
Hace tiempo, estuvieron de moda unos juguetes confeccionados con un material plástico que, tras sumergirse un rato en el agua, aumentaban de tamaño, aunque nunca hasta alcanzar las ciclópeas dimensiones que pregonaban sus envases.
CLOROFILIA se asemeja a esos juguetes en que, pese a su reducida extensión (una novela corta que se puede leer en un par de horas), siempre acaba por ofrecer al lector mucho más de lo que parece contener. La habré leído ya unas cuatro veces, y en cada lectura le he encontrado un nuevo detalle, una nueva alusión, un nuevo giro que me llevó a sentir que la está leyendo por primera vez.
La trama es apasionante: en un futuro indeterminado, el clima de la Tierra ha sido drásticamente alterado. Terribles vientos huracanados recorren la superficie de nuestro planeta, al punto de hacer casi imposible la vida que conocemos. El origen de esa catástrofe es algo que carece de importancia, lo cierto es que ha diezmado a la humanidad, cuyos remanentes malviven en refugios subterráneos, acosados por el hambre, el hacinamiento y las enfermedades. La Tierra se ha convertido en un mundo oscuro y carente de esperanzas, salvo que tenga éxito el experimento realizado por el Doctor, el científico (loco) trasgresor de turno, experimento cuyo resultado está mas o menos sugerido en la portada del libro.
Se trata pues de una novela de supervivencia (entre otras clasificaciones), en la que está involucrado el destino de la humanidad, y que plantea más de una interrogante: ¿vale la pena sobrevivir en un mundo cuyo entorno se ha vuelto tan hostil? ¿vale la pena sobrevivir a costa de alterar de manera irreversible la esencia
humana, su carne y su sangre? He escogido estas palabras de manera deliberada, pues de la lectura de CLOROFILIA se desprende que la carne y la sangre humanas van a ser reemplazadas por otro tipo de materia orgánica...
CLOROFILIA es también una novela de aprendizaje, cuyo protagonista principal, Kirmen, debe aprender, entre otras cosas, a ser el primero de su especie, el heraldo de la nueva humanidad que heredará la Tierra. Su vida es una tortura, pues sufre el constante rechazo de sus padres y de sus compañeros de escuela, aunque eso no le impide experimentar el amor, pese a que la expresión física de su deseo sexual sea bastante atípica en sus resultados.
El futuro imaginado por Cristina Jurado no es necesariamente decadente ni distópico, en el sentido de carecer de solución, sino más bien desafiante, un retorno a los tiempos primigenios en los cuales la vida era un constante reto mortal, cuando sobrevivir era la única recompensa para cualquier lucha. Sólo que esta vez, aún en medio de esas terribles condiciones de vida, la humanidad cuenta con la Ciencia, sin cuyo auxilio sería capaz de vencer a ese mundo que amenaza con extinguirla. Vencerá, si, pero pagará un precio terrible por dicha victoria.
Dice el refrán lo bueno, si breve, dos veces bueno
, pero el caso de CLOROFILIA nos permite a cuestionar dicha afirmación. Porque se trata de una novela corta tan intensa y llena de significados, escenarios, especulaciones y sentido de la maravilla, con su drama más, que deja al lector con el deseo de haberse quedado un rato más en el mundo de Kirmen, esa Tierra azotada por la catástrofe que habría hecho las delicias de J. G. Ballard. En este caso, lo breve nos deja con ganas de más. Esperemos que pronto.
