En este libro Simak nos habla de un mundo semisalvaje y sin tecnología resultado de una catástrofe, o más bien de una revolución antitecnológica, que provocó el hundimiento de la civilización y la destrucción de todos los artefactos y conocimientos técnicos. La acción transcurre en paisajes y lugares netamente norteamericanos y naturalmente como si de una nueva Edad Media se tratará, los restos del conocimiento perdido perviven en algunos enclaves cerrados y autosuficientes, como monasterios medievales, y cuyo origen se remonta a las antiguas Universidades. Nuestro protagonista Tom Cushing, estudiante, tropieza con un antiguo manuscrito donde halla referencias a un fabuloso Lugar de Ir a las Estrellas emprendiendo su búsqueda en dirección al oeste en base a las escasas referencias que de él hay, su viaje transcurrirá por paisajes con restos de ciudades y por bosques alfombrados de los casi indestructibles cráneos de los destruidos robots, encontrando y dejándose acompañar por diversos personajes y escondiéndose oportunamente de las tribus errantes que conforman la nueva estructura social. En el Lugar de Ir a las Estrellas residen extraños artefactos e importantes cantidades de información y conocimientos traídos de otros mundos por sus antepasados y por sondas robot enviadas en tiempos pretéritos. El objetivo de Tom es recuperar el conocimiento perdido y la herencia de la vieja civilización pero de una forma distinta que impida la repetición por parte de la humanidad de los luctuosos sucesos autodestructivos. ¿Lo conseguirá?
La novela es esperanzadora, como casi todas las de este autor, y añade una clave más que es una constante en su obra: la idea de un mundo (o región) donde todos sus habitantes casi siempre viven en armonía con el entorno, un mundo como su pequeño entorno vivencial del Wisconsin rural, autentica ciencia-ficción en un mundo de abarrotadas ciudades y cultura de gran superficie comercial.
Un poco lenta pero se deja leer y será muy atractiva sobre todo para los aficionados al tema fin de la Tierra y a la ciencia-ficción llamémosla clásica como yo.
LA AUTOPISTA DE LA ETERNIDAD
CIUDAD
DEJADLOS EN EL CIELO
ESTACIÓN DE TRÁNSITO
HERENCIA DE ESTRELLAS
LOS HIJOS DE NUESTROS HIJOS
EL PROYECTO DEL HOMBRE-LOBO
TODA LA CARNE ES HIERBA
UN ANILLO ALREDEDOR DEL SOL