Sitio de Ciencia-Ficción

14 de enero de 2024

Jacinto Muñoz
Especial Vigesimoséptimo Aniversario, 12
Pan y circo
por Jacinto Muñoz

Tiempo estimado de lectura: 2 min

A Decimo Junio Juvenal, un tipo ingeniosos muy dado a la sátira, se le daba bien acuñar frases exitosas, tanto que aun hoy, un par de miles de años después, continuamos usándolas. Unas como mens sana in corpore sano, en el latín original y otras como pan y circo traducidas a nuestra lengua vernácula. Inventó muchas, la red os dará una respuesta rápida a poco que busquéis, pero a efectos de este artículo me sobra con las dos más conocidas.

Los poetas satíricos no tiraban de ingenio así porque sí, con el único afán de lucirse o ganar dinero, eran críticos mordaces preocupados por la salud de la sociedad en que vivían y sus agudezas no tenían otro objetivo que sacudir las conciencias de sus perezosos conciudadanos. En opinión de Juvenal, el pueblo romano se había dado a la molicie, abandonando los asuntos públicos en manos de perversos senadores, dictadores o emperadores dejándose comprar por cuatro ases en forma de pan y juegos de circo. Hemos de suponer entonces que, según el ilustre latino, antes de que el pan y el circo fueran gratis el pueblo no hacia otra cosa que preocuparse por el buen gobierno de la urbe y su naciente imperio; que, dada la supervivencia de la frase, otros muchos lo han pensado después a lo largo de la historia y que otros tantos lo siguen pensando hoy.

¿Será verdad? ¿No hace falta nada más que un poco de comida y diversión para que los vulgares seres humanos dejemos de molestar a los poderosos? ¿Qué ocurre en la infancia? ¿Que el niño molesta? Dale el biberón y algo que le entretenga, ¿qué lo hace el adolescente? Pues tira de móviles, música ruidosa, y comida basura; ¿qué lo hacemos los adultos? Pues fútbol, televisión, cubatas, grasas saturadas, bingos y loterías. ¿Entonces va a ser que sí, que una barriga llena y un cerebro embotado son los mejores antídotos contra las alteraciones del orden público, como ya tenían claro para los mandatarios romanos y tienen claro los nuestros? En realidad, si lo pensamos un poco sobra hasta el pan, lo que de verdad nos hace falta es el circo y cuanto más sangriento mejor, porque además de vago, el homo sapiens es un animal bastante violento y necesita desfogarse, aun de forma vicaría, o su furia contenida terminará por estallar arrasándolo todo.

Una vez más el pasado señala el camino con sus combates de gladiadores, sus carreras de cuadrigas o sus torneos a lanza, espada y maza, al parecer sin tantos muertos como se cree, pero con algún cadáver más que los provocados por nuestros actuales boxeo, fútbol, rugby, monster truck o cualquier otro espectáculo de competición que se os ocurra ya que como corresponde a nuestra avanzada cultura nuestras reglas y juegos son civilizados, exceptuando a una parte del público, a muchas discusiones de bar y a las tertulias mediáticas, lo que no tengo claro es que pasará en el futuro, eso sí, aquí está la ciencia-ficción para ofrecernos sus poderosas herramientas prospectivas. LA CARRERA DE LA MUERTE DEL AÑO 2000, ROLLERBALL, BATTLE ROYALE, LOS JUEGOS DEL HAMBRE, LA PURGA, todas estas historias lo visualizan con meridiana claridad, cuando las cosas se tuercen, cuando las guerras, las catástrofes climáticas o las crisis económicas entran en escena, mejor matarse jugando en un estadio, en una isla o en una estimulante carrera de coches retrasmitida por televisión que a cañonazo limpio, todos contra todos, con pura violencia desmedida, compitiendo por los recursos sin orden ni concierto como en MAD MAX, antes de inventar la cúpula del trueno.

Habrá que concluir entonces que ni a los senadores de la antigua Roma ni a los políticos de la era actual ni a los futuros mandatarios les movía, les mueve a o les moverá ninguna oscura ambición sólo buscaban salvarnos de nosotros mismos o puede que todo lo anterior no sea más que una tontería y que el juego, tomado en su vertiente más deportiva, formadora o entrenadora tenga más que ver con la búsqueda de una mente sana en un cuerpo sano que con los despropósitos de rugientes multitudes, no recuerdo ahora ninguna historia de ciencia-ficción donde este aspecto ocupe el centro de la trama pero como dijo otro latino aunque no venga mucho a cuento: carpe diem quam minimum credula postero.

© Jacinto Muñoz
(721 palabras) Créditos
Jacinto Muñoz es colaborador habitual del Sitio
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