Al cabo de muchas reseñas, éste es el momento más duro con el que me he encontrado desde que comencé: ¿Cómo explicas lo inexplicable? Y, ¿por donde empezar?
LA MUERTE DEL CAOS es la novela más espantosa con la que jamás me he topado. En cierto sentido, hasta donde mi memoria alcanza, solo la superan LAS PENAS DEL JOVEN WERTHER. Pero en aquél caso fue por incompatibilidad psicológica, y no por mero sentido lógico.
Jay Vedh... ¿cómo explico el argumento?. Claro, que no hay argumento. Jay Vedh es un homosexual que se estrella en un planeta de tele-todos (patas, kinésikos, portadores, etc.). Se convierte en uno, regresa a la Tierra (después de correrse unas cuantas veces), va de aquí a allá entre gente surreal, y luego pasa algo confuso que es el final. Algo así.
El libro tiene un par de citas de Silverberg y Delany, de lo que se supondría que la autora tiene algún historial... pero yo no había escuchado su nombre hasta ahora. Quizás es que su obra no ha recibido la suficiente consideración... ironías aparte.
¿Qué más puedo decir? Las excusas (no diría argumentos) de LA MUERTE DEL CAOS (nada más lejos de la realidad) son: sexo, drogas, psicodelia, paranoia... algo de violencia... La novela parece el fruto de una noche atormentada bajo los efectos de un narcótico. No hay ideas o conceptos hilados, no hay más descripción que la de bordes fugaces cuya condición real o irreal es indeterminable. Los diálogos son absurdos y rozan la esquizofrenia...
No, espera. Un momento. Esquizofrenia: disociación de las funciones mentales, disgregación de la personalidad, tendencia al aislamiento, indiferencia. ¡Justo el efecto que produce esta lectura!
Tengo que detenerme aquí. Hace unos minutos que terminé la lectura, y veo que a mi también me ha dejado tocado. Tiempo atrás, cuando yo empezaba en esto, aprendí por la vía desagradable que cuando no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada. La propia filosofía de las medallas es un ejemplo: el N.C. reúne todo aquello de lo que uno no podría decir nada bueno, y que, por cuestión del no menealla, se deja en la ecléctica definición del No Calificable. Por eso creo que debería reconducir esta reseña.
Desconozco qué motivación pudo dar lugar a ésta novela. Desconozco las circunstancias, el momento, el contexto. Por eso debe de ser injusto extender demasiado mi crítica. Pero sí puedo decir algo concreto: que ésta novela, por sí misma, de forma independiente y sin tener en cuenta nada más, ni tiene valor, ni sentido, ni razón de ser. Que haya una justificación más allá de ella es algo que se me escapa. Pero la buena razón me dice que una novela, cualquier novela, ha de bastarse por sí misma para explicar algo, sin que el lector sepa nada más que lo que allí encuentra. Recuerdo mis primeras lecturas de otros autores: EL FIN DE LA ETERNIDAD de Asimov, EL HOMBRE SIN ROSTRO de Vance, incluso, EL LIBRO DE LOS CRÁNEOS de Silverberg. Todas valían por sí mismas.
Ésta, no.
En todo caso, no es más que un producto de su época, como decía, una sucesión psicodélica, veleidosa y tachonada de auténticas patinadas salidas de tono.
Pero de nuevo me estoy desviando. Si alguna vez ha de quedar una opinión mía sobre esta novela es: N.C.
Calificación:
Narrativa: N.C., Argumento: N.C., Originalidad: N.C., Global: N.C.

No me voy a extender mucho sobre esta novela, principalmente porque es malísima (de pena, oiga) y porque no he sido capaz de terminarla.
No tengo ni idea de los motivos que tuvieron en Ultramar para editarla en español, pero sospecho que venía precedida por muy buenas críticas, y que nadie se molestó, excepto el sufrido traductor, en leerla.
Porque LA MUERTE DEL CAOS es mala de narices. No tiene ni pies ni cabeza, los personajes son inconsistentes hasta el ridículo (uno de ellos, un hombre, se declara homosexual en la página 20 o así, y en la 80 más o menos se dedica a violar mujeres en plan gallito de corral) el argumento, de existir, debió existir en la cabeza de la autora, porque en las 85 páginas que me he molestado (ha sido una molestia, de verdad) en leer no he sido capaz de averiguar nada, la redacción (supongo que Rafa Marín adaptaría el fraseo y ritmo original) es de primero de ESO, aquello y lo otro.
Vamos, que no hay por donde cogerla.
Supongo por la fecha de publicación original (1970) que fue un experimento al remolque de la psicodelia emergente, y como todos los intentos de trasladar los conceptos de las artes plásticas a la literatura (el ejemplo de más renombre es el ULISES de Joyce, que peca de lo mismo, y es una castaña pilonga) el resultado final es pura bazofia.
Menos mal que LA MUERTE DEL CAOS sólo se puede encontrar de saldo, porque no vale la pena perder dinero en comprarla ni tiempo en léela. Lo dicho, en la página 85 la mandé a freír puñetas.
¿Virtudes? Bueeeno; es corta y deja de leerse con facilidad.
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Publicado originalmente el 2 de agosto de 1998 en www.ciencia-ficcion.com