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HIJO DEL RIO
HIJO DEL RIO Paul McAuley
Título original: Child of the River
Año de publicación: 1998
Editorial: La Factoría de Ideas
Colección: Solaris nº 22
Traducción: Manuel de los Reyes
Edición: 2002
Páginas: 282
ISBN: 978-84-8421-588-2 
Precio: 16,95 EUR

Tiempo estimado de lectura: 1 min 44 seg

Francisco José Súñer Iglesias

Una obra no tiene por que ser especialmente original si la forma en la que está narrada transciende a su argumento y aporta, al menos, una visión distinta a lo que hasta entonces se había dicho sobre el tema. HIJO DE RÍO no cumple ni siquiera esa expectativa y, a no ser que el lector tenga todavía por descubrir casi toda la literatura universal, la sensación de haber leído esta novela en unas cuantas encarnaciones de mejor factura será una molesta constante de la primera a la última página.

A grandes rasgos la novela cuenta como Yamamanama, el elegido de turno, es encontrado, siendo aún lactante, en una particular balsa fluvial como un Moisés cualquiera. Criado por un bondadoso prefecto provincial su peculiar origen, aún desconocido para todos, por supuesto, le lleva a ser secuestrado por unos ambiguos personajes para utilizarlo con fines más ambiguos aún, y tras escapar, consigue viajar a la abigarrada ciudad de Ys donde, si nada se tuerce, debería descubrir sus orígenes. Por lo pronto, nada especialmente sorprendente.

El escenario de toda esta aventura es Confluencia, un mundo por el que ha pasado un émulo del docor Moureau dejándolo habitado por miles de hibridaciones entre humanos y animales del más variado pelaje. Tampoco nada nuevo bajo el Sol.

El desarrollo de las aventuras de Yama parece calcado de cualquier novela de Jack Vance, pero Yama no es como los personajes de Vance, en gran parte planos pero siempre íntegros y coherentes consigo mismos, los personajes de Vance no deambulan, tienen un destino y hacia él se dirigen sin importar la magnitud de los obstáculos ante los que se enfrentan. Yama, sin embargo, deambula, no se sabe muy bien si va o viene, su destino parece claro, y en apariencia la dificultad de alcanzarlo es notable, pero no por eso su determinación es mayor, McAuley no es capaz de sugerir nada que haga a Yama especialmente encantador, y si el personaje principal de una novela de aventuras como esta no es un Héroe, sino un muñeco sin dirección, sin personalidad, y sin grandes cualidades para acometer la aventura en la que se ha embarcado, sus peripecias se convierten en pura rutina, esto se magnifica cuando tampoco esos lances transmitan especial emoción. Si bien es fácil acusar a los personajes de Vance de acartonados, resulta muy difícil negar que sus recorridos por desiertos y ciudades son fascinantes y atractivos, los de Yama se quedan en simplemente curiosos.

Todo esto no quiere decir que la lectura de la novela sea un martirio, se trata de una novela de aventuras, y aunque la ligazón de los episodios se hace demasiado forzada, no es menos cierto que se mantiene un aceptable grado de emoción, que la aparición de secundarios con más personalidad que Yama da riqueza al reparto de la novela, y que las razas y lugares exóticos que pueblan las páginas la hacen de lectura interesante y entretenida, pero sin, por supuesto, hacer pensar que McAuley es un escritor más allá de lo aceptable, capaz de mantener una línea regular, pero también de caer en la trampa de la trascendencia y llenar páginas y páginas con diálogos disparatados y faltos de sentido, o perderse en pasajes sin mucho fundamento, que más parecen escritos con la intención de rellenar páginas y páginas.

Por último advertir que esta es la primera parte de una serie de tres novelas (es decir, una única novela publicada en tres partes), lo que por un lado puede explicar la inusual cantidad de páginas de relleno, y por otro hace que la novela carezca de final, en espera de los acontecimientos de la segunda y tercera parte.

Acontecimientos que, en lo que a mí respecta, y leído lo leído, no tienen ningún interés.

© Francisco José Súñer Iglesias, (626 palabras) Créditos

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© 2003 Francisco José Súñer Iglesias
Publicado originalmente el 30 de noviembre de 2003 en www.ciencia-ficcion.com

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José Enrique León Alcalde

HIJO DEL RÍO es el primer libro de Paul McCauley sobre la serie de Confluencia. Este mundo de Confluencia fue creado por unos antepasados de la humanidad que se retiraron de la escena hace mucho tiempo. Confluencia está formado por miles de exóticas especies creadas por estos enigmáticos ancestros.

Esta novela cuenta como Yama fue encontrado recién nacido en El Gran Río sobre el pecho de una mujer muerta y navegando en un barco a la deriva. Yama fue adoptado por un burócrata de la oscura ciudad de Aeolis. Nuestro protagonista, criado entre una necrópolis abandonada, descubrirá que tiene unos extraños poderes capaces de controlar las máquinas que mantienen la estructura del mundo de Confluencia. Yama se planteará el descubrir su oscuro origen pues sospecha que un gran destino le está aguardando y para llevar a cabo esta labor tendrá que arrostrar múltiples peligros y situaciones difíciles.

Comparo a esta obra como a una de Jack Vance que hubiera sido modernizado y puesto al día pero salvando las distancia. Esta novela se puede clasificar entre las obras de ciencia-ficción exótica por la descripción de extrañas culturas y razas que difieren mucho de los humanos normales. La de McCauley, sin ser una gran obra, es entretenida y se lee bien, aunque yo confieso no haber descubierto nada nuevo en este autor, del que se vierten elogios en muchos medios divulgadores del género.

© José Enrique León Alcalde, (232 palabras) Créditos
Publicado originalmente en Los archivos del espacio el 30 de agosto de 2002
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