Una anécdota recurrente que cuento cada vez que surge (y también cuando no surge, que uno ya va para yayo y le está empezando a encontrar gusto al cebotillismo) transcurre durante los preparativos del la fiesta que conmemoró el décimo aniversario del Sitio. Una tarde recibí una llamada un tanto deslavazada de una becaria de TeleMadrid que no supo explicarse o le dio demasiada vergüenza desvelar la verdadera misión que le había encomendado su jefe. La cosa quedó en el aire hasta que el mentado me llamó en persona para preguntarme por la fiesta, cual sería su orientación y ¡si íbamos a ir disfrazados! Cuando le contesté que de disfraces nada, que sólo se iban a reunir un grupo de amigos a beber, comer y charlar, se quedó un tanto pensativo y volvió a insistir sobre el tema de los disfraces, al confirmárselo me felicitó muy amablemente por el largo recorrido de la web en la red y si te he llamado no me acuerdo.
Es decir, el acto cultural como tal, el hecho de que una web dedicada a la literatura cumpliera diez años ininterrumpidos difundiendo en la medida de sus (mis) posibilidades un género literario, y por ende la lectura en general, no interesaba, ni importaba, ni era relevante, ni significativo. Si la cuestión hubiera sido la poca enjundia del Sitio en comparación con los Grandes Medios no me hubiera sorprendido, continuamente hay algo cumpliendo diez años de existencia y no por ello es noticia mundial, pero no, el desinterés por el evento venía del hecho de su propia naturaleza, aquel realizador no concebía la ciencia-ficción como algo sin relación alguna con lo carnavalesco ni, por supuesto, como una forma de expresión artística. Si no había disfraces y payasadas a pie de calle no interesaba. Punto. Del mismo modo que no interesa una charlas sobre el marco legal de la construcción de campos de fútbol pero si, e incluso más allá que el propio partido, las demostraciones energúmenas de más de un asiduo de estos estadios.
¿Preocupante? No especialmente, como género relativamente minoritario (ni relativo ni niños muertos, en el momento de escribir este artículo dos películas de ciencia-ficción de signo muy distinto arrasan en taquilla: PLANET 51 y AVATAR el aficionado a su vertiente literaria está más que acostumbrado a este tipo de cuestiones, más preocupados deben estar los roleros acusados de los más nefandos pecados, es simplemente desconcierto por esa transparencia de los aspectos más consistentes del género y la exagerada visibilidad de su vertiente no ya lúdica, sino directamente extravagante.
Otra anécdota a añadir a esta, ya demasiado gastada, fue un sucedido que viví hace poco en una reunión en el trabajo. El convocante estaba interesado en varios aspectos sobre los desarrollos de una aplicación que tengo en cartera, y los fue enumerando para situar a los participantes sobre el asunto. En un momento determinado creí escuchar claramente las palabras ciencia-ficción. Como esas reuniones son fundamentalmente aburridas y los temas a tratar ya me los conocía, estaba a mis cosas, esperando que se empezara a hablar de lo realmente interesante, así que pense que aquello había sido parte de mis ensoñaciones. Pero a la hora y media, aclarados y acotados la mayoría de los temas, el convocante pronunció, ahora si con toda claridad y mi atención puesta en él, las palabras Y ahora es cuando viene la ciencia-ficción
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Demoños
pensé ¿es coña o qué? ¿ya se ha acabado esto y como es habitual del Sitio quiere comentarme algo al respecto?
No, se refería a que los temas preparados para terminar la reunión eran pura entelequia, cuestiones que o bien llevan congeladas hace años por cuestiones de nula practicidad o que aún teniéndola, no se han llevado a cabo porque la ecuación costo de desarrollo/utilidad real tiende a infinito. Es decir, estaba expresando que eran temas que flotan entre lo mítico, lo anhelable, y lo irrealizable, pero que, no obstante, no entraban en el terreno de lo imposible.
No es mala visión, admitía la ciencia-ficción como una percepción avanzada de lo que puede ser, aunque siempre dentro de los límites de la ilusión, más que de la posibilidad real.
La percepción general de la ciencia-ficción se mueve entre esos parámetros; el carnavalesco y lo que puede deparar el futuro como probabilidad cierta, amén de cierta confusión con el fenómeno OVNI y mascaradas paranormales. Insistiendo en el aspecto lúdico del primero y reiterando la estupidez de lo último, el género no tiene porqué salir malparado en su comparación con otras formas de expresión.
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Publicado originalmente el 10 de enero de 2010 en www.ciencia-ficcion.com
