La ucronía es un género controvertido. La cultura y anhelos del autor son con toda probabilidad muy distintos a los del lector, y el choque que supone unos y otros puede hacer muy difícil la lectura. Detalles en apariencia tan nimios como el urbanismo se pueden convertir en una molestia considerable. Hablando de ello con Eduardo Vaquerizo a raíz de la publicación de DANZA DE TINIEBLAS, le transmití mi desconcierto al ver retratado un Madrid demasiado parecido al actual, cuando es obvio que quinientos años de historia divergente los debía haber dibujado de forma muy distinta, las ciudades son lo que han sido su historia, y si se imagina una historia muy diferente, la ciudad también ha de serlo. Según me explicó, el problema en ese caso era situar rápidamente al lector en un ambiente reconocible, pero a la vez lo bastante diferenciado.

También existe el problema de los diferentes puntos de vista de autor y lector, la ucronía, a diferencia de otro tipo de narrativa, es un ejercicio de opinión, el autor cree que la historia, dadas ciertas circunstancias, debería ir en tal dirección, pero el lector, ante esa misma disyuntiva, opina que no debería ser así. Por eso la ucronía puede llegar a resultar un género incómodo, en el sentido de que no resulte creíble.

En el caso de al menos tres de los relatos de este volumen estas cuestiones no resultan tan problemáticas porque el Punto Jombar, es decir, el momento en el que la historia tomó el correspondiente camino divergente, se sitúa muy atrás en el tiempo, además de tratar temas muy puntuales. De este modo, en el relato de Turtledove, el grado de incomodidad es mínimo porque la divergencia histórica es tan acusada que para el caso tanto da haber descrito una sociedad extraterrestre. En el caso del relato de John McDaid tampoco resulta molesto porque se relatan sucesos muy cercanos al Punto Jombar y también muy alejados de nuestra experiencia actual, Chirs Robertson consigue no molestar alejando también el escenario de la experiencia habitual del que será su más probable lector, aunque alguna lucecita de alarma se encienda tímidamente.

Lo que ya no resulta tan lógica es la inclusión de los relatos de Paul di Filippo y Kim Newman, ninguno de los dos se pueden considerar en absoluto como ucronías.

El relato de Harry Turtledove se titula EN LAS TIERRAS DEL FONDO y propone una civilización desarrollada alrededor de un suceso geológico: la inexistencia del mar Mediterráneo. La propuesta no es descabellada porque de hecho el Mediterráneo ha sufrido, y sufrirá, numerosos procesos de desecación e inundación; evapora más agua de la que recibe de sus cuencas fluviales y la conexión con el océano Atlántico a través del estrecho de Gibraltar, justo en la frontera de dos grandes placas tectónicas, lo hace muy inestable. Turtledove escamotea la última inundación, con lo en vez de mar existe un terrible desierto de sal, el Foso. El relato cuenta como un grupo de turistas visita el fondo de la cuenca, lo que da a Turtledove la excusa perfecta para dar, por boca del guía, toda la información necesaria. Desde luego nada es como conocemos actualmente, y las civilizaciones surgidas alrededor del Foso son completamente extrañas, excepto por la afición milenaria de la humanidad al sexo y a masacrarse entre si.

La propuesta de EL EFECTO ASHBAZU, de John McDaid es de orden tecnológica y económica. Propone por un lado que la imprenta de tipos móviles se inventó en Sumer hace 4000 años, y analiza por otro las consecuencias que ello tendría en un gremio de especialistas como eran los escribas, empezando por el paro y continuando por las depresiones y problemas familiares. No obstante, como son gente leída e instruida, McDaid prevé una digna salida profesional para ellos.

El relato que inspira la portada, 0 UNO, (cero uno) de Paul di Filippo, está en la línea del anterior. Imagina un mundo en el que la civilización que se ha impuesto ha sido la china, y no la mediterránea (curiosamente, no sería extraño que en el universo del Foso que imagina Turtledove las cosas también fueran así) y sitúa su relato en un momento que se podría equiparar a los años 30-40 del siglo XX, al borde del salto a la era espacial. Como en aquel entonces, la mayoría de los cálculos se hacen a mano o con ayuda de calculadoras mecánicas, el tradicional dominio del ábaco por parte de los chinos implica que no han invertido recursos en métodos mecánicos de cálculo, pero si en crear un inmenso cuerpo de funcionarios abaquistas. Un demonio occidental presentará al Emperador una máquina de cálculo a manivela, poniendo en peligro el futuro de tan dilectos funcionarios.

Decía que LOS MISTERIOSOS IOWANS, de Paul di Filippo no es una ucronía porque funciona como la continuación de una obra de ficción, LA ISLA MISTERIOSA, y no como especulación histórica. Arranca de la recuperación del Nautilus por parte del equipo del esforzado Cyrus Smith y el posterior estudio y aplicación de las tecnologías que escondía el extraordinario sumergible. En cualquier caso, el relato es divertido, como no podía ser menos en di Filippo, pero la conclusión que extrae del aprovechamiento de una tecnología tan avanzada no resulta muy creíble. Según di Filippo se produciría un estancamiento de la investigación natural y la dependencia de tecnologías estancadas sería un duro golpe para el conocimiento humano.

El último relato, AÑO DRÁCULA 1981: EL OTRO LADO DE LA MEDIANOCHE, de Kim Newman, tampoco es una ucronía. Se trata de un relato fantástico acerca de cómo podría ser el mundo si los vampiros camparan a sus anchas sin mayores complicaciones. Ambientada en Hollywood y con protagonismo de un Orson Welles obsesionado por llevar a la pantalla una versión literal de la novela de Bram Stoker, no puede tomarse en serio como ucronía, ni siquiera como historia alternativa propiamente dicha, de lo contrario, todas las historias sobre vampiros lo serían, y nadie ha tildado las obras de Anne Rice, que yo sepa, pero será muy del gusto de los amantes de las historias sobre chupasangres por lo atípico del argumento, aunque para comprenderlo en su totalidad conviene tener en cuenta que está encuadrado en el universo vampírico desarrollado por Newman en novelas como EL AÑO DE DRÁCULA o EL SANGUINARIO BARÓN ROJO.

Muy interesantes resultan los análisis de los relatos que cierran el libro. De la mano de Alonso García Ruiz, Alejandro Gonzálvez del Águila y Pablo Almécija Lusón, donde se sitúan los relatos en su contexto histórico, si es posible, y se hace una revisión bastante más exhaustiva que la de este breve comentario.

Como punto negativo está la portada, o mejor dicho, como ha quedado impresa la portada. No se si por un error de la imprenta o del maquetador, el tono del título y el de fondo es prácticamente el mismo, de modo que no es legible, aunque no se si es un problema puntual de mi volumen o algo que ha ocurrido con toda la tirada.

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