Sitio de Ciencia-Ficción

19 de abril de 2020


Un laboratorio de ideas entre bulos y paranoias
Primavera del 2020
Un laboratorio de ideas entre bulos y paranoias
por Francisco José Súñer Iglesias

Tiempo estimado de lectura: 5 min 29 seg

Uno de los clásicos donde mejor se muestra como la mentira y la desinformación son armas políticas y económicas es en la trilogía original de Las Fundaciones de Asimov, en los capítulos dedicados a los Comerciantes y Príncipes Comerciantes, que extienden su influencia a base de astutas maniobras y un conjunto de medias verdades y medias mentiras. Un poco más adelante, La Fundación organiza una intrigante campaña con mentiras y bulos que acaban con la carrera del general Bel Riose, el único del Imperio con talento suficiente para enfrentarse ellos.

Otro interesante engaño, a medio camino entre campaña de marketing, montaje y bulo es el que Kirth Gersen, protagonista de la serie de Los príncipes demonio, de Jack Vance, orquesta en la quinta entrega, EL LIBRO DE LOS SUEÑOS. Gersen, ya milmillonario tras sus múltiples aventuras, y propietario de la mayor editorial del Oikumene, funda una nueva revista en la que, en su primer número, propone un concurso a modo de promoción: acertar quienes son los personajes que aparecen en la fotografía de portada. ¿El objetivo? Identificar cual de ellos es Howard Alan Treesong, su último archienemigo que le queda por cazar.

Lo que ha cambiado, y mucho, desde los tiempos de Asimov y Vance es la forma de propagar mentiras y rumores. Ellos todavía imaginaban mundos donde el boca a boca, la prensa escrita, incluso la televisión y la radio, eran las herramientas más poderosas para difundirlos y siendo, con todo, su velocidad de propagación lenta, había que sembrar la duda en puntos escogidos para que tuviera rápida efectividad.

Eso, con Internet, ha cambiado. En un meme lanzado desde WhatsApp puede dar la vuelta al mundo en pocas horas. El resto de las RRSS no son menos efectivas, un twit aquí, una publicación en Facebook[1] allá, y la duda, cuando no la falsa certeza, queda sembrada.

Por consiguiente, desde hace mucho sigo y aconsejo una práctica infalible: si alguien me reenvía cualquier cosa a través de una RRSS, y no me saca al menos una sonrisa, considero que viene a ser entre falso y mentira, y en caso de duda (hay trolas muy plausibles) contrastar, contrastar y contrastar.

En estos tiempos de crisis y enfermedad, es común la distribución de informaciones que van de lo bienintencionado a directamente lo malvado, cuando no surgidas desde el aburrimiento, una mal entendida creatividad, o paridas por mentes más o menos calenturientas que ven fantasmas a cualquier hora del día,.

Empezando por el origen de la enfermedad, China, se habla de la costumbre, no se si real o inventada, de zamparse animales salvajes cazados a discreción y sin el menor control sanitario. Es sabido que los murciélagos con excelentes transmisores de enfermedades porque su sistema inmune está altamente desarrollado, de modo que sin enfermar, contagian, y hacia ellos se han dirigido muchas acusaciones, por no hablar de los sufridos pangolines que, brevemente, también estuvieron en el punto de mira.

El tema de los remedios contra la enfermedad también ha dado mucho que hablar. Desde productos químicos milagrosos que la curan, como el clorito de sodio, hasta alimentos que la previenen, como el aceite de sésamo, los cítricos, el huevo, derivados de los lácteos, etc. También se ha hablado de la ingesta desmesurada de alcohol, tomar el sol y/o altas temperaturas o embadurnarse las manos con ajo, entre infinidad de remedios caseros. Por supuesto todo más falso que Judas, pero que en tiempos de terror ayudan a mantener el ánimo, con el añadido muy negativo de tener una falsa sensación de seguridad.

También corrieron informaciones contradictorias sobre el uso del ibuprofeno para aliviar los síntomas, así muy por encima, a causa de ciertas contraindicaciones de los anti-inflamatorios en las enfermedades respiratorias... que luego se vieron contradichas por otras que informaciones que hablaban de su idoneidad. A día de hoy, sigo sin tener claro si es bueno o no. Con las mascarillas ocurrió otro tanto, y este fue peor porque era información y recomendaciones oficiales, surgidas de la autoridad competente. Se empezó diciendo que no, que solo era necesaria para la población infectada porque así se contenía la propagación de virus, pero según avanzaba el tiempo se cambiaba el discurso promoviendo, y finalmente obligando, al uso de la mascarilla. ¿Desinformación para no generar más alarma? ¿Mentiras para evitar acopio y especulación ante la escasez?

Otras más enrevesadas hablan de la relación entre el 5G, las vacunas y los chemtrails (las estelas de vapor de agua que dejan los aviones), según estas, las radiaciones del 5G (que, oh, vaya, antes ocupaban los canales del 49 al 60 de la TDT) recombinan los químicos que sueltan los chemtrails con los anticuerpos de las vacunas para crear, por generación espontánea, el coronavirus. Todo muy lógico y científico.

Entre los autodiagnósticos se ha dicho que si se puede mantener la respiración más de diez segundos, se está libre de la enfermedad, algo de lo que es capaz prácticamente todo el mundo. Sin embargo, si existen diversas aplicaciones para móviles que facilitan ese autodiagnóstico, pero hay que usarlas con precaución, solo preguntan por los síntomas y dan ciertas orientaciones si lo que se informa coincide en cierta medida con los habituales de la enfermedad, de modo que tampoco convendría confiarse en nada que no nos diga directamente un médico. En cualquier caso, muchos espabilaos han explotado la necesidad y la desesperación para lanzar aplicaciones falsas para robar datos o secuestrar los dispositivos. También hay que estar muy atentos a esto y, como ya he dicho, no dar pábulo a fuentes no oficiales.

También corrieron videos de mapas de posicionamiento aéreo, aparecía una Europa, y sobre todo España e Italia, desolada mientras que el tráfico en Estados Unidos era el normal. El vídeo no era falso, pero inducía a malinterpretar el dato y había que tener en cuenta que a) las medidas de confinamiento hacían de España e Italia, páramos aéreos. b) El vídeo estaba tomado a las 0:28, entiendo que hora peninsular porque los comentarios de fondo eran en buen castellano mesetario. A esa hora, en Europa, apenas hay más que vuelos intercontinentales, mientras que a las 19:38, hora de Nueva York, o las 16:38 en Los Ángeles, el tráfico doméstico, mucho más importante que en Europa, estaba en pleno auge. Mirando en webs de ese tipo de mapas se veía como a las 10 de la mañana el tráfico aéreo en Europa estaba más que animado mientras había decaído en EE. UU.

Algunos más que bulos, bromas o memes, aportaban algo de diversión. Tampoco hacía falta ser muy listo para detectar ese animus iocandi por lo desaforado de la propuesta. Una que corrió como la pólvora (al menos a mi me llegó por sextuplicado) hacía referencia a la Maldición de Franco, en referencia a la Maldición de Tutankamom, por la que al desenterrar y mover los restos del dictador el gobierno de España, si no en pleno, si en muchas de sus mas relevantes o mediáticas figuras, quedó infectado por el virus.

Lo de Franco ya empieza a ser un chiste recurrente en España y está a punto de sustituir al toro que mató a Manolete como Alfa y Omega de todos los males que asolan a éste país. Otro bulo-coña que ha corrido por ahí, a partir de lo publicado en un medio catalán, la extensión de la epidemia se debe a que en 1941 se fusiló, al doctor Juan Peset (por rojo y republicano, faltaría más), virólogo valenciano, eminencia sobre el tema. Si no hubiera sido por eso, la virología en España sería la más avanzada del mundo y esto no nos estaría pasando, al menos con la gravedad que lo estamos viviendo.

Por supuesto, la intoxicación y desinformación con el fin de minar al adversario político ha estado a la orden del día. No hablo de, con los datos en la mano, destapar incoherencias y falsedades, o los análisis de unos expertos que discrepan, contradicen o matizan los de otros expertos, sino mentiras puras y duras entreveradas de medias verdades, en un continuo peloteo entre los fontaneros de todos los espectros políticos.

Por definición, de lo que te cuenten no te creas nada, y de lo que veas, la mitad si no lo ves y escuchas con tus ojos y oídos, es mejor no darle pábulo a nada, ni siquiera a las informaciones periodísticas si no están apoyadas en material audiovisual que las respalde o se indiquen claramente las fuentes oficiales de la información.

Al respecto la anécdota más descacharrante que nos ha regalado esta crisis ha sido la del periodista Miguel Lacambra. El tal periodista publicó en la revista digital La Marea, de corte progresista, un artículo[2] en el que desmontaba el bulo de que las manifestaciones del 8M habían sido el desencadenante del contagio en España.

Ese bulo, que ni siquiera los más radicales adversarios del gobierno se habían tomado nunca en serio, puesto que el debate estaba centrado no en el acto mismo, sino en la irresponsabilidad política que había supuesto promocionar activamente la asistencia a las manifestaciones desde el propio gobierno (porque le va la vida, proféticas palabras de la vicepresidente Calvo[3]) y retrasar las decisiones respecto a la suspensión de actos públicos y limitación del derecho de reunión hasta después de una celebración tan politizada.

El caso es el artículo ya recibió muchas críticas de los propios lectores de La Marea por su pobre metodología, ocultamiento del origen de los datos, y disparatadas conclusiones, pese a ello, el articulo gozó de una enorme promoción por parte de la izquierda mediática, los perfiles de Lacambra en redes sociales se llenaron de seguidores como por ensalmo y todo parecía camino del éxito cuando en pocas horas se descubrió que Lacambra era una mentira.

No existía el tal Miguel Lacambra, todos sus perfiles en redes sociales eran falsos, la foto había sido obtenida de la web Generated Photos, un servicio de generación automática de rostros, sin siquiera molestarse en hacerla desaparecer del servicio (total, ¡había que pagar un euro!). En definitiva, un montaje en toda regla, que medios afines al gobierno se apresuraron a justificar de las formas más peregrinas, empezando por el medio que lo había publicado, continuando por el diario El País[4], que publico la supuesta (ya no nos creemos nada) identidad real de Lacambra, un tal Diego Álvarez Miguel, y terminando por maldita.es, en un intento de blanquear el asunto que, de no resultar tan patético como preocupante, sería hasta divertido.

¿De quien partió esta iniciativa? No es posible saberlo con exactitud, muchos apuntan a conocidos periodistas y políticos de corte progresista, que promocionaron activamente el artículo de Lacambra, por supuesto, éstos niegan entre grandes aspavientos y amenazas de querellas que tengan nada que ver con esto. No creo que lleguemos a conocer nunca la verdad sobre éste estrafalario asunto, pero cuando menos, quienes se vieron engañados por Lacambra y siguieron en el sostenella y no enmendalla, hace tiempo que viven en el descrédito y el ridículo.

Lo más preocupante es que, cuando el manejo del bulo y la mentira llega a lo político, el gobierno, además de dedicarse al autobombo acrítico, tiene la tentación de acallar las voces discordantes y reprobadoras en aras de un muy mal entendida unidad. Que vivamos una época difícil no significa que hayamos dejado de vivir en un estado en el que la libertad de expresión está garantizada, y por tanto, señalar que se ha hecho y está haciendo mal no solo es sano democráticamente, sino conveniente para que nadie se recree en la autocomplacencia. En unas semanas hablaré de eso.


Notas

[1] Me ha ocurrido algo tan irónico como divertido, mientras escribía esto el corrector ortográfico me ha enmendado alguna mala escritura de Facebook por Factbook, Libro, informe o compendio de datos. ¡Ja!

Francisco José Súñer Iglesias
© Francisco José Súñer Iglesias
(1.979 palabras) Créditos

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© 2020 Francisco José Súñer Iglesias
Publicado originalmente el 19 de abril de 2020 en www.ciencia-ficcion.com

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