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COMPUTER CONNECTION
COMPUTER CONNECTION Alfred Bester
Título original: Computer Connection
Año de publicación: 1975
Editorial: Acervo
Colección: Gaudeamus Negro nº 11
Traducción: Domingo Santos, Sebastián Castro
Edición: 1977
Páginas: 255
ISBN: 978-84-7002-231-9 
Precio: Descatalogado
Comentarios de: Antonio Santos

Tiempo estimado de lectura: 1 min 45 seg

Alfred Bester publica lo que colijo es el primer (o de los primeros) relato cyberpunk, previo a los de pioneros del subgénero que lo popularizaron, como William Gibson, Walter Jon Williams u otros. Mientras que Gibson & Cía. barrenan en profundidad en historias de gente con cables en los sesos en abrasivas ciudades japonizadas, con la religión reducida a bibelot para unos cuantos fanáticos, y el común del mundo (viviendo en la miseria, o casi, o entre hostiles elementos tribakpunk) se distrae con invasivos anuncios o juegos de Corporaciones Omnipoderosas, Bester sigue resaltando al elemento humano sobre las computadoras de última generación (las que describe funcionan/almacenan datos en casettes). La humana es la historia que debe contarse.

Y lo hace con audaz estilo extravagante, lleno de abreviaturas y en el suficiente espanglés como para pensar: ésta será la lengua del futuro más/menos inmediato. Otros autores (Williams) lo preconizan (HARDWIRED). Los neologismos rebosan las páginas. Atrapan el interés del lector desinhibido, que ve un valor en esta osadía literaria. Da envidia que estilo tan personal se considere tesoro, no merma. Y lo aliña de humor (o lo desenfadado, mejor), como el cínico narrador mexiforniano de la obra a menudo constata.

COMPUTER CONNECTION conjuga lo antiguo con lo más moderno, o lo que creyó Bester lo era entonces. El cronista, Edward Curzon es, encima, inmortal. Empero no uno cargoso/pedante, como los de LA NAVE DE UN MILLÓN DE AÑOS. El tipo avanza con los tiempos. Se esboza tolerante, epicúreo, mimético. Forma parte de El Grupo, asociación compuesta por inmortales. Su trabajo consiste en asesinar (sí, ajá) a quien considera apropiado para gozar de la inmortalidad (obviando sus secuelas —que el autor elude relatar—). Tiene una pista que le permite sospechar quién es o no apto: la epilepsia. Un epiléptico (como él) es candidato para sufrir su ordalía.

Si sobrevive (y la pruebamuerte a la que les somete debe ser un shock tremendo, bárbaro, aun sádico), se une al Grupo. Si no... Bueno, Curzon empieza el relato huyendo de la policía, tras el enésimo fracaso. Así es nuestro héroe, viajero espaciotemporal ocasional.

El Grupo lo componen celebridades apellidadas Nemo, Borgia, Wells, Edison... En sus respectivas áreas de trabajo son ilustres, o casi. Curzon, comerciante inglés del siglo XIX, víctima del Krakatoa, ha encontrado un aspirante: un genio cherokee que, en efecto, es epiléptico... y, tras ser inmortal, hardware biológico de una primitiva IA, la Extrocomputadora, que acaba revolviéndose no sólo contra el Grupo, sino también la Humanidad. Su contrapartida rusa se une a la matanza sin problemas.

El escenario es un violento futuro mestizo, ávido de energía; vuela al espacio, y vive bajo la férula de poderosos Combinados. Sustituyen, en parte, a los Gobiernos, en bancarrota, como las naciones, cuyo papel es muy vago, aunque no como para abolir sus fronteras del todo/completamente. Los cyberconectados ciudadanos son adictos a obscenos cyberculebrones. Aunque sobre todo esto Bester no ahonda mucho, al contrario de sus seguidores/imitadores, quienes han demostrado más habilidad y penetración.

No sé si James Cameron leyó este libro (lo comento por lo del cuento de Bradbury). Porque la idea de una IA (que precisa al nuevo inmortal para expandirse o acceder a nociones ignotas a sus datos grabados) que decide exterminarnos mediante accidentes laborales o de tráfico (por alguna razón, no adquiere códigos de lanzamiento de armas de destrucción masiva; Bester prefiere hablar más/mejor de los electrofroditas, raza que nos sustituirá, según dispone la Extro), sale, en principio, de aquí. ¿Podría ser así?

Como toda ciencia-ficción clásica que tratara temas anejos, divierte ver cómo de corta se ha quedado al contraste con nuestra actualidad. Son ingenuas reliquias que, a la sazón, se consideraban pujantes fantasías de un futuro apenas lejano y ¿espléndido? ¿Cyberespacial? ¿Cyberrobotizado? Ahora son... singulares curiosidades.

© Antonio Santos,
(632 palabras) Créditos
Publicado originalmente en Una historia de la frontera el 13 de septiembre de 2019
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Disponible en forma de libro electrónico en la Biblioteca SdCF como : Actualización 1435EPUB

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