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10 de diciembre de 2017


Prescindible conferencia
Prescindible conferencia
por Antonio Quintana Carrandi

Tiempo estimado de lectura: 2 min 34 seg

Hace algún tiempo dio una conferencia cierto profesor de la UNED, cuyo tema era la influencia de la historia de la Edad Media en el cine. No pude asistir, pero, a tenor de lo publicado posteriormente por la prensa, no me perdí gran cosa, pues la charla del tal profesor estuvo plagada de reflexiones peregrinas y obviedades de sobra conocidas por todo buen cinéfilo.

Así, por ejemplo, decir que en la Saga de Star Wars se aprecian reminiscencias medievales, es como afirmar que las mejores mantecadas de Astorga son las de Astorga. En 1977, cuando se estrenó LA GUERRA DE LAS GALAXIAS, George Lucas ya explicó en varias entrevistas que, por ejemplo, la Orden de los Caballeros Jedi de su lujosa space-opera era un trasunto de las órdenes caballerescas medievales, y reconoció que el denominado Ciclo Artúrico le había influenciado notablemente a la hora de pergeñar la película. Por otra parte, la primera entrega de Star Wars es una maravillosa mixtura de géneros, donde, además de los componentes de clara impronta medieval, se aprecian otros procedentes del western y del cine de aventuras de Serie B de los años 50, así como de algunas películas de Kurosawa. Sin ir más lejos, la estética de la indumentaria de Vader y su guardia personal está claramente inspirada en la de los samuráis, así como el estilo de la esgrima que se practica con los sables láser.

En otro orden de cosas, sin embargo, coincido con ese profesor en señalar que el cine utiliza a veces el pasado medieval para defender discursos ideológicos contemporáneos, pero tampoco hay que exagerar la nota. Los guionistas no son un ejército de comisarios políticos, emperrados en manipular la historia en favor de según qué intencionalidad política, aunque en el caso del cine español habría mucho que comentar al respecto. Lo que se busca principalmente es que la trama que presenta una película resulte atractiva para el público. Por otra parte, el cine se ha inspirado, desde sus comienzos hasta el presente, tanto en la historia como en la mitología y la literatura. Las tragedias griegas, por ejemplo, han inspirado westerns tan notables como HORIZONTES DE GRANDEZA, de William Wyler, o DUELO AL SOL, de King Vidor. Así que no tiene nada de particular que gran parte del cine de todas las épocas se haya basado, en buena medida, en conceptos del Medievo. Comparto la opinión del conferenciante respecto a la cinta EL CID, que en cierto modo podría interpretarse como una especie de apología de la España ideal franquista; pero dudo mucho que el director, Anthony Mann, los guionistas, Fredric Frank y Philip Yordan, y sobre todo el productor, Samuel Bronston, tuviesen intención de cantar loas a la España de entonces. La conversión de El Cid, en esencia un mercenario, en algo así como un héroe del nacionalismo español, es muy anterior a Franco, aunque el régimen de éste la hizo suya porque casaba a las mil maravillas con sus ideas. En todo caso, tanto Bronston como el resto de los implicados en el proyecto sólo pretendían rodar un film épico al estilo hollywoodense, y las interpretaciones políticas que determinadas personas pudieran extraer de su obra se las traían al pairo. Del mismo modo, Ridley Scott, un realizador que lleva décadas luchando a brazo partido por labrarse una reputación en el Séptimo Arte, jamás tuvo la menor intención de utilizar EL REINO DE LOS CIELOS para lanzar una crítica a la intervención occidental en los países árabes, sino que tan sólo pretendía recrear cinematográficamente un pasaje de la historia. Ahora bien, cada cual es muy libre de interpretar lo que ve en pantalla como le apetezca, pero dichas interpretaciones no tienen por qué coincidir (y de hecho casi nunca coinciden) con las del director del film. Hawks, Wilder, Hitchcock y hasta el mismísimo Lubitch se mostraron perplejos, desconcertados y a veces hasta molestos con las interpretaciones que muchos críticos sacaban de sus películas, algunas verdaderamente delirantes. Como delirante es comparar, como presumiblemente hizo el conferenciante, la rutinaria teleserie El coche fantástico con la obra cervantina, la Ellen Ripley de ALIEN3 con la pasión de Juana de Arco, o, rizando el rizo del delirio, a Hannibal Lecter nada menos que con Jesucristo.

Pero quizás lo más extravagante sea asimilar el arma de HARRY EL SUCIO con la mítica espada Excalibur. La verdad es que el titulito de la conferencia, Cuando Clint Eastwood empuñó Excálibur, inducía más bien a choteo que a otra cosa. Por cierto, el personaje de Eastwood en esta cinta y sus secuelas no lleva, como afirmó quien daba la conferencia, una 357 Magnum, sino un revólver Smith & Wesson modelo 29-2, en calibre 44 Magnum, que es mucho más potente que el 357 Magnum.

Es posible que, como apuntó el conferenciante al final, en el futuro se considere la obra principal de George Lucas como una gran mitología del siglo XX, y hasta que se la estudie con el mismo interés con que se estudian hoy la pléyade de obras centradas en Camelot y Los Caballeros de la Tabla Redonda. Pero ¿de verdad cree ese profesor que astracanadas de pésimo gusto, como las perpetradas por Almodóvar and company con dinero de todos, tendrán una influencia real sobre las próximas generaciones de españoles? ¿Piensa realmente que las futuras familias españolas podrían asemejarse a los casposos e irreales Alcántara de la lastimosa Cuéntame cómo pasó? De ser así, nos espera un futuro negrísimo.

En definitiva: conferencias como la citada pueden revestir cierto interés para determinada clase de público; pero, a nivel cinematográfico, son sencillamente irrelevantes.

© Antonio Quintana Carrandi
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