Hace unas semanas escribía por aquí la primera parte de Pero, ¿dónde están los extraterrestres? En ese artículo comentaba que a mi parecer los amigables alienígenas han pasado de tener un papel protagonista en la ciencia-ficción actual a ser más bien actores secundarios. Los interesados en mi argumentación y en los (breves) datos que aporté, pueden leer la primera parte del artículo. En esta segunda parte me propongo intentar explicar el por qué está sucediendo esto. Es decir, por qué los escritores contemporáneos de ciencia-ficción han ido relegando la vida extraterrestre, el que a buen seguro sería el descubrimiento más grande de la Historia reciente y uno de los más grandes de todos los tiempos, a un tema de importancia menor.
Comentando esto con un amigo, me decía que él creía que era simplemente una cuestión de moda; según me contaba, tan solo haría falta una nueva película sobre extraterrestres que fuera un éxito rotundo de taquilla, o una serie de televisión, o incluso un libro, una saga que levantara pasiones como sabemos que algunas hacen. Y la verdad es que debo decir que estoy de acuerdo con él.
Claro que si esto fuera así yo ya habría encontrado la explicación que buscaba y este artículo terminaría aquí.
En realidad, creo que la cuestión de la moda es tan solo una respuesta más bien superficial, la punta del iceberg. Las razones por las que ahora Hollywood o los escritores más importantes tienden a dejar un poco apartados a los alienígenas van más allá de la moda (al fin y al cabo es de ellos de quienes se espera que creen las modas).
Mi teoría: yo creo que los escritores de ciencia-ficción son gente que está a la vanguardia en la ciencia y la tecnología, pero también son (o al menos los mejores de ellos) agudos observadores de la sociedad presente y de sus problemas. Como vivimos en un mundo tan cambiante, en el que la actualidad se pisa a sí misma a la hora de salir en las noticias, en el que hay gran cantidad de asuntos que tratar y reflexionar, en este mundo, digo, muchos escritores de ciencia-ficción acaban pensando que los extraterrestres, de los que tras años de búsqueda no hemos tenido noticia, son un tema menor. El cambio climático, la sangrante desigualdad en el reparto de la riqueza, la inteligencia artificial, la genética, las relaciones entre los países, la futura exploración del espacio... cualquiera de estos temas es de más candente actualidad que la posibilidad de inteligencia extraterrestre, probablemente muy lejana a nosotros. Por supuesto esto no es óbice para que haya quienes sigan especulando sobre los alienígenas, claro, la ciencia-ficción también puede ser literatura de evasión o de puro placer intelectual. Pero creo que son una minoría.
Y es que el proyecto SETI, la búsqueda científica de vida inteligente extraterrestre, nada ha conseguido en las ya varias décadas que viene existiendo. Pero como alguna vez se ha dicho, la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia. De hecho, hay argumentos para mantener la esperanza de recibir un día una llamada desde las estrellas —espero, eso sí, que no sea a cobro revertido—, como explica el doctor Seth Shostak en su muy recomendable CONFESSIONS OF AN ALIEN HUNTER. La clave sería el Allen Telescope Array, en California, que multiplicaría la capacidad actual de sondear los cielos.
Para estimar el posible número de civilizaciones alienígenas nos podemos servir de la ecuación de Drake, en la que se van asignando valores a determinadas cantidades. No es cuestión de explicarla aquí con detalle, es fácil encontrar explicaciones por ahí. Algunos valores se conocen razonablemente bien, como el número de nacimientos estelares en nuestra galaxia, aunque hay otros que son una verdadera incógnita, como por ejemplo la probabilidad de saltar de vida bacteriana a vida inteligente, o el tiempo que perduran las civilizaciones. Cuando uno asigna valores para resolver la ecuación de Drake, lo tiene que hacer basándose muchas veces en sensaciones o intuiciones, pues es mucho lo que se desconoce. Lo normal es llegar a valores ciertamente dispares. El propio Drake resolvió su ecuación obteniendo que entre 10000 y 20000 civilizaciones extraterrestres nos aguardan ahí fuera (aproximadamente 1 de cada 10 millones de estrellas albergaría vida inteligente). Si ET existe en nuestra galaxia y tiene voluntad de comunicarse, con el Array Allen podemos esperar una señal en torno al 2030. Si en cambio tomamos la resolución de la ecuación que hizo en su día Carl Sagan, mucho más optimista en el posible número de alienígenas, la señal de ET la podríamos tener incluso antes.
Por desgracia, el Array Allen ha estado parado un tiempo por falta de fondos y ahora, aunque de nuevo funcionando, no se sabe si podrá ampliarse todo lo que se pensaba. Pero no lo veo un problema. El proyecto SETI ha sobrevivido a muchos intentos de enterrarlo y creo que con la atracción que despierta y lo hábil que es la gente que trabaja allí, durará por mucho tiempo. Tal vez el Array Allen no llegue a ser todo lo grande que se esperaba y esas cifras tan prometedoras que comenta Seth Shostak no se cumplan, pero puede haber avances inesperados a medida que la tecnología mejora. Y existen más (radio) telescopios.
De una forma u otra, la Astrobiología es ya una disciplina científica por derecho propio, y tiene un prometedor camino por delante.
Si puedo dar un punto de vista personal, no puedo dejar de pensar que todo apunta a que la vida no es algo tan raro. Cada vez se detectan más estrellas con planetas (hay un estudio reciente que sugiere que cada estrella tiene en promedio 1.6 planetas) y el número de estrellas en la Vía Láctea es enorme, en torno a los cien mil millones. Además, vemos que la vida es capaz de aparecer en multitud de lugares, incluso en los más nocivos, como los organismos extremófilos, que han sido todo un descubrimiento de la Biología.
Por supuesto se puede seguir pensando que aunque admitiéramos la posible existencia de vida en el cosmos, de ahí a formar seres complejos que prosperen y desarrollen la ciencia y la tecnología, hay mucha distancia, y que tal vez el número de extraterrestres con los que comunicarnos sea muy, muy pequeño o nulo. Ciertamente es algo posible. Pero tengo la sensación de que las cosas no van por ahí. En cualquier caso nos aguardan años interesantes. La búsqueda puede ser tan emocionante como el descubrimiento.
