Una de las muchísimas cosas que nos impactó de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS fueron los hologramas. Aunque ya por la época no eran unos desconocidos, un uso tan cotidiano de las mismas resultó una verdadera sensación. Lo cierto es que eran toscas y se entrecortaban con una frecuencia desconcertante, pero aquello era más bien producto de las tecnologías fotográficas de los años 1970 y, posiblemente, la intención de Lucas de que el escenario resultara todo lo sucio
que debería ser Tatooine.
Pero desde luego no fueron los únicos, el Holodeck de Star Trek: TNG lleva esta tecnología a un nivel superior, más depurado e inmersivo, donde es posible interaccionar con ellos de forma realista ya no solo por ocio, sino para tener una relación más práctica con el ordenador de la Enterprise. Incluso, algún que otro episodio gira alrededor de lo adictiva que resulta esa realidad sintética.
Más desternillante es Arnold J. Rimmer, tripulante del Enano Rojo y transmutado en holograma a causa de cierto accidente que es mejor no recordar. Para que quede clara su condición Rimmer luce una brillante H en la frente, y el hecho de que su personalidad se haya digitalizado no implica que se le pegue nada de la sapiencia y sentido del humor de Holly (la IA de la nave) con lo que sigue siendo el mismo mentecato que era en vida, para desesperación de Lister y rechifla de Gato.
Por supuesto, el ciberpunk abunda en este tipo tecnologías y buenos, malos e IAs se aprovechan de ella para materializarse, comunicarse o confundir al rival. William Gibson ya usó recurrió a recurso en MONA LISA ACELERADA o IDORU, por ejemplo. Donde también vemos este uso de los hologramas es en la serie Otra vida, en la que el ordenador de la nave se pasea por ella de esa forma dotado de personalidad desconcertante. Por supuesto, no nos podemos olvidar del doctor holográfico de Star Trek Voyager.
Pero para lo que nos interesa el uso más interesante de la holografía es en las telecomunicaciones, Dave Eggers en UN HOLOGRAMA PARA EL REY propone un sistema de comunicaciones holográficas, aunque es más una excusa para desarrollar la novela que un protagonista por si mismo. Igualmente, en ORA: CLE Kevin O´Donnell, Jr. ya da por desfasados los actuales sistemas de telecomunicaciones y propone el holófono (no confundir con el holophonor de Futurama, que es un instrumento musical).
Pues bien, aunque la mayoría de estas propuestas tienen ya unos cuantos años cada vez estamos más cerca de que el holófono de O´Donnell sea una realidad. Hasta no hace muchos años el principal problema no ya de las holollamadas, sino de las a día de hoy comunes videollamadas, era que tanto los dispositivos de los usuarios como las redes de telecomunicaciones no daban mucho de si, y eran necesarios caros equipos dedicados y líneas específicas que ni siquiera transmitían datos, sino señales de televisión pura y dura, de hecho las videoconferencias son tan antiguas como la propia televisión, naciendo en Alemania en 1936 (de modo que la tecnología vista en El Hombre en el castillo no es en absoluto fantasiosa). Con la introducción de las webcams y las cada vez más rápidas redes de datos la era analógica pasó a mejor vida y las videconferencias ya se podían establecer sin problemas, aplicaciones como Skype facilitaron mucho su popularidad, hasta el día de hoy en el que cualquiera que tenga un teléfono inteligente e instalada esa aplicación
, o cualquier otra de corte similar con las mismas funcionalidades, puede establecer en milisegundos una videoconferencia con cualquier usuario de la misma aplicación en cualquier parte del mundo, si bien queda pendiente adoptar universalmente, sin matices
los protocolos recomendados de la UIT[1] y que las distintas aplicaciones interactúen unas con otras sin cortapisas ¿Se imaginan lo que sería la imposibilidad de establecer conversaciones entre dos teléfonos de distintas empresas (digamos la coreana y la del mordisco)? Pues eso.
El nuevo salto hacia las videoconferencias viene dado por tecnologías como el 5G (y el 6G, vaya preparándose) y terminales cada vez más potentes que permiten transmitir masivas cantidades de datos por un lado, y procesarlos en origen y destino sin mayores agobios.
Las telecos[2] y otras empresas tecnológicas, en marcos de cooperación empresarial e internacional, como el FP7 3DPresence [3], llevan probando algún tiempo las tecnologías necesarias para ofrecer éste servicio de una forma fluida y fiable. La idea es simple: desde el emisor se hará la captura de la imagen, se procesará mediante el programa de procesamiento correspondiente y se enviará al receptor que construirá el holograma correspondiente. Obviamente la idea no es quedarse en la torpe imagen a baja resolución de la princesa Leia, sino ofrecer tanto una simple, como realista, holollamada como integrarlo un entorno de realidad virtual de manera que el receptor pueda moverse
en una replica del ambiente remoto.
¿Lo veremos pronto? Ni idea. Que hay prototipos funcionales no hay duda, que lo disfrutemos como producto comercial es casi seguro, pero como ya he comentado en alguna ocasión[4] las tecnologías y los conceptos no se imponen por la mera voluntad de sus promotores, sino por una combinación de oportunidad, funcionalidad y masa crítica, esto es, en un momento determinado hay una aplicación que cubre un nicho o necesidad (curiosamente, sin una clara demandada previa) con unas funcionalidades bien adaptadas a los requerimientos (no definidos formalmente) de ésta, y se populariza hasta que su masa de usuarios es tal que la convierte en dominante
.
Ese es el destino ineludible de las videollamadas 3D, y los anuncios grandilocuentes los publicistas no podrán hacer nada por evitarlo.
[1] Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) o International Telecommunication Union (ITU), uno de los muchos y poco conocidos organismos internacionales como ISO (siglas en inglés de la Organización Internacional de Normalización) o la CGPM (coincide con el oficial en francés de la Conferencia General de Pesas y Medidas) que dan las pautas y elaboran recomendaciones
para que las comunicaciones y los procesos industriales sean compatibles a lo largo del mundo.
[2] https://www.eleconomista.es[...]a-partir-de-primavera—.html

