta falta, y esto determina que la acción de la trama se sitúe en un plano distinto al fondo, con lo que, irremediablemente, se convierte en algo totalmente ordinario.
De todas formas, con un esfuerzo lector aún pueden reunirse ambas partes, y conseguir disfrutar bastante de esta novela, sobre todo de su aspecto más apreciable, y no guardar mal recuerdo de ella. No en vano es casi inmejorable en algunas facetas.
Calificación:
Narrativa: 6, Argumento: 1, Originalidad: 3, Global: 4