Hay una comparación muy evidente que puede hacerse después de ver el remake de V 2009, y ésa es decir que la ABC sitúa a Obama a la altura de los lagartos alienígenas invasores porque éstos también prometen cobertura sanitaria universal. Me parece, de hecho, que a los medios estadounidenses no se les escapó semejante comparación. No obstante, creo que esa analogía no es lo definitorio de V (con esas promesas, los visitantes se aseguran la simpatía de casi toda la población), sino que es la conversación entre los dos curas la que da más en el clavo de la verdadera referencia de todo esto, y no es más que la historia bíblica de Moisés y el becerro de oro, los falsos dioses que los hebreos adoran durante sus cuarenta años de vagabundeo por el desierto antes de encontrar la tierra prometida. ¿Es esto una muestra de que la serie puede ser el primer producto televisivo genuinamente republicano de la era Obama? Puede serlo. La sutileza no es su punto fuerte, y por ahora se encamina en esa dirección. Pero tengo que concederle una segunda oportunidad para confirmarlo.
La V original estaba muy marcada por las distopías totalitarias que se pusieron de moda en los 80, influenciadas sin duda alguna por los últimos coletazos de la Guerra Fría y los gobiernos de Reagan, en EE. UU., y de Margaret Thatcher en el Reino Unido. Así, los visitantes tenían esos uniformes y ese símbolo de inspiración claramente nazi, y de ahí surgía esa resistencia que usaba la V
de la victoria para identificarse, si no recuerdo mal (en la nueva versión, la V
hace referencia a los visitantes). Los tiempos cambian y las distopías de moda también, y supongo que mostrar a los lagartos con las etéreas facciones de Morena Baccarin (con pseudo-reunión de veteranos de Firefly al contar brevemente con Alan Tudyk), curando enfermedades by the face y hablando sin parar de que sólo quieren lo mejor para el planeta es el modo de explicar porqué logran conectar tan rápido con gran parte de la población.
Lo que no queda tan claro, aunque lógicamente eso se va aclarando según avanza la serie, es por qué son malos y hay que pelear contra ellos. Nos cuentan que se han infiltrado por todas partes y llevan décadas preparando la invasión, pero se queda en meras palabras. El piloto da la sensación de resumir casi toda la primera miniserie original en 45 minutos, y este aspecto del nacimiento de la resistencia es uno de los que más cojea.
Por lo demás, me ha resultado curioso ver que Kenneth Johnson, creador de la V de los 80, participa en el remake, y no puedo dejar de comentar otro aspecto que me pareció todavía más peculiar. El interior de la nave nodriza, al principio, parece la Estrella de la Muerte, pero de repente me vino a la cabeza Santiago Calatrava y, muy especialmente, la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. De hecho, juraría que vi L´Hemisferic dentro de la nave.


