La ciencia-ficción tiene como uno de sus propósitos intentar describir el futuro de la humanidad desde distintas miradas. La ciencia-ficción hard enfoca su atención en los adelantos científicos y tecnológicos y es famosa por haber anticipado muchos de ellos, aunque también se le culpa por haber sido incapaz de predecir muchos otros (como por ejemplo internet y las redes sociales). Por otro lado la ciencia-ficción soft se ha preocupado de los cambios sociales y culturales del mañana y los efectos psicológicos que estos pueden tener en los individuos.
Sin embargo hay un campo del conocimiento en el que pocos escritores de ciencia-ficción han osado aventurarse y presentar propuestas convincentes; la economía. Como excepción podemos mencionar dos movimientos dentro del género que al menos reconocen la importancia del orden económico a la hora de intentar entender el futuro, el ciberpunk y los apologistas de la Singularidad.
El ciberpunk de los años 1980, por un lado, postulaba una sociedad decadente, donde el capital se hallaba altamente concentrado en las manos de unas pocas corporaciones transnacionales y donde la mayor parte de la población vivía en la miseria, obligada a todo tipo de conductas indignas para poder sobrevivir.
En un sentido totalmente opuesto los escritores que se han dedicado a explorar las condiciones y consecuencias de una Singularidad Tecnológica proponen lo que se conoce como una economía de post-escasez. Esto es, un mañana en el que gracias a la ciencia y la tecnología es posible producir cualquier bien u ofrecer cualquier servicio de manera ilimitada y a costo cero, gracias a elementos como la automatización y las realidades virtuales entre otros.
En EL ÚLTIMO HORIZONTE DE LA NOCHE se propone una economía que de alguna manera mezcla ambas visiones. La humanidad, sometida a una profunda escasez de recursos, toma contacto con especies extraterrestres avanzadas y que han alcanzado su propia Singularidad. La mayoría de estos alienígenas han resuelto definitivamente sus necesidades materiales y solo dos cosas siguen teniendo valor para ellas; el tiempo y la energía.
¿Como se puede transar económicamente el tiempo? Pues en realidad es lo que todos hacemos. En nuestros trabajos vendemos nuestro tiempo, que bien podríamos dedicar al ocio (o a escribir una entrada en un blog) a cambio de dinero con el que podemos comprar el tiempo de otros. Pero en EL ÚLTIMO HORIZONTE DE LA NOCHE hablo de otra manera en que el tiempo se convierte en un bien económico. Y es que cuando el tiempo puede ser dilatado o comprimido por efectos relativistas y entrópicos no es difícil imaginar situaciones en la que esa posibilidad puede convertirse en necesidad. Una necesidad por la que se está dispuesto a pagar.
En cuanto a la energía, y si se dispone de reactores de fusión o de anti-materia, quizás resulte efectivamente gratis para lo que podríamos llamar usos domésticos. Pero para cosas mayores, como por ejemplo, mover una flota de miles de naves de combate a velocidades cercanas a la de la luz, se debe requerir muchísima energía, cuyo costo no se puede considerar despreciable.
En la novela se propone además la posibilidad de manipular un tipo muy especial de energía, la energía oscura. La energía oscura tiene propiedades anti-gravitatorias y en EL ÚLTIMO HORIZONTE DE LA NOCHE esto es utilizado con diversos propósitos; desde acelerar naves espaciales hasta generar campos de fuerza, entre otros. Y la única fuente accesible de energía oscura serían un tipo muy especial de agujeros negros microscópicos llamados Reliquias de Planck[1]. Las Reliquias de Planck, en la novela, pueden ser concentradas, almacenadas, y comercializadas. Y la energía oscura que contienen se libera a través de partículas camaleón
[2], que con el tiempo han llegado a ser llamadas simplemente khaones
. Una Reliquia de Planck típica, siempre en la novela, contiene entre mil y cuatro mil khaones de energía oscura.
Las otras especies con las que la humanidad ha establecido relaciones comerciales tienen otros nombres para los quones
. Pero, dadas sus particulares características, y que no pueden ser sintetizados de manera artificial, para todas ellas tienen valor.
En una economía donde existe abundancia de la gran mayoría de los bienes y servicios que pueden existir, solo algo como los quones aquí propuestos puede servir como medio y como propósito de intercambio comercial. Es así como, aunque las naciones humanas puedan tener sus propias monedas, lo mismo que algunos colectivos alienígenas, al final todas ellas se comparan con el estándar de quones. Todos los precios en EL ÚLTIMO HORIZONTE DE LA NOCHE pueden ser expresados en quones. Así por ejemplo, un pasaje en un transporte entre dos colonias y que demore una semana y que requiera traspasar un solo portal hiperespacial puede costar 0, 1 khaon. El salario anual medio de un trabajador no calificado en una estación espacial podría llegar a 1 khaon. Un carguero espacial estándar costaría 1 kilokhaon, mil khaones.
Este tipo de organización económica está inspirado en el Japón de la era Tokugawa donde todos los precios y valores eran expresados en koku
, que no era otra cosa que la cantidad de arroz necesaria para alimentar a una persona por un año (aproximadamente 150 kilogramos).

