SUYAS SERÁN LAS ESTRELLAS se publicó por primera vez en 1956. Es la primera novela de la tetralogía Ciudades en vuelo.
Para 2013 (¡Oh!) la humanidad se ha extendido por el Sistema Solar, Paige Russel, agente del gobierno de los Estados Unidos, regresa a la Tierra con unas muestras recogidas de las lunas de Júpiter y las entrega a la farmacéutica Pfitzner para su análisis. Por su parte, el senador Bliss Wagoner concluye que la Guerra Fría (que todavía perdura) ha tenido consecuencias nefastas para el programa espacial de los Estados Unidos, por lo que deberá reforzarse y aumentar la financiación. En Júpiter, Bob Helmuth, un ingeniero, percibe como una gran conspiración amenaza todo el trabajo realizado hasta el momento.
Para Blish, la Guerra Fría se extiende hasta bien entrado el siglo XXI, por supuesto, la Unión Soviética sigue en buena forma, e incluso los Estados Unidos se han convertido en algo muy parecido a lo que odian de sus enemigos. De hecho, las referencias a la caza de brujas del senador McCarthy son bastante evidentes, por no hablar del férreo control que el FBI y otras agencias gubernamentales mantienen sobre la población.
SUYAS SERÁN LAS ESTRELLAS gira sobre el alcance de la tecnología, y el control político de ésta. Las proclamas al respecto del senador Wagoner son clarificadoras, lamentándose de lo que cuesta obtener financiación para proyectos científicos. Por otro lado, la relación entre Russel y los científicos de Pfitzner es más frío, más técnico, profundizando en la ciencia que implica las muestras traídas del espacio. Por su parte, donde más se puede disfrutar de la novela es con las andanzas de Helmut, más centradas en el desarrollo de grandes estructuras espaciales.
El estilo de Blish es todavía simple y sencillo, aunque se nota que intenta alejarse del pulp que dominaba el género en los años 50, introduciendo aspectos como personajes femeninos fuertes y alejados de los estereotipos de las portadas de las revistas de la época (donde frecuentemente eran víctimas de alienígenas monstruosos y su papel principal era esperar que la rescatara el galán de turno).
En esencia, aunque los conceptos de ciencia e ingeniería que maneja Blish son excesivamente chocantes, tiene bastante buenas ideas, y ofrece perspectivas interesantes sobre la guerra fría y los estados represivos.
