Comentaba el doctor Robert Rohde en su cuenta de Twitter un dato de esos que le dejan a uno boquiabierto: la humanidad, en los 200 años desde la Revolución Industrial, ha consumido alrededor de 22 zetta julios de energía. El prefijo zetta puede no ser muy conocido. Es de esos prefijos que se crearon hace no mucho, destinados a abarcar cantidades muy grandes y muy pequeñas, para las que los prefijos de toda la vida se estaban quedando cortos. Un zetta julio son 1021 julios. Una cifra bastante impresionante.
Pero quizá lo verdaderamente asombroso es el hecho de que el Sol le proporciona a la Tierra toda esa energía en 2 días..., sí, lo he dicho bien, 2 días... frente a 200 años. Y, ojo, es la energía que le llega a la Tierra desde el Sol. El disco de la Tierra visto desde el Sol es poco más de una cien mil millonésima parte (10-11) de la superficie de la esfera centrada en el Sol y con radio hasta la Tierra. Verdaderamente alucinante.
Hay por tanto una energía absolutamente descomunal, producida en los salvajes hornos nucleares del Sol, que la humanidad desperdicia. Con razón el físico Freeman Dyson propuso en su día el concepto de una envoltura alrededor de una estrella que recuperase toda su energía. Más tarde se llamaría a esta estructura Esfera de Dyson en su honor. Una civilización suficientemente avanzada precisaría mucha energía, y a buen seguro aprovecharían a su estrella (o estrellas) nativas: energía limpia y gratuita. Existen varios diseños posibles para una esfera de Dyson: desde una envoltura totalmente opaca alrededor de una estrella a una envoltura no total, en forma de enjambre. Estas envolturas tendrían un patrón de emisión térmico muy característico al calentarse tras absorber la luz de la estrella: Dyson asumió que las esferas estarían formadas por materiales pesados que se calentarían, pero al estar a cierta distancia de la estrella, emitirían a relativamente baja energía. Solo habría que buscar este patrón. Haciendo los cálculos con detalle, la mayor parte de materiales emitirían en el infrarrojo, y de hecho el programa de búsqueda de vida extraterrestre, el SETI, ha rastreado en estrellas un incremento en la cantidad de infrarrojos recibidos, sin éxito por el momento. Hay que decir que la idea original de la esfera de Dyson no es de Dyson, sino del gran escritor de ciencia-ficción Olaf Stapledon, quien la propuso en su novela HACEDOR DE ESTRELLAS, aunque fue Dyson quien analizó el concepto desde una óptica más científica. (El propio Dyson, sin embargo, lamenta que se haya bautizado a la idea con su nombre). La esfera de Dyson ha sido un motivo recurrente en la ciencia-ficción, como uno podría suponer.
Una civilización que construyese una esfera de Dyson sería capaz de utilizar toda la energía de su estrella, lo que la convertiría en una civilización del tipo II en la escala de Kardashev, un baremo creado por el astrofísico soviético Nikolai Kardashev para clasificar el grado de avance tecnológico de la vida extraterrestre en función del grado de aprovechamiento de la energía. Una civilización del tipo I aprovecharía toda la energía de su planeta, y una civilización del tipo III la energía de toda la galaxia... apenas podemos imaginar cómo sería una civilización de esas características, qué sentimientos, qué ideas tendría, qué inventos habría desarrollado para controlar la materia y la energía. Quizá una civilización del tipo III manejase agujeros negros, extrayendo la energía a través del exótico proceso de Penrose... (ya hablaremos de él en otra ocasión), tal vez usase los huidizos neutrinos para comunicarse, agujeros de gusano para viajar... la especulación es libre.
La humanidad es, hoy por hoy, algo menos de un tipo I en la escala de Kardashev. Nos falta para jugar en las grandes ligas galácticas. Pero quiero pensar que vamos en la buena dirección.

