Sitio de Ciencia-Ficción

24 de diciembre de 2000


SETI, inteligencia, persona y MATRIX
SETI, inteligencia, persona y MATRIX
por Pablo J. Ginés Rodríguez

Tiempo estimado de lectura: 3 min 03 seg

Un contertulio en la lista de la AEFCF comentó que el proyecto SETI de búsqueda de inteligencia extraterrestre no es realmente una búsqueda científica, porque no hay forma de demostrar que no existe lo que no has encontrado. La idea es que podemos buscar hasta el fin del mundo, pero nunca encontraremos pruebas de que no vale la pena seguir buscando.

Otra idea es la contraria: que podríamos encontrar inteligencias y no reconocerlas como tales. Esta búsqueda de la inteligencia extraterrestre me hizo pensar en otra búsqueda de inteligencia. El pasado domingo (17 de diciembre de 2000) vi el final del programa de La 2 Segundo milenio, un programa de divulgación que me parece muy interesante y osado, y no mal planeado, y aunque en mi opinión le falta profundidad ética lo compensa con su agilidad y capacidad de despertar el interés.

En él, unos diseñadores de inteligencia artificial se quejaban de que continuamente los críticos les niegan que sus avances demostrasen inteligencia artificial. Primero les decían: inteligencia es poder jugar al ajedrez. Después de ganar las máquinas a Kasparov les dijeron no, eso no es inteligencia; inteligencia es marcarte tus rutas y recorrerlas autorreplicándote. Se consigue y les dicen: no, inteligencia es escribir poemas y declamarlos con sentimiento, y bailar. Y en ello están.

Estos técnicos de la inteligencia artificial se quejan de que continuamente les redefinen el concepto inteligencia para que no encajen con sus criaturas. Igual que en el SETI podría suceder que continuamente redefinamos el concepto criatura inteligente a medida que encontremos bichos que no nos interese admitir como inteligentes.

Pero en realidad creo que el problema no es realmente acerca del concepto inteligencia, sino acerca del concepto persona. Que Deep Blue gane o no al ajedrez, que sea muy listo, no nos preocupa. Lo que nos preocupa es que sea (o no sea) persona. Y este es el gran debate de la ciencia-ficción desde FRANKESTEIN, porque en nuestra cultura judeocristiana el humano es, por el solo hecho de ser humano, persona. Y la persona es, por solo ser persona, poseedor de dignidad y sujeto de derechos.

Pero ¿habrá personas que no sean humanos?

Después de todo, siempre se ha tendido a lo contrario, a proclamar que hay humanos que no son personas sino cosas. Así se hizo en las formulaciones precristianas de la esclavitud (la esclavitud durante épocas cristianas fue distinta: siempre tuvo que hacer carambolas argumentales para justificar que unas personas —porque a todos los humanos se les concedía este rango— estuviesen privadas de libertad). La misma tendencia a proclamar que hay seres humanos que son cosa y no persona la encontramos en la actual justificación del aborto, el racismo nazi y en general cualquier demonización del otro, que pierde su característica de ser persona para que podamos tratarlo como un objeto.

Pero con las IAs, el proceso es exactamente el contrario: parece que unas cosas pueden llegar a ser personas. Y parece que lo serán a través de la inteligencia. Cuando tengan suficiente inteligencia (y tendrán mucha) se les dará el rango de persona.

Esto, el conceder a una máquina (o incluso una biomáquina) el rango de persona quizá anime a nuestra cultura a terminar de eliminar la vieja y molesta identificación judeocristiana de humano=persona.

Por comparación con las IA se podría imponer la ecuación a más inteligencia, más persona (repartir carnés de verdadero ser humano). Y esa ecuación tan lógica nos llevaría al convencimiento de tantísimas sociedades de la antigüedad pagana: sólo cuando uno alcanza cierta edad de madurez tras demostrar su valía (en el rito de iniciación) adquiere la categoría de persona. Hasta entonces no tiene los derechos de persona (puede ostentar rangos de status diverso, aunque siempre inferior: cosa, propiedad, persona-en-proyecto).

Niños, retrasados y enfermos mentales, gente de poco nivel intelectual, al no llegar al standard, no serán considerados humanos, igual que sucede ahora mismo con el aborto (de hecho, ahora ya se detectan y eliminan masivamente antes de nacer en nuestra civilización). Si alguien se encariña con ellos, puede guardarlos como quien guarda un gatito pero a nuestros futuros colegas, las personas IAs, les parecerá una tontería y un gasto de recursos, un lastre para la sociedad. Durante un tiempo respetarán nuestras leyes, que recogerán el derecho a mantener una mascota querida, pero las mascotas no deseadas serán exterminadas (con rapidez y efectividad, y recortando gastos, por supuesto).

¿Tengo miedo del otro, de la inteligencia artificial, de la extraterrestre? En absoluto. Me asusta mucho más un ser humano que no sabe decir qué nos hace humanos ni porqué vale la pena ser humano ni entiende lo de extender a todos los humanos el rango de persona. Eso está de alguna manera reflejado en muchas películas de ciencia-ficción: el verdadero peligro no son las máquinas que quieren esclavizar a la humanidad, no son los alien que nos quieren devorar; el verdadero peligro son los humanos que no creen en la dignidad de los humanos, traidores (egoistas o visionarios) entre la tripulación del Nostromo o la Sulaco o el grupo de Morpheo.

Parece que antes del pensamiento cristiano, el latín usaba la palabra persona únicamente como sinónimo de personaje teatral, de máscara. O sea, de rol, como en los juegos de rol. Así que dejaremos de ser personas (eliminando la molesta ecuación humano=persona) para ser personajes. ¿A alguien le extraña que cada año se presenten y ganen varias historias de realidad virtual y roles digitales el premio UPC de ciencia-ficción? ¿No trata THE MATRIX de esto? Las IA toman el mando y dejamos de ser personas para jugar a ser personajes, roles imaginados. Es fácil criticar el mesianismo en la película y las profecías fáciles (no necesarias para la trama, creo) y el síndrome Emperador de todas las Cosas, pero lo cierto es THE MATRIX que es una película que recoge toda esta inquietud y plantea preguntas (aunque no sabe responderlas).

¿Por qué deberíamos escoger la verdad, y no la ilusión de THE MATRIX? ¿Por qué debemos defender a los humanos, y no las máquinas?

Dudo que se atrevan a profundizar en estas cuestiones en las secuelas. Sospecho en las secuelas de THE MATRIX pasará como en la vieja serie de V: habrá una quinta columna entre las máquinas que negociará con los humanos y se llegará al final de la guerra. Una visión optimista. Bueno, me gustará ver ganar a los buenos en la serie. Defiendo que hay inquietudes profundas y serias reflejadas en THE MATRIX y me dará pena que no se profundice en los por qué. Pero, claro, sabemos que sería demasiado escandaloso.

© Pablo J. Ginés Rodríguez
(1.102 palabras) Créditos
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