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RASCACIELOS
RASCACIELOS J. G. Ballard
Título original: High-Rise
Año de publicación: 1975
Editorial: Minotauro
Colección: ---
Traducción: Manuel Figueroa
Edición: Febrero de 1983
Páginas: 244
ISBN: 978-84-350-0393-3 
Precio: Agotado

Tiempo estimado de lectura: 1 min 47 seg

Francisco José Súñer Iglesias

Si una virtud tiene Ballard es la de conseguir que el lector entre en un estado de inquietud que no le abandona en toda a lectura.

No se trata del suspense de las obras de intriga ni el escalofrío prolongado de las historias de terror. Es algo más insidioso aún. Ballard retuerce la realidad cotidiana de forma que todo aquello nos que parecía sólido y monolítico se convierte en algo frágil y fácil de destruir. Todas la convenciones, todas la convicciones, todo en lo que se asienta la organización social, se desintegra página a página hasta, en cierto modo, desembocar en una embrutecida estructura tribal.

Los individuos tampoco se salvan de caer en una cada vez mayor degeneración. Las barreras y formalismos conscientes e inconscientes que marcan la relaciones individuales se desmoronan, y el personaje, lejos del correcto, y un tanto reprimido, occidental acomodado que empezó siendo, se transforma en un ser, más que primitivo, bestial.

En RASCACIELOS el proceso se muestra paso a paso, tanto desde el punto de vista social como el individual. Desde la perspectiva de un médico, un realizador de televisión y el arquitecto que construyó el edificio, Ballard describe con precisión el proceso de embrutecimiento y la destrucción de valores que los habitantes del edificio, abandonados a si mismos, llevan a cabo.

Los límites que marcan el descenso a los infiernos, sin embargo, son sutiles, casi imperceptibles. El Edificio, convertido en toda un alegoría de la estructura social de los empleados de alto nivel y profesionales liberales, tiene sus propias fronteras naturales, el piso 10, con los servicios comunes (piscina, gimnasio, escuela, supermercados, comercios) marca la frontera entre el abajo poblado por enfermeras, azafatas, técnicos y contables y el arriba, donde médicos, abogados y profesionales liberales se permiten mirar a sus vecinos con un cierto desprecio.

Más arriba, el piso 25 marca otra frontera, más tenue aún, ahí es donde empiezan los apartamentos de lujo de actores, presentadores y rentistas en general. Tiene entrada privada, no hay mezcla con la chusma de los pisos inferiores, ni los profesionales del nivel intermedio. Y en ático del piso 30 vive el Creador, el arquitecto que diseñó y financió en parte el edificio, el vértice de la pirámide social.

Son los conflictos por el uso de las zonas comunes, un inconsciente deseo de pasar al otro lado de la frontera, al lado socialmente más elevado y prestigioso, y el desprecio de los habitantes de los pisos altos por los de la parte baja del edificio, los que mueven a toda esa serie de personajes correctos y educados a molestar a sus vecinos con fiestas extemporáneas, actos cada vez más vandálicos y, finalmente, agresiones que van desde los insultos del inicio del proceso a los inevitables asesinatos del final.

El Edificio se va pudriendo poco a poco, la luz y el agua se cortan, los ascensores dejan de funcionar sin que nadie se haga cargo de solucionar los problemas, el vandalismo corroe la estructura del rascacielos, las basuras se amontonan en los pasillos, los habitantes se organizan en hordas levantando barricadas para evitar que las hordas rivales invadan su territorio, el caos se hace dueño del Edificio.

Y en el exterior nadie sabe nada. Los habitantes del rascacielos siguen acudiendo a sus trabajos, la inexistencia de denuncias hace que la policía no intervenga. Paulatinamente el Edificio se convierte en un mundo aparte, sin contacto con el exterior, hasta llegar al total aislamiento.

Quizá no sea el libro mejor escrito de Ballard, ni con toda seguridad el mejor traducido (me costó cierto tiempo darme cuenta que los contadores eran, en realidad, contables) pero al igual que en CRASH o LA ISLA DE CEMENTO muestra la cara más oscura del individuo y lo frágiles que son las reglas de juego sobre la que se asienta la convivencia en este mundo que nos ha tocado vivir.

© Francisco José Súñer Iglesias, (644 palabras) Créditos

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© 1998 Francisco José Súñer Iglesias
Publicado originalmente el 6 de diciembre de 1998 en www.ciencia-ficcion.com

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