Ojeando[1] páginas y foros había tenido noticia de una polémica que me parecía bastante forzada. Al parecer, y voy a citar de memoria porque no recuerdo exactamente donde lo leí, los organizadores de los premios Hugo habían propuesto enumerar un número limitado de personas responsables en cada candidatura porque las listas de personas incluidas en cada una de ellas, principalmente en las obras colectivas, se estaba alargando de una forma bastante preocupante. Eso el papel, o los bits, lo aguantan más o menos, se pueden publicar listas interminables sin problemas, nadie va pararse a leer un enorme listado de gente, que tendrá su mérito, pero que al público en general le importa bastante poco.
Si no lo entendí mal el problema venía a la hora de proclamar las candidaturas. En algún momento del acto se relacionan los candidatos y luego se proclama el ganador. Claro, no lleva el mismo tiempo citar título, autor e incluso editorial, que largar una salmodia con los nueve mil millones de miembros del equipo editorial. Las ceremonias se podrían alargar hasta el aburrimiento, por no hablar de que en el caso de que la lista larga
ganara el premio hubiera que repetir de nuevo la salmodia so pena de ofender a alguien, que en estos tiempos de egos de cristal todo es posible. Por lo visto el asunto se votó, o se expuso en público debate y finalmente se decidió dejar las cosas como estaban, esto es, declamar la lista larga
.
Hacía tiempo que había notado esa tendencia. Al editar las noticias de las candidaturas a los Hugo, sobre todo en las categorías de trabajos colectivos
, como magazines, fanzines, prozines o ¡semiprozines![2], la cantidad de gente que participaba en ellos se iba alargando con los años. No me parecía extraño por cuanto son el tipo de publicaciones que carecen de una dirección formal; un grupo de amiguetes se reúnen para compilar el material que cada cual considera interesante, a partir de ahí éste se encarga de la revisión de los textos, aquel otro de la maquetación, el de más allá luce sus habilidades como ilustrador, etc. etc. Lo que viene a ser la edición de una revista en la que, a no ser que se requieran habilidades muy especializadas, todos y cada uno de los editores
participan con entusiasta desinterés.
En España podemos poner el ejemplo de BEM. Pedro Jorge Romero, Juan Manuel Ortiz, Ricard de la Casa y José Luis González gestionaron la revista durante años sin que, a excepción de los más allegados y algún que otro especialista, se supiera quién hacía exactamente qué. Ellos daban la cara y eran la imagen pública
de la revista y decenas de autores pasaron por sus páginas aportando relatos y artículos, pero en ningún caso a nadie se le ocurriría apuntarse al carro de haber editado
BEM. El mérito era publicar en BEM, no formar parte de su equipo editorial.
El caso es que éste año, al echar un ojo al listado oficial[3] de los finalistas al Hugo el despropósito se ha hecho realidad. Si se mira la categoría de semiprozine veremos que la enumeración de personas que participan en los proyectos es nutrida, y donde ya se llega al extremo del ridículo es en la candidatura de Strange Horizons. Me he tomado la molestia de contarlas ¡87 personas! y eso que según se desprende del texto al final del listado hay quien ha preferido no aparecer, sea por un motivo u otro. No es el único con un staff potente
, en la categoría de fanzine, Journey Planet, le sigue, aunque más modestamente, con una lista de solo
catorce personas.
Eso en la lista oficial. Si echamos un ojo a la noticia en Locus[4], con buen criterio han cortado por lo sano y solo muestran los títulos de las publicaciones, otros medios como File770[5] han optado por copiar y pegar la lista oficial. En el Sitio la noticia aparece con el listado abreviado
.
Francamente, no se que interés pueden tener los editores de Strange Horizons, en agotar hasta la extenuación a organizadores y público con un listado tan ridículamente exhaustivo. He intentado rastrear por la anglosfera las causas de tal exhuberancia pero mi inglés no da para mucho, así que no he sido capaz de encontrar nada al respecto.
Particularmente se me ocurren algunas explicaciones plausibles. Una con ciertos visos de racionalidad aunque no por ello menos chocante, es que por motivos académicos la mención dentro de una candidatura a los Hugo ayude a engordar currículums y bibliografías, otro mal moderno que afecta a licenciados y doctorandos, necesitados de citas y reseñas para hacer recrecer su historial y prestigio.
Otra, es que en estos tiempos en los que todo ofende, el no mencionar a alguien habiendo participado en la revista entra dentro de algún extraña regla moderna del agravio. Todo puede ser.
Una tercera habría que buscarla en la propia naturaleza de Strange Horizons, revista centrada en las voces nuevas, subrepresentadas y globales
. Si lo suyo es dar visibilidad
a los subrepresentados
parece lógico, desde su punto de vista, que cualquiera que haya puesto una coma en la revista aparezca en el listado de responsables
de la misma. ¿Dónde está el límite? Entiendo que según su visión del mundo no hay límite, y el público que se aguante. O no.
No se en lo que acabará esta tendencia, y si se repetirá o recrudecerá en el futuro, pero da un poco de pereza porque todas estas modas desquiciadas que se generan en los ambientes culturales
de Estados Unidos acaban propagándose por medio mundo y envenenando hasta las dinámicas más razonables y atemperadas.
Imagínense que el Sitio volviera a ganar el Ignotus y me empeñara en que, en justo reconocimiento, se citaran en la ceremonia de entrega de premios a los 533 colaboradores que en algún momento han firmado algún artículo en la web.
De locos.
[1] Si, ya he tenido éste debate conmigo mismo y he preferido el verbo Ojear al Hojear, siendo éste segundo más propio del mundo del papel, donde prácticamente no hay más que hojas, que el de la web, donde el sujeto de examen es un conjunto de objetos
multimedia que incluye texto, imágenes, vídeos y locuciones.
[2] Un magazin
o magacine, es una revista, una publicación periódica no diaria generalmente ilustrada. De ahí se deriva fanzine
, que es una revista editada por aficionados sin ánimo de lucro. La cosa se complica con los prozines
, que son fanzines
que han dado el salto al profesionalismo, por último, tenemos los semiprozines
, en los que aún siendo fanzines
a cargo de aficionados, procuran compensar económicamente a sus colaboradores. En este contexto hay que evitar entender aficionado
de forma despectiva, sino más bien alguien que dedica su tiempo libre a la edición, así, un periodista de la ESPN al que le guste la ciencia-ficción podría dedicar sus horas de ocio a editar un fanzine
sobre el género con igual profesionalidad con la que se aplica en su trabajo.

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Publicado originalmente el 25 de abril de 2021 en www.ciencia-ficcion.com
