
En toda regla, un estupendo trabajo de investigación y ensayo sobre lo que significa el nombre de Frankenstein, en muchas ocasiones tan manoseado o alegremente mal utilizado: el Doctor, el Monstruo, el Mito... Una labor que abordan con decisión los dos autores; una labor que se me antoja sudorosa y titánica, tal es el enorme bagaje cultural y literario (incluso social, yo diría), que la original novela de Mary Shelley ha arrastrado desde su aparición primera en el año 1818, que ya ha llovido.
En cuanto al libro que me ocupa, los autores han sabido parcelar convenientemente cada uno de sus capítulos, de forma clara y que no deja posibilidad de perderse por el camino; no siendo esto un obstáculo para que la densidad y el rigor de los datos y de los análisis estén bien presentes a lo largo de la obra. Y esta magnífica acotación nos presenta, después de un prólogo del experto José María Latorre, y una introducción:
La vida y obra de Mary Shelley, Creadora; vicisitudes de su inmortal novela, así como las interpretaciones que ha hecho el cine sobre su figura y las de Percy Shelley, Lord Byron y Polidori, acompañantes suyos en la famosa Villa Diodati que, según cuenta la leyenda, vio nacer al Monstruo.
La Ciencia versus Mitología y Magia; posibles influencias y fuentes de inspiración de la idea que, como una chispa de genio, prendió en la mente de la primeriza autora.
La Génesis de la obra, y el impacto cultural que causó en su tiempo, no sin cierto revuelo, debido sobre todo a sus implicaciones religiosas: el Hombre no debe jugar a ser Dios.
Los precedentes y los descendientes de Frankenstein en la literatura fantástica; relatos afines, pastiches, reinterpretaciones del mito, bastardías literarias...
La escena; obra y personajes en sus adaptaciones teatrales, desde un temprano 1821, y su presencia en el cine mudo, tan deudor del propio arte escénico; un apartado interesante por lo poco tratado en otros trabajos.
El inicio del mito cinematográfico en la Universal Pictures, de su inauguración a su decadencia, con énfasis especial en James Whale, el primer y gran valedor del Monstruo en la gran pantalla.
La explotación comercial (de gran calidad y contundencia) por parte de la productora británica Hammer, con el excelente realizador Terence Fisher al frente, creando verdaderas joyas del horror en technicolor.
Otras aproximaciones al tema: películas norteamericanas de escasa entidad, italianas, españolas, y títulos puntuales de filmografías exóticas (México, Egipto, Grecia, Turquía...) que tampoco han podido sustraerse al atractivo eterno del mito.
Últimas películas: las adaptaciones más recientes hasta la fecha, analizadas en profundidad.
La diversificación: radio, televisión, cómic y otros productos culturales. Bibliografía, filmografía y discografía para rematar el periplo.
En fin, como se puede apreciar, el Mito de Frankenstein se ha desplegado tanto en nuestro acervo cultural en los últimos dos siglos, que tan sólo los primeros capítulos del libro tratan su original estado literario, dedicándose buena parte de las restantes páginas a su presencia en el celuloide, principalmente. Pero, sin que se me entienda mal, no es este un trabajo sobre crítica de cine, ni sobre famosos actores que han encarnado al Monstruo, ni acerca de ambiciosos directores estrella que han querido construir la versión definitiva sobre el Mito. Es un libro sobre el Mito mismo y, como apuntaba al principio, todo lo que implica y todas sus manifestaciones. Podemos estar de acuerdo o no con las opiniones que los autores exponen acerca de tal cantidad de trabajos artísticos que esta obra ha suscitado, pero no se puede negar la dedicación que han empleado en ello; lo demás, como siempre, es subjetivo. En un tapiz tan inmenso como el de la leyenda de Frankenstein, algún fleco podía quedar suelto; así, entre lo primero que se me viene a la memoria, no se hace ninguna mención, por ejemplo, al personaje de Beef, en la excelente película EL FANTASMA DEL PARAÍSO (Brian de Palma, 1974) que interpreta una sui generis versión musical del experimento que hace revivir la carne muerta, con escenario expresionista incluido. O, dentro del terreno del cómic, la llamada Trilogía de Neal Adams, protagonizada por Drácula, el Monstruo de Frankenstein y el Hombre Lobo (publicada aquí en la revista Creepy); o el cómic de la DC, Comando Monster, con todos los monstruos clásicos (incluido el de Frankenstein, of course) luchando en la Segunda Guerra Mundial... contra los nazis, claro (publicado en Dossier Negro). Pero como digo, la sombra del blasfemo doctor y su creación es alargadísima; me siento inclinado a no señalar malignamente
ninguno de estos excusables descuidos (seguro, seguro, que algún otro podría también enmendarme la plana a mí), que no son sino referencias tangenciales, a los que no hay que buscarles mayores defectos.
Por tanto, me parece ésta, además de documentada, una obra atractiva, de las que apetece hojear de vez en cuando, consultar algún dato olvidado, o detenerse a repasar algún párrafo concreto. La cómoda edición, muy manejable, también invita a ello: el contenido es bueno, pero el continente (como en este caso) debe estar a la altura. Por último, señalar uno de los detalles que más me han gustado: al contrario que en otros libros que proliferan como setas y nos pretenden dar gato por liebre, hinchando su categoría y su pretendido peso con montones de fotos que nos escatiman información, esta obra tiene pocas fotos o ilustraciones (las justas) y mucho texto, que es, a fin de cuentas, por lo que se paga.