Lo cierto es que tengo algunos problemas a la hora de enfrentarme a esta reseña. Probablemente, una situación similar debió tener lugar en el momento de escribir la información de la contraportada de DESPUÉS DE DIOS. EL PROYECTO SILVIA. En ella se nos explica como en un mundo donde se ha dado sepultura a Dios (…) parece obvia la necesidad de preguntarnos si lograremos abandonar nuestro limitado envoltorio biológico por medio de experiencias similares a las del Proyecto Silvia
.
Con la voluntad de no intervenir e influenciar la lectura de la novela, probaré de no ser demasiado explícito en la explicación de alguno de los detalles de la misma. Y es que una de las virtudes del libro de Juan Pérez Carreño es su capacidad de sorpresa y el de haber sido capaz de tejer una novela y unos personajes que evolucionan en el tiempo de forma impecable, haciendo avanzar una trama enigmática a la vez que avanza el desarrollo tecnológico humano. Me explico. La novela empieza en un futuro situado en el 2079, pero en realidad la acción que supone el inicio de la historia de los personajes se nos sitúa en un pasado reciente, concretamente en un orfanato español donde se conocerán Juan e Inmaculada siendo niños; la misteriosa desaparición de Inmaculada marcará la vida y la dedicación profesional en el campo de la medicina de Juan.
Importantes avances médicos e investigaciones sobre las capacidades mentales y el descubrimiento de la auténtica naturaleza humana son el marco sobre el que transita la auténtica historia central de la novela que no es sino una historia de amor que, a su vez, va siendo descubierta por Mercedes, colaboradora de Juan.
Alguien habrá notado la aparente falta de lógica temporal en las relaciones entre personajes y fechas, pero es que DESPUÉS DE DIOS es una historia que se fundamenta también el tiempo y, en este sentido, Pérez Carreño sabe jugar perfectamente con los flashblacks, subministrando poco a poco dosis del pasado que contribuyen en la creación de expectativas por parte del lector que se sumerge en el proceso de investigación de la doctora Mercedes en busca de la auténtica verdad sobre el pasado de su compañero Juan (y sobre el futuro, pero eso prefiero que lo lean) y con un final que, aunque era difícil, sabe sorprender y aportar una lógica coherente a toda al historia de pasado, presente y futuro.
En definitiva, DESPUÉS DE DIOS es una gran novela que sabe explicar una enigmática historia que sucedió en el pasado, pero que es recuperada en el futuro con unos nuevos condicionantes marcados por los desarrollos científicos en el campo de la mente humana. Su lectura es cautivadora ya que el autor sabe enganchar al lector haciéndole partícipe de una historia de amor truncada sobre la que se irá arrojando luz gracias a las pesquisas de la doctora Mercedes que intenta recuperar fragmentos del pasado que pueden dar paso a un futuro diferente. Amor, investigación, desarrollo científico y sobre todo, seres humanos en una novela que nos lleva a descubrir el hecho diferencial que nos ha permitido este desarrollo descomunal respecto del resto de la familia de los grandes simios
. Altamente recomendable.

Que una novela hable de profundos sentimientos y personajes torturados no quiere decir que consiga transmitir esa profundidad y esa tortura, no es lo mismo describir que sugerir o provocar, y eso es lo que ocurre con DESPUÉS DE DIOS.
El libro trata de la investigación llevada a cabo por Mercedes, una psiquiatra, sobre la vida de Juan, su mentor en el hospital universitario durante sus años de prácticas. Mercedes bucea en la vida de Juan, en los terribles acontecimientos, que durante su estancia en el orfanato donde pasó su infancia y primera juventud, le marcaron para toda la vida, en su amor enfermizo por Inmaculada, otra de las internas de la institución y el papel que tuvo Sonia, una tercera compañera de orfanato, en la relación entre ambos.
La obsesión profesional de Juan es estudiar el Dolor Emocional, y esto se repite una y otra vez durante toda la novela hasta que el personaje de Mercedes consigue hacerse con el protagonismo. Llegado a un punto, tanta insistencia resulta cansina, y más que definir la monomanía de Juan se convierte en una molestia en la lectura. Tampoco resulta muy lógica la propia actitud de Mercedes en la primera parte de la novela, y la ambientación en un futuro cercano, dominado por una especie de élite intelectual, no pasa de ser una mera excusa para mostrar una serie de artificios científicos sin los cuales la novela hubiera avanzado sin problemas con mínimas modificaciones. Tanto es así, que el título de la novela no tiene mucho sentido excepto por un comentario mínimo.
Estos son detalles menores en comparación con el estilo, más cercano a un informe médico que a una obra de pura narrativa, tanto es así que fragmentos enteros se dedican a exponer los cuadros clínicos de los pacientes de un manicomio. Afortunadamente no se abusa de términos excesivamente técnicos y la exposición es clara y directa, pero debido al tono se hace demasiado fría, frialdad que, pese a las enumeraciones de los conflictos internos de los personajes, se extiende al resto de la novela.
En definitiva, una novela pulcra, correcta en su planteamiento y su desarrollo y arriesgada en la composición, con inclusión de notas manuscritas y distintos tonos de papel para diferenciar pasajes. Sin embargo, pese al derroche descriptivo respecto a lo que sus protagonistas atesoran dentro de si, resulta demasiado formal, fría y distante. Solo al final, durante un breve pasaje justo antes de finalizar, consigue transmitir cierta emoción y crear un suspense que hubiera sido más agradecido de haberlo mantenido durante todo el desarrollo de la historia.
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Publicado originalmente el 13 de marzo de 2005 en www.ciencia-ficcion.com