También llamada psicopatía, es una enfermedad mental denominada como trastorno disocial de la personalidad. La OMS establece los siguientes criterios para su definición: Incapacidad de empatía hacia los demás, irresponsabilidad por las normas sociales, incapacidad emocional, baja tolerancia a la frustración, comportamiento violento, incapacidad para sentir culpa y predisposición a culpar a los demás. Se desconoce exactamente su causa, aunque se teoriza sobre tres posibilidades: Social (trastornos familiares y/o del entorno), genética (tara en un gen heredado) y sexual (trastornos en el desarrollo de la sexualidad).
La misma OMS calcula que el 2% de la población mundial padece esta enfermedad. A diferencia de lo que se pueda pensar, la mayoría de los sociópatas jamás cometerá delito alguno, ni pisará una cárcel. Sin embargo hará la vida muy difícil a quien tenga la mala suerte de vivir en su entorno. Pero el sociópata que a la vez nos atrae y repele, que nos fascina y nos repugna, es el asesino.
En la vida real, el decimonónico Jack el Destripador se hizo famoso por ser, tal vez, el primer asesino mediático de la historia. Además de aterrorizar a Londres con sus 5 espantosos descuartizamientos (siempre escogió a prostitutas como víctimas) le gustaba mandar notitas a la prensa y a Scotland Yard alardeando de su inviolabilidad y astucia. Jamás fue descubierto. Sir Charles Warren presentó su dimisión en la cámara de los comunes. La policía quedó en ridículo. Se llegó a culpar a judíos, masones y hasta se esbozó una posible conjura de la corona. El asesino de Withchapel ganó por la mano, o mejor dicho por el cuchillo.
En la novela futurista de Anthony Burgess, LA NARANJA MECÁNICA y en su posterior adaptación al cine por Stanley Kubrick, se nos presenta como protagonista a Alex, un joven guapo, inteligente, de familia media y sociópata. Su vida consiste en liderar una banda de gamberros (mis drugos) que violan, apalizan y asesinan a quien se les cruce en su camino. Después de ser encarcelado por sus fechorías, su posterior reinserción en la sociedad con el sistema de repulsión física ante el delito mediante un tratamiento médico llamado Ludovico, resulta un desastre tanto personal como político. La moraleja no es otra que un futuro espantoso en una sociedad hipócrita en donde sigue triunfando el criminal. Eso sí, con música de Ludwig Van Beethoven.
Ted Bundy, el galán. Licenciado en psicología, filología china y derecho, miembro activo del partido republicano norteamericano y pesadilla para la policía y para cualquier mujer blanca, de pelo liso y peinada con la raya en medio de la década de los años 70 (este era el perfil de víctima que siempre buscaba). Se desconoce el número total de sus crímenes. Cometió las mayores aberraciones con las mujeres a las que sodomizó, estranguló, violó, acuchilló, decapitó y despedazó. Sólo una pudo escapar de sus garras. El caso supuso todo un espectáculo para la sociedad estadounidense. De hecho, fue uno de los fundadores del fenómeno psychokiller o asesino en serie. En la cárcel recibía cientos de cartas diarias, llegando a presidir un club de fans. Hasta le propusieron en matrimonio. Su juicio fue un circo de tres pistas. Murió ajusticiado en la silla eléctrica. La fotografía de su cadáver todavía se exhibe en la web.
Hal (de la serie 9.000) es un ordenador estelar que controla la nave estadounidense Discovery en misión a Júpiter. Es educado, culto y mecánicamente perfecto. Está programado para creer imposible que él mismo pueda cometer un error. Los tripulantes humanos de la nave dependen por entero de sus atenciones. Pero un día lo imposible ocurre y se confunde en unos cálculos. Realmente son una menudencia, sin embargo el ordenador es incapaz de asimilar su culpa y decide asesinar a toda la tripulación. Solo uno consigue escapar de la matanza. Ante las súplicas y balbuceos del computador, el espectador asiste a la ejecución del sociópata (¿electrópata?) por parte del humano. En la película 2001, UNA ODISEA DEL ESPACIO, Stanley Kubrick nos relata la posibilidad de que un simpático asesino mecánico, nos caiga mejor que los anodinos humanos. La paradoja está servida.
La infancia de Pedro Alonso López fue un auténtico infierno. De madre prostituta fue echado del hogar familiar a los 8 años por acariciar a su hermana menor. Lo recogió un pedófilo que lo violaba sistemáticamente. A los 18 años ya había matado a tres personas. El conocido como el Monstruo de los Andes se dedicó a asesinar preferentemente a adolescentes y niñas en Colombia, Perú y Ecuador. El mismo confesó haber matado a más de 300. Tiene el cuestionable honor de ser el asesino en serie más prolífico de la historia.
UNA INVESTIGACIÓN FILOSÓFICA es una novela que relata un futuro en donde a los sociópatas se les controla genéticamente desde el nacimiento. Se les cataloga con nombres claves de filósofos y se les controla para que no puedan cometer delitos. Pero uno de ellos descubre la trama y decide vengarse asesinando a los miembros potenciales de la lista filosófica. Philip Kerr inventa una sociedad que evoluciona tecnológica y científicamente a pasos agigantados, pero que sigue siendo incapaz de solucionar el problema de la criminalidad.
En definitiva, esta enfermedad de tipo psiquiátrico sigue siendo un misterio. Se desconocen sus causas, no existe tratamiento alguno para su cura y sigue produciendo demasiadas víctimas. La fascinación, a veces enfermiza, de nuestra sociedad hacia este fenómeno, tiene tal vez su explicación porque en apariencia, estas personas (realmente y aunque nos cueste admitirlo, lo son) son prácticamente normales. Pueden camuflarse entre nosotros como ciudadanos modelos, como vecinos ejemplares y como compañeros de trabajo. Hasta que se transforman en monstruos. Sólo entonces se detecta al sociópata.

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Publicado originalmente el 23 de diciembre de 2001 en www.ciencia-ficcion.com