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Los príncipes demonio, 4
EL ROSTRO
EL ROSTRO Jack Vance
Título original: The Face
Año de publicación: 1979
Editorial: Martínez Roca
Colección: Gran Super Ficción
Traducción: Francisco Blanco
Edición: 1989
Páginas: 467
ISBN: 978-84-270-1309-4 
Precio: Descatalogado

Tiempo estimado de lectura: 2 min 27 seg

Francisco José Súñer Iglesias

Kirth Gersen prosigue su sistemática caza de los Príncipes Demonio, en esta ocasión la toca a Lens Larque, otro forajido astuto y sibilino al que poca gente pone cara y menos aún es capaz de identificar.

El esquema sigue las mismas premisas que las novelas anteriores: EL REY ESTELAR, LA MÁQUINA DE MATAR y EL PALACIO DEL AMOR. Los delincuentes a los que Gersen pretende dar caza son míticos a causa de sus fechorías y maldad sin límites, pero son difíciles de encontrar porque por un lado se esconden muy bien, y por otro son consumados maestros del disfraz. Lens Larque no lo es menos y además su grado de astucia parece superar a sus ya finiquitados colegas porque es capaz de poner a aprietos a Gersen casi desde el primer momento.

Éste, en vista de la dificultad de conseguir que Larque se presente en público, elabora un enrevesado plan por el que mediando la compra de bancos y denuncias cruzadas, quiere hacerle compadecer ante un juzgado del planeta Aloysius. Por supuesto que la pretensión de Gersen no parece alinearse mucho con el sentido común. Larque jamás cometería tal estupidez, pero las intenciones de Gersen van más allá que todo eso, sin embargo, Larque no solo consigue eludir a Gersen sino que además se burla de él arrebatándole de paso un buen pellizco de su abultada fortuna.

No es la pérdida del dinero lo que enfurece a Gersen, sino quedar como un idiota.

Sin embargo, Lens Larque no sabe realmente quien está tras él, y cuales son sus intenciones reales. Piensa que se ha reído de un banco de medio pelo, y ese es uno de sus errores.

Aún aturdido por el revés, Gersen continua su labor detectivesca y averigua que Larque tiene intereses mineros en su propio planeta, Dar Sai, hacia donde parte con la intención de estrechar el cerco sobre el escurridizo príncipe demonio.

Al describir las particularidades de Dar Sai y sus habitantes Vance sigue dando buena muestra de su infinita imaginación a la hora de crear mundos y costumbres diversas. Hasta donde yo se, no parece calcar las de ningún pueblo de la Tierra, no dudo que se inspirará en historias leídas aquí y allá, pero resulta curioso comprobar como evita, aunque no siempre, como ya comentaré, repetirse y siempre aporta nuevos datos y curiosidades a cual más desconcertante.

Por ejemplo, las costumbres sexuales de los darsh, los nativos de Dar Sai, son cuando menos sorprendentes. Dentro del matrimonio apenas se practica el sexo. Las bodas se celebran por utilidad o interés, y los cónyuges se dejan en paz. Sin embargo, por la noche, cuando el abrasador clima del planeta da una tregua, salen al desierto, sobre todos los jóvenes, a buscar encuentros sexuales que Vance describe someramente como El sistema conlleva permutaciones que no detallaremos aquí. Los extranjeros que no se hayan recogido a esas horas y sigan deambulando por el desierto también entran en el juego, como descubren, y lamentan en diversos grados, ciertos personajes.

Vance aprovecha cada una de estas sociedades para burlarse, en cierto modo, de las diversas formas de civilización humana. Sin apuntar exclusivamente a ninguna, señala detalles que bien podrían hacer reflexionar sobre ciertos aspectos mejorables de cada una de ellas. Así, los darsh son toscos, desagradables en el trato, caóticos y con una gastronomía deliberadamente repulsiva. Por otro lado, los methlen se recrean en su indolencia a la vez que desprecian al resto de la humanidad, hasta el punto que no quieren a ningún extranjero como vecino. Cosas que a la larga acaba atrayendo inconvenientes a unos y otros.

Lo que hace diferente a EL ROSTRO es que el acoso de Gersen es de carácter fundamentalmente económico. Busca con afán las propiedades de Larque y sus empresas allá donde las pueda encontrar, y gracias a la inmensa fortuna de la que dispone gracias a las artimañas relatadas en LA MÁQUINA DE MATAR, le va acorralando hasta que se produce el enfrentamiento final.

Pese a que Gersen sale, obviamente, vencedor, Larque todavía tendrá tiempo a completar una tan formidable como extravagante venganza personal que, paradójicamente despierta su admiración, puesto que finalmente ambos se han visto extrañamente hermanados por toda una serie de injustificados desprecios y desaires por parte de los methlen.

En esta aventura encontramos de nuevo a un Gersen enamorado pero, como todo en el universo de Vance, las complicadas costumbres de unos y otros hacen que, pese a ser correspondido, nuestro héroe deba renunciar de nuevo a la felicidad. Gersen vive una cierta lucha interior, con una parte de él que quiere dejar de dar tumbos por el universo, establecerse y vivir una existencia normal, la otra, implacable y despiadada, solo vive para destruir a los Príncipes Demonio. No deja de ser curioso que Vance le haga tan emocionalmente normal. Generalmente los héroes vancianos, no suelen perder mucho el tiempo en estas cuestiones más allá de servir como catalizador de sus aventuras.

También es curioso es constatar como en ocasiones Vance reciclaba sus propias ideas. En la introducción de la tercera parte, Methel, hace referencia al libro DE LOS PUEBLOS DE CORANNE donde se ofrece una breve guía sobre el propio planeta Methel. Pues bien, esa descripción le sirvió de partida para concebir Cadwal, donde se desarrolla gran parte de las Crónicas de Cadwal.

© Francisco José Súñer Iglesias, (886 palabras) Créditos

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© 2019 Francisco José Súñer Iglesias
Publicado originalmente el 8 de septiembre de 2019 en www.ciencia-ficcion.com

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