Al intentar recrear las sociedades futuras los escritores y directores de ciencia-ficción intentan que éstas sean todo lo más creíbles que les sea posible con detalles de ambientación y todo tipo de artilugios y ropajes que pretenden proyectarnos en el futuro. Entre todas esas manifestaciones están los deportes. Con la locura que existe hoy día por los deportes a nadie se le ocurre que en un futuro eso no siga sucediendo, todo lo más porque se trata de una actividad lúdica de lo más natural, el ser humano es competitivo por naturaleza, y una forma de estilizar esa competitividad es reconducirla en forma de torneo más o menos físico e incluso violento, pero que mantenga unas reglas y lo reduzca a los límites del recinto de juego: lo que pase en la cancha se queda en la cancha.
Al respecto, el juego que más paralelismos ha mantenido con los deportes actuales es ROLLERBALL. El caso es que ya hemos superado el marco temporal que se proponía en la película homónima de Norman Jewison de 1975. Se suponía que allá para por entonces un lejano 2018 el rollerball sería un deporte de masas que captaría intensamente la atención del público como lo hace hoy día el futbol. El deporte visto en la película es brutal, una mezcla de fútbol americano, motorismo y hockey sobre patines en el que dentro de una pista circular dos equipos pugnan por marcar goles o evitar que se los marquen. Las reglas son bastante laxas y el contacto físico está más que permitido, de modo que los patinadores van cubiertos con cascos y armaduras. Como sucede actualmente las estrellas de este deporte ganan cantidades ingentes de dinero, y se codean con la alta sociedad, donde son recibidos como auténticos héroes. La película mereció un remake bastante flojo en 2009.
Otro juego también muy físico es la Pirámide que vimos en Battlestar Galáctica (en la serie original se llamó Triada) y es una mezcla entre squash, rugby y baloncesto, aunque parece claramente inspirado en el juego de pelota o Tlachtli
mesoamericano. Estos nombres se deben a que el campo de juego debe ser triangular, a ser posible con paredes y en todo caso con las suficientes superficies verticales rodeando el campo, y se trata de algo tan simple como meter una pelota en una cesta mientras el rival intenta impedirlo. Las reglas dependen de lo formal del juego y el acuerdo entre jugadores. En las grandes ligas de Kobol se respetan estrictamente, pero en los partidillos informales las cosas pueden llegar a ponerse muy duras. No hay que confundirlo con un juego de cartas con el mismo nombre que también se vio en la versión original de la serie, una especie de póquer que se jugaba con cartas exagonales y que incluso llegó a comercializarse visto el éxito de la serie.
En LOS DESCENDIENTES (2015) vimos otro deporte bastante psicodélico, el tourney, un remedo del lacross, deporte poco conocido más allá de los U-E-SEI. En vez de jugarse con la raqueta larga y flácida característica de ese deporte, se hace con un largo cucharón de madera. El objetivo es pasarse una pelota entre los jugadores, ayudándose por el cucharón, para finalmente introducirla en la portería contraria, por supuesto, el equipo contrario lo intentará evitar a base de golpes y cañones lanza platos, todo muy lógico, pero vaya, se trata de una serie de películas de una más psicodélica aún fantasía heroica para adolescentes.
Más brusco, pero bastante más, eran los combates que se desarrollaban en La cúpula del trueno en MAD MAD 3. Las reglas eran sencillas: dos entran, uno sale. Se conducía a dos combatientes a una amplia jaula y se les proporcionaban una serie de adminículos cortantes, lacerantes, desgarrantes, machacantes y perforantes para que desarrollaran su creatividad contra el rival de turno. Creo recordar que también valían motos y en una variante con débitos al Circo del Sol, a los gladiadores se les colgaba de unas largas gomas para que entretuvieran al respetable con saltos y volteretas.
Igualmente brutales, pero más estilizadas, eran las carreras de motos de TRON (1984). Las reglas también eran sencillas, los jugadores salían disparados en sus motos de luz y debían cortar el paso a sus contrincantes de modo que estos colisionaran con los muros-estelas que iban dejando las trayectorias de sus motos o bien contra los muros del recinto donde se celebraban los juegos. No hace falta recordar que a la chiquillería de por aquel entonces esta película nos dejó fascinados, y aquella carrera mortal inspiró más de un juego de choques en parques y callejones.
El ingenio de los autores ha dado muchos más ejemplos, unos más vistosos, otros más etéreos, pero siempre imaginativos.
