Dicen que la risa es muy sana, que cura, alegra el espíritu, levanta el ánimo y evita conflictos. Es casi tan milagrosa como el bálsamo de Fierabrás, por eso no deja de resultarme gracioso que risa se contraponga habitualmente a seriedad.
Lo serio es lo correcto, lo de fiar, lo bueno; lo divertido, lo gracioso, lo que hace reír no.
Es probable que esta argumentación encierre algo de demagogia. La contraposición risa-seriedad no es tan absoluta e incluso hay gente que se toma el humor en serio, haciendo de él una mas que digna profesión, consiguiendo a cambio merecido reconocimiento, pero aun admitiendo eso, hemos de reconocer también que el humor, ha estado y sigue estando un escalón por debajo en nuestras concepciones culturales.
Digamos que tomarse las cosas a risa o con humor es una licencia, una ligereza, un apartarse de la seriedad con que debemos afrontar la vida y el arte o ingenio que se dedique a ese ámbito, sólo podrá dar lugar a obras menores. Una opera bufa es menos que una ópera, una comedia menos que una tragedia y por supuesto, Mortadelo y Filemón, independientemente de la genialidad vertida en su realización, nunca podrán alcanzar la categoría de obra de arte del Teniente Blueberry.
Obras menores. Me quedaré con este concepto para intentar enlazar con el que debía ser asunto principal de este artículo, porque la elucubración anterior, aunque no lo parezca, tiene como objeto encontrar uno de los puntos comunes al humor y la ciencia-ficción: ambos son géneros menores. Sí, al igual que una comedia, cualquier producción de ciencia-ficción parte con el peso añadido de ser menos, importar y aportar menos al bagaje cultural de la humanidad que cualquier otra contribución seria
. Tanto es así que las pocas obras que han sido admitidas como dignas, son fuente de continuo debate, entre aficionados y detractores del género, en el que unos reivindican 1984 o UN MUNDO FELIZ, como muestra de lo que la ciencia-ficción puede aportar a ámbitos tan sesudos como el análisis de las sociedades y su posible evolución y otros reducen su componente cienciaficciónero a mero recurso dramático del autor.
Bizantino debate como todos los dedicados a la catalogación y clasificación, pero que señala un complejo real, un reconocimiento de fondo por parte del aficionado de que es el suyo un amor pecaminoso y reprobable, un vicio que le lleva a perder el tiempo en asuntos banales en lugar de dedicarlo a materias mas edificantes. Complejo que afecta a muchos autores y críticos y que también se muestra en esa otra calificación dentro del género entre ciencia-ficción hard la seria, la buena y la space-opera, despreciable género menor.
Visto lo visto ¿A qué autor que se precie se le va a ocurrir mezclar con tales géneros menores? Quizá alguna pequeña incursión para demostrar que se manejan todos los recursos pero sin abusar o si acaso puede ser perdonable el uso de la fina e inteligente ironía con vistas a una crítica social, pero humor por mero humor, aventura por mera aventura, eso está bien para los jóvenes, adolescentes y autores menores.
¿Cómo vamos a tomarnos a broma algo tan serio como el futuro de la humanidad?
¡Hombre! Tampoco lo vamos a prohibir, dejemos a los autores menores que se dediquen a los temas menores, porque siempre es necesaria una vía de escape, un área de descanso donde reponer fuerzas para poder dedicarnos a lo que de verdad importa.
Aunque no deja de ser gracioso que la risa sea una de las pocas cosas que nos diferencian de los animales.