Que 2004 fue un gran año para la ficción estadounidense no lo duda nadie. Esa temporada se estrenaron Perdidos, Mujeres desesperadas, Verónica Mars, House... Las series que confirmaron que lo de 24 y Los Soprano no era casualidad y que, realmente, estábamos ante una segunda edad de oro de la televisión en EE. UU.
Entre la cosecha de ese año había también otra serie, que ponía al día una película de ciencia-ficción de los 70, estrenada para aprovechar el tirón de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS, y que conoció después adaptaciones para televisión de todo tipo e incluso videojuegos. La segunda juventud de Galáctica, estrella de combate empezó como miniserie, emitiéndose en el canal por cable SciFi en 2003, y comenzando al año siguiente con formato de serie normal como una de las apuestas serias de la cadena.
Desde el principio, ya desde la miniserie, se vio que no estábamos ante algo similar a una nueva franquicia de Stargate (que es a la ciencia-ficción lo que CSI o Ley y orden a las series policíacas), sino ante otra cosa, algo que bebía directamente de los clásicos del género, para los que la ciencia-ficción y la fantasía son una excusa para reflejar el mundo real. Los críticos enseguida buscaron, y encontraron, paralelismos entre la guerra entre las colonias Kobol (12, sólo falta una para que sean como las colonias inglesas sobre las que nació EE. UU.) y los cylons con la guerra contra el terrorismo
lanzada por EE. UU. tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Si 24 (estrenada, precisamente, en 2001) es el paradigma de serie televisiva post 11-S, Galáctica es algo así como una gran metáfora no sólo de cómo es el mundo después de esa fecha, sino de esa misma fecha. El discurso del comandante Adama en la primera parte de la miniserie, recordando que los cylons fueron creados y entrenados por los humanos, y cómo estos liquidan a un ejército al que pillan de improviso, pues no se ha preocupado por averiguar qué ha sido de los cylons en los 40 años que permanecen desaparecidos
, recuerda mucho al momento en el que los aviones secuestrados se estrellaron en las Torres Gemelas, y todo el mundo empezó a preguntarse cómo podía haber ocurrido algo así. Aun así, el mejor guiño a la historia reciente estadounidense se produce cuando la secretaria de Educación descubre que es la única superviviente del gobierno de las colonias, y jura su cargo como nueva presidente en la nave, en una escena que recuerda al milímetro al juramento como presidente de Lyndon B. Johnson en el Air Force One, horas después del asesinato de John F. Kennedy.
Galáctica es una gran serie (con unos decorados que recuerdan mucho no sólo a LA GUERRA DE LAS GALAXIAS, sino también a Star Trek), con unas buenas tramas, buenos personajes (de momento, me parece un gran hallazgo esa cylon con aspecto de mujer despampanante que debe mucho a los replicantes de BLADE RUNNERV) y dos actores sensacionales, de los que hacía mucho que no sabíamos nada, o muy poco: Edward James Olmos (que ha sabido deshacerse de la losa
que podía representar el teniente Castillo) y Mary McDonnell. Por supuesto, a pesar de todas sus bondades, a Galáctica se le escapa el reconocimiento (más allá del de los fans o los críticos) del que disfrutan otras series, pero es que ya se sabe que cualquier cosa que huela a ciencia-ficción es despachada por la gente que da los premios como algo menor, un género para niños y adolescentes fantasiosos. Hace mucho tiempo que la ciencia-ficción cuenta mejor cómo es nuestro mundo que los documentales.

