Con más frecuencia de la deseada, y gracias al enorme desconocimiento que se tiene del género, se suele confundir al autor de ciencia-ficción con un adivino, un vidente capaz de predecir el futuro o, al menos, con la arrogancia suficiente como para pretender hacerlo en sus relatos.
Nada más lejos de la realidad. El autor de ciencia-ficción no tiene intención de adivinar nada. Ni siquiera se toma en serio la posibilidad de que las propuestas que plantea sean realidad en un futuro más o menos cercano. El autor de ciencia-ficción toma los elementos de su entorno, investiga sobre las previsiones sociales, tecnológicas y científicas, y teniendo en cuenta todos estos factores, plantea un marco social en el que desarrolla su obra.
En muchos casos ni llega a tanto, simplemente, y teniendo en mente una cuestión preocupante para el presente y el futuro de la humanidad especula sobre ella, reflexionando sobre las consecuencias posibles y dramatizándola en forma de narración. No pretende, insisto, que ese relato sea una predicción exacta de la época en la que sitúa la acción, su preocupación es más de hoy día, intenta comprender y hacer comprender los peligros de ciertas cuestiones muy de actualidad.
De esa forma hay que tomar las obras punteras de la ciencia-ficción soft; 1984, UN MUNDO FELIZ, FAHRENHEIT 451, o LAS TORRES DEL OLVIDO, entre otras. Las inquietudes de sus autores se referían a sucesos y circunstancias de la época que les tocaba vivir, y estos libros son, de forma exagerada, un reflejo de sus miedos, una advertencia de lo que ocurriría si se impusieran ciertas tendencias políticas y sociales.
Naturalmente, en alguna ocasión se han producido notables coincidencias entre las especulaciones de un autor con la realidad, y así, LOS QUINIENTOS MILLONES DE LA BEGUN, de Julio Verne, propone un estado germánico totalitarista de corte exclusivista e hipernacionalista más de cincuenta años antes de la toma del poder del partido Nazi en Alemania. Pero no hay que confundir estos casos con adivinamientos milagrosos, son el resultado de las advertencias de gentes, por lo general, nada estúpidas.
Sin embargo, en el ámbito del hard y la space-opera los autores se dejan llevar más por la pura aventura, en el segundo caso, y por la divulgación científica o una simple ambientación razonable en el primero. Tampoco tratan de prever lo que será el futuro, simplemente usan la tecnología actual al servicio de sus intereses narrativos. En el proceso, la imaginación y el sentido común hacen el resto.
Por supuesto hablo de la ciencia-ficción razonablemente seria
. No tiene mucho sentido preocuparse por las predicciones de pastiches claramente desaforados.

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Publicado originalmente el 26 de noviembre de 2000 en www.ciencia-ficcion.com